Capítulo 25

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¿Mi Jorge? Pensé para mí misma. Y luego levanté mi mirada para verlo. Él estaba de pie. Desvió su mirada como si no quisiera verme a los ojos.

-Yo me quedé con su alma -explicó Jorge. Si, debí saberlo.

-Apártate, niñita -dijo Facundo mientras se acercaba hasta el cuerpo de Diego. Yo obedecí.

Facundo puso sus manos extendidas delante de él. De repente vi como del cuerpo de Diego se desprendía algo parecido a su espíritu, un destello blanco salía de su cuerpo como si estuviera siendo atraído por las manos de Facundo que al final terminaron por absorber esa sombra traslúcida.

-Irá al infierno -dijo Facundo refiriéndose a Diego y después de haber terminado con su trabajo desapareció en la nada.

-Salgan de aquí -dijo Jorge-. Vayan a alguna parte, yo me encargaré de deshacerme de los cuerpos.

-Vamos -me ordenó Hashton y me tomó de la mano.

Ruggero, Hashton y yo dejamos a Jorge con su desastre y fuimos a sentarnos en una mesa de un restaurant de comida rápida abierto las veinticuatro horas. En cuanto supe que Jorge no estaba cerca me eché a llorar de nuevo. Crucé mis brazos encima de la mesa y hundí mi cara en ellos para que nadie tenga que verme la cara al llorar. Lloré en silencio y Hashton me acariciaba el cabello sentado a mi lado. Al frente de ambos estaba sentado Ruggero.

-Hashton... -dijo Ruggero-. Tu hermano es un demonio.

Yo creí que Ruggero pensaba que los demonios no existían. Él mismo me había dicho que solo eran leyendas del cielo y el infierno. Ahora estaba confundida. Ruggero reconoció que Jorge era un demonio como si fuera algo que pudiera notarse a simple vista.

-Pero es mi hermano, Ruggero. Además si combates con él estoy seguro de que saldrás perdiendo.

-Pero mata a personas. ¿Eso te parece justo? -yo escuchaba atentamente.-Hazlo por mí -decía Hashton-. Sabes que fuiste como mi hermano.-Yo levanté la cabeza para mirarlos. Se notaba mi curiosidad. Mis lágrimas bañaban mis mejillas.

-No llores -dijo Hashton-. Eres muy linda para llorar tanto.-Me limpié las lágrimas con mis manos y pasé mi mirada de Hashton a Ruggero pidiendo una explicación.

-Yo mato demonios -me dijo Ruggero.

-Él es una especie de cazador -me explicó Hashton, No le di importancia y seguí llorando.

-¿Ahora a dónde iré? -mi voz sonó entrecortada y terrible-. No tengo a nadie.

-¿Y tus padres? -preguntó Hashton.

-No tengo.

Ruggero ciertamente no parecía demasiado feliz. Y Hashton me dio un acogedor abrazo, estar entre sus brazos me hacía sentirme tan protegida y confortable que caí dormida en sus brazos. Sus manos estaban acariciando mi rostro y mi cabello cuando desperté. No logré diferenciar si era Hashton o Jorge hasta que abrí mis ojos y vi al chico de cabello corto. Aparecí en una cama enorme, Jorge estaba recostado a mi lado, con la mirada puesta en mí y sus dedos me tocaban de forma dulce. Lo miré adolorida por dentro, aún no me olvidaba de que él había asesinado a Diego. Observé todo lo que me rodeaba antes de decir cualquier cosa, era una habitación enorme, los muebles eran antiguos como de la época colonial, estaba todo increíblemente iluminado por luz solar que entraba desde las ventanas amplias. El techo de la habitación era altísimo, yo hubiera calculado unos tres metros y medio o quizás cuatro de altura.

-¿Me odias? -me preguntó Jorge. Frunciendo el ceño negué con la cabeza.

-Escúchame -siguió hablando él-. Diego era un sucio, no tienes que sufrir por ese tipo. Fue él quien mató a tus padres. No fueron tus tíos como tú creías.

-Eso no es cierto -negué con la cabeza.

- Tini, mira... Diego fue enviado al infierno por eso, por asesinar a tus padres. Pero tú no te preocupes, ahora me tienes a mí. Yo voy estar contigo.

-Pero tú eres un demonio. Y tienes una maldición.- Jorge cerró los ojos como si lo hubiera lastimado lo que dije. Estuvo así durante segundos.

-Igual te necesito -le dije. Entonces abrió sus ojos y posó su mirada en mí para después encimarse sobre mí con todo su cuerpo, apoyó sus manos sobre la cama para no aplastarme con su peso, sentí su cuerpo pegado al mío y los latidos de su corazón golpear su pecho con fuerza sobre mi pecho. El aire que respiraba chocaba contra mi cara y estar tan cerca de él hacía que me sonrojara notablemente.

-Ya no puedo con esto, Tini. Yo intenté alejarme de ti pero no lo logré -sus palabras sonaban muy cerca de mis labios-. Ahora temo hacerte sufrir, temo por ti, y no quiero lastimarte aunque creo que eso yo no puedo controlarlo. Si te hago daño me destruiré a mí mismo. Nací para hacer el mal y cuando mato personas no puedo controlarme, no soy yo mismo, es algo que me posee y no puedo evitar.

-No quiero que te alejes de mí nunca -dije con seriedad.

-Yo tampoco quisiera dejarte nunca -acarició con sus labios mi rostro dándome pequeños besitos cerca de los labios, en mi mentón, en mis mejillas hasta que por fin atrapó mis labios con los suyos.

Tomó mi labio inferior para dejar para mí su labio de superior. Se sentía tan bien...Tan placentero Me hacia estremecerme y desearlo. El beso se volvió más furioso cuando yo recorrí su espalda con mis manos antes de rodearlo con mis brazos. Con mi lengua exploré el interior de su boca y saboreé sus labios una vez más. Jorge me daba placenteros mordisquitos en los labios que me enloquecían. Debía respirar pero prefería mil veces seguir besándolo. Nunca me habían dado un beso tan apasionado que hasta me erizara la piel. 

Jorge me dejó sin aliento y sin fuerza de voluntad. Jugueteé entrelazando mis dedos en su Rulos perfectos y a Jorge pareció agradarle tanto que bajó sus besos hasta mi cuello, aspiré aire profundamente para recuperar el aliento cuando Jorge dejó libres mis labios. La humedad de sus labios sobre mi cuello me causó un escalofrío satisfactorio. Recorrió el largo de mi cuello e iba descendiendo con sus besos hasta que llegó al cuello de mi camisa donde se detuvo para regresar a mis labios. Tomé sus labios entre los míos con desesperación. Las manos de Jorge recorrieron desde mis caderas hasta subir a mi cintura. Nos besábamos con locura y sin pensar en nada ni en nadie más cuando la puerta del cuarto se abrió y la voz de Hashton se escuchó casi gritar.


-¡Jorge, ten cuidado! -exclamó.

Jorge dejó de besarme pero seguía encima de mí, logró separarse un poco de mí alzando su cuerpo con sus manos apoyadas en la cama y sus brazos extendidos. Ambos respiramos agitados recuperando el aliento.

-Hermano, la maldición dice que te llevarás su alma después de hacerla tuya -dijo Hashton-. Lo que quiere decir que si quieres mantener a esta chica viva no puedes hacer el amor con ella.-Fue entonces cuando Jorge se separó de mí y se levantó de la cama de un salto.

-¿Cómo rayos sabes tanto sobre la maldición?

-En el santuario del padre Pablo se encuentran algunas de las páginas escritas por el profeta.

-¿Hay forma de deshacer la maldición? -le preguntó Jorge.

-No estoy seguro.

-¿Y qué hay de ti? ¿Qué es lo que dice sobre ti la profecía?

-Me convertiré en el ángel guardián de la primera mujer a la que le salve la vida y me casaré con ella.

-Como siempre a ti te bendicen y a mí me maldicen. No entiendo por qué tuve que nacer así.-Ellos discutían y yo me preguntaba algo... Hashton me había dicho "eso me convierte en tu ángel de la guarda." ¿Eso que habrá significado? No podía ser yo. Tal vez Hashton era ángel guardián de unas otras cuantas mujeres más. 



Enamorada de un Demonio (a d a p t a d a)「 J o r t i n i 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora