Capitulo 69

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–¿que dices maldito sucio? –Discutió mi amado–. ¿Insinúas que eres mi padre?

–No, yo no lo insinúo. Yo soy tu padre. –Le contestó Tom–. ¿No crees que es mucha
coincidencia que mi primer apellido sea Blanco? Igual que el tuyo.

–Tom Edward Blanco. –De alguna parte salió la voz de Facundo–. Todavía no entiendo como
Cecilia podía amarte a ti. Por tu culpa ella ya no está.

La confusión que había en mí era inmensa.

–¿de que hablas Facundo? –preguntó Jorge con el rostro pálido.

–Es cierto Jorge, él es tu padre. –Explicó Facundo–. Habíamos creído que estaba muerto durante
muchos años pero la única que murió fue Cecilia , tu madre, a ella la mataron y tu padre es
este resentido ángel caído.

–tú siempre tan sincero amigo mío. –Discurrió Tom–. Hijo, los malditos sucios son esos
ángeles, soy como soy porque fueron los buenos los que se encargaron de alejarme de tu
madre, la asesinaron y para terminar de hacerme desgraciado me convirtieron en otro ángel
caído, te maldije en un momento de debilidad, estaba muy resentido con el universo entero.
Me desaparecí todos estos años para planear mi venganza contra todos ustedes cuerda de
imbéciles.

También palidecí al igual que todos.

Con todo y el dolor de mis heridas intenté levantarme. Recibí un golpe de Tom en el rostro,
lloré lastimada y no pude levantarme.

–no la toques maldito perro. –vociferó Jorge.

Después de esto mi salvaje héroe, de algún modo que no alcancé a ver, dejó a su propio padre
inconsciente y sangrando.

Las alas negras de Harry se encogieron, tenía una mirada adolorida, eso me partía el alma.
Me puse de pie con mucho dolor, Jorge se acercaba a pasos muy lentos observándome.
Al mismo tiempo vi a Hashton despertar, venía ensangrentado corriendo hacia mí, abrió
los brazos y cuando estuvo cerca me apretó a su cuerpo con un candente abrazo,
sus manos me acariciaron la espalda y todas mis lesiones sanaban de forma reconfortante.
Con cierta desesperación me besó las mejillas, frente, barbilla para terminar besando mis labios.

Lo aparté con cautela para no herir sus sentimientos ni lastimarlo.

Lo único que me preocupaba era mirar a Jorge, su mirada parecía arder en fuego, estaba
mirando a su hermano gemelo con verdadero odio.

Mientras tanto la guerra seguía, ángeles matando demonios y demonios matando ángeles
por doquier. Quise correr a los labios de Jorge pero su rostro estaba completamente
enrojecido de furia, sentí tanto miedo que no fui capaz de moverme.

–Te odio Hashton Blanco Güereña–Dijo Jorge colocándose cara a cara frente a su
hermano gemelo–. Te odio puto ángel.

Jorge lo golpeó enfurecido con sus puños, golpeaba a su hermano enloquecido por la
rabia como si estuviera... ¿Celoso? No toleré ver como Jorge lastimaba a mi esposo
Hashton, era horrible el modo en que Jorge lo golpeaba, no lo dejaba moverse.
Me aventuré intentando interponerme entre ellos, luego sentí unas manos atraparme que
evitaron que me moviera.

–esto solo si arreglara si luchan. –me explicó Facundo mientras me agarraba inmovilizándome.

Lo miré perpleja. ¿Como podía decir eso?¿Como podía permitir que se mataran de esa forma?

Debajo de Jorge, Hashton se movió sigiloso y enterró una flecha en la clavícula de su gemelo.

–¡No! –aullé con voz ronca.

Como si no le hubiera dolido en absoluto, Jorge se arrancó la flecha y tocó su hombro
verificando si sangraba.

–¿quieres jugar sucio, hermanito? –inquirió Jorge con las manos ensangrentadas y vi que
sus ojos cambiaban de color, pasaron de ser verdes-agua pasificos a ese diabólico
verde amarillento felino.

Ambos chicos se levantaron del suelo, Jorge mostró su espada, Hashton lo imitó,
se pusieron en guardia y utilizaron sus técnicas para defenderse de los ataques,
el corazón me palpitaba a mil por segundo, deseaba que dejaran de pelear, además me
sentí muy culpable, era mi culpa que ellos estuvieran peleando, todo era mi culpa.

Pasaron minutos llenos de intensidad, los dos fastuosos hermanos peleaban, sudaban
y sangraban, ninguno iba rendirse, yo los miraba y escuchaba el chasquido del filo
de las espadas cuando chocaban.

Noté que Hashton estaba en peores condiciones, se le miraba más cansado y
llevaba más heridas de las que antes le habían hecho. Estaba desestabilizado.
Jorge estaba siendo controlado por una demoniaca ira dentro de él.

–¡Facundo debes detenerlos! –berreé sollozando–. Suéltame, déjame detenerlos. –le rogué.

–no van a descansar hasta que uno de ellos sienta que ha ganado.

Cerré mis ojos.

Llegaron imágenes a mi mente, eran como recuerdos pero no eran mis recuerdos.

Fue como si hubiese entrado en la mente de Facundo, era como si hubiera leído sus pensamientos.

Asustada volví a abrir mis ojos y ahora vi un espantoso acto. El hermano demonio con las
alas negras tenía el control de la situación, estaba aprisionando a Hashton contra la pared
de una edificación con la espada apuntándole el corazón. Los dos chicos jadeaban. La espada
de Hashton estaba en el suelo.

Jorge con un veloz movimiento se inclinó hacia delante y la espada se hundió en el pecho
de su hermano.

El hermano ángel cayó al suelo, mi corazón se hizo más frágil, sollocé todavía mas
desesperada, me zafé de los brazos de Facundo, fui corriendo hasta el pobre Hashton,
él aun respiraba, lo abracé con fuerza rogando no perderlo.

–¿Hashton me escuchas? Hashton háblame, no te mueras, quédate conmigo, te necesito.–yo lloraba.

Hashton cerró los ojos y dejó de respirar para siempre.

–¡No! –lloriqueé–. ¿Por qué? ¿Por qué hiciste esto, Jorge? ¿Cómo pudiste?

Mi dolor era inmenso, terrible, insoportable.

Los ojos de Jorge volvieron a tornarse verde agua, unos ojos atormentados y llenos de culpa.


Enamorada de un Demonio (a d a p t a d a)「 J o r t i n i 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora