Capítulo 28

1K 98 3
                                    

Mi corazón se paralizó cuando me senté sobre la cama y vi a un chico de pie frente a la misma, comprendí rápidamente que no era humano, era otro espíritu, su rostro tenía lágrimas de sangre rodando por sus mejillas, parecía bastante joven, entre los nueve u once años, su cabello era de un castaño claro y medianamente largo y llevaba puesto el uniforme de la academia Kent College.

 Esta vez no sentí miedo, caminé lentamente sobre la cama con mis rodillas hasta llegar al borde para acercarme a este chico, cuando estuve en la orilla puse mis pies sobre el suelo y alcé un brazo para tocarlo, cuando estaba lo suficientemente cerca para tocarlo y puse mis manos sobre su imagen y esta se desapareció tal como si se tratara de un holograma, se borró, se desvaneció, nada quedó de aquel niño. "Tal vez veo sólo niños muertos" pensé. Sea como fuera ya me estaba hartando vivir así, no quería tener más nada que ver con fantasmas, demonios ni cosas extrañas. 

Cuando escuché los ruidos de la madera de las ventanas golpear giré mi vista hacia esta, los vidrios estaban empañados por la humedad del aire de afuera, de pronto entre el empañamiento o vaho de los cristales comenzaron a escribirse palabras, como si alguien las estuviera escribiendo en ese mismo instante en el vidrio con sus dedos pero ni siquiera había nadie. "Le perteneces," decían las palabras escritas, sin poder comprender el significado de aquello traté de mantener la calma, intenté contener un grito de terror y permanecí muda para evitar despertar a nadie. Las demás chicas dormían como rocas, nada parecía capaz de despertarlas, aprovechando este punto a mi favor corrí fuera de la habitación hacia el pasillo como si eso fuera a alejarme de las extrañas presencias y espíritus. 

El pasillo alfombrado en un tono vino tinto estaba vacío y oscuro, caminé un poco rápido sin saber a dónde ir con mi mano derecha tocando la pared, me encontraba un poco asustada y no sabía qué hacer.

-¡ Tini ! -me llamó una voz bastante reconocible que se escuchó a mis espaldas, pero yo no estaba segura de si era el sonido de la voz de Hashton o la de Jorge ya que eran prácticamente la misma. Me volví hacia atrás y vi a Hashton.

-¿Qué... Qué estás haciendo acá? -le susurré, nadie debía verme escapada del cuarto a esas horas, estaba en contra del reglamento.

-Jorge te está esperando en el salón de ciencias en el segundo piso, quiere hablar contigo -me dijo en voz baja.

No se me ocurrió decirle nada, solo le di un abrazo de gratitud, pensé que Hashton y Jorge me olvidarían y no se preocuparían más por mí pero ahora estaba muy agradecida con verlos de nuevo. Por poco no me echo a correr y bajé las escaleras hasta el segundo piso con rapidez. Recorrí los pasillos en busca del salón ciencias hasta que por fin lo encontré. Una puerta en marrón oscuro al igual que las demás con una pequeña ventanita de vidrio en la parte superior y un letrero pequeño encima del marco de madera que decía "ciencias".

Giré la manilla de la puerta y la abrí un poco temerosa, Jorge todavía era un tanto escalofriante y un poco perturbador pero por alguna razón necesitaba verlo. Al abrir la puerta por completo me exalté y me sorprendí un tanto, él estaba igual de perfecto como siempre recostando su espalda a una pared y de brazos cruzados. En seguida me vio empezó a acercarse a mí, yo cerré la puerta con cuidado después de entrar. 

- Tini -me habló él-. ¿Cómo estás?-Mientras más se acercaba yo más me exaltaba, mi corazón se aceleraba y me iba quedando sin aliento.

-Perdóname -siguió hablando al notar que yo no le contesté-. ¿Me odias?

-Jorge -susurré-. Te amo.

Aquellas palabras le sirvieron a él para acortar más la distancia entre nosotros, me rodeó la cintura con sus brazos y me apegó a su cuerpo, me llené de satisfacción al sentir su cercanía, mi cuerpo empezó a temblar cuando él besó mi cuello de forma seductora, sus labios se sentían sobre mi piel y me hacían estremecerme de placer, cuando Jorge me besaba sentía que perdía los sentidos, que me debilitaba, sentía que me llevaba lejos, eran tantas cosas extraordinarias. No me quedé con las ganas de besarlo, entrelacé mis manos en su cabello y besé sus labios con deseo.

-Yo también te amo -dijo jadeando para recuperar el aliento-. Te deseo tanto.

Lo besé como si fuera la última vez que lo haría, nos besamos apasionadamente. Jorge caminó conmigo pegada a sus labios y luego me alzó por la cintura levantándome hasta dejarme sentada sobre la mesa del escritorio de los profesores, con una mano entrelazada en su cabello y la otra acariciando su espalda lo seguí besando, saboreé su cuello y sus labios, él mordisqueó mis orejas provocándome un cosquilleo en todo el cuerpo. Yo estaba sentada sobre la mesa y el estaba de pie en el suelo frente a mi mientras nos devorábamos. 

Jorge jaló mi cuerpo todavía más cerca al de él y sus caderas estaban entre mis piernas, ambos, ambos jadeábamos por nuestro esfuerzo en respirar, entonces sentí la calidez de sus manos hacer contacto directo con la piel de mi espalda, había metido sus manos por debajo de mi camisa y me acariciaba, realmente me estremecí, Jorge me hacía perder la razón, no deseaba otra cosa que tenerlo entre mis brazos por siempre, por el resto de la eternidad, incluso una vida era muy poco tiempo. Deseaba que sus labios me tocaran y que sus manos siguieran con las caricias, cuando puse ambos manos sobre su perfecto rostro sentí el temblor en el cuerpo de Jorge. 

Él se detuvo, dejó de besarme de un segundo al otro como si algo le hubiera hecho detenerse, escuché la agitación en su respiración, de pronto dejó caer sus manos a ambos lados de su cuerpo y bajó su mirada al suelo. Estuve angustiada cuando no sabía que le había sucedido y por qué se había detenido, él estaba como paralizado.

-Tini, vete -dijo con amplio esfuerzo que se le notaba en la voz.

-¿Pero por qué...? -pregunté atónita.

-¡Corre! -me dijo-. Huye de mí ahora.

-¿Jorge, que tie...?

-QUE TE VAYAS -me gritó-. ¡Corre, muévete, sal de aquí!

Entonces levantó su mirada y me miró a los ojos, nuevamente vi que aquellos ojos de Jorge eran de un verde felino, tenía una mirada asesina. Comprendí entonces que debía irme, debía correr. De un salto me incorporé en el suelo y eché la carrera hasta la puerta, antes de irme volví a mirar a Jorge yo aún tenía las ganas inmensas de seguir besándolo y él me estaba mirando como si yo fuera su presa al acecho, me aterroricé al verlo de ese modo y salí del salón de clases corriendo, corrí a través de los pasillos y subí las escaleras hasta el último piso para volver a la habitación, como no quería que nadie se despertara en el cuarto me detuve antes de entrar para calmar mi respiración y mis nervios. Entonces sentí una mano sobre mi hombro. Antes de volverme a mirar quien estaba tocándome escuché su voz hablarme.

-¿Estás bien? -era Hashton con aquel angelical físico y su mirada relajadora. Respiré profundo antes de contestarle.

-Sí, estoy bien.

Cuando Hashton me vio tan agitada me rodeó con un cálido abrazo, quizás para que me calmara.

-¿Qué ha pasado con Jorge? ¿Qué te dijo?

-Nada -le respondí.

No iba a confesarle que me dijo que me amaba y que me deseaba. Él puso sus dos manos sobre mis hombros y estirando sus brazos, me observaba y me observaba, parecía examinarme a detalle, tanto que me intimidaba, me ruboricé. Él me miró del mismo modo durante muchos segundos, quizás eternos minutos pudieron pasar y ambos seguíamos en silencio mirándonos.




Enamorada de un Demonio (a d a p t a d a)「 J o r t i n i 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora