Capítulo 4

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—Diego me ama, y yo lo amo a él.— dije.

—¿Por qué dices que te golpeará si no le das de comer? ¿De verdad lo haría? ¿Vives con él?

—No es de tu incumbencia.—respondí.

—Bueno... Cambiemos de tema si prefieres.—dijo Jorge. El perfecto chico estaba al frente de mí mirándome— ¿Dónde vives? Puedo llevarte a tu casa.

—Yo no tengo casa.—respondí —No aquí en Roma. Diego me envío a ese cabaret que le pertenece a uno de sus amigos para que yo pasara la noche allí. Él me dijo que pasaría a recogerme en la mañana.

—¿Es decir que debo llevarte de vuelta hasta ese lugar no es cierto?.—dijo Jorge.

—Sí, pero no quiero volver allí.

—¿Te han hecho daño allí?

—Ese tipo entró al cuarto mientras yo dormía, quiso besarme y tocarme, y como yo me resistí él me inyectó algo, lo último que recuerdo es que me tomó en sus brazos y luego lo vi todo negro... ¿Qué quieres de mi Jorge? .—le pregunté aterrorizada. Yo me preguntaba por qué un tipo como él había querido proteger a una chica como yo. ¿Por qué él quería saber de mí? ¿Por qué me trataba tan bien si a mí nunca nadie me trató bien? Ese chico estaba tan cerca de mí y era tan guapo que me hacia derretirme de una manera que nunca antes había experimentado. Nunca antes me había llamado la atención un hombre físicamente ni nada por el estilo. El único hombre que había en mi vida era Diego, él me había dado todo lo que yo tenía desde que mataron a mis padres cuando yo solo tenía diez años, él era un amigo de la familia y desde entonces él me llevó con sigo y a nadie le importó nada.

—No te preocupes, Tini.— me susurró Jorge —. Yo no quiero hacerte mal.—Me lo dijo de manera tan convincente que casi mi miedo hacia él desapareció por completo.

Me quedé de pie frente a él y lo vi alzar su mano hasta mi mejilla, me acarició casi como si me conociera de toda la vida, como si fuéramos amigos de toda la vida, incluso si no fuera porque era un completo extraño yo hubiera pensado que me quería, pero aún dentro de mí tenía esa horrible sensación, algo que me decía que me alejara de él, algo que me hacía creer que él iba a hacerme daño.Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Jorge para mí era el hombre más hermoso que yo haya visto jamás, solo lo había visto una vez en la vida y ya deseaba probar aquellos labios, pero a la misma vez que lo veía como nunca vi a ningún hombre había algo en su persona que me mostraba que era muy peligroso.

"Aléjate de él".–escuché esa voz resonar en mis oídos, pero esa no era la misma voz interna de antes que provenía de mis pensamientos, éste era un susurro que provenía de quien sabe dónde y volvía a repetirse una y otra vez, estaba escuchando esas voces nuevamente. Desde la muerte de mis padres empecé a escuchar aquellas voces aterradoras que se dedicaban a atormentarme. ¿Estoy loca? Me preguntaba yo todo el tiempo y temía contarle a alguien sobre eso.—¿Escuchaste eso?.—le pregunté a Jorge esperando que él si me entendiera.

—¿Qué? Yo no he escuchado nada.

—Jorge tengo miedo.—le dije con absoluta sinceridad. Por más que intentaba nunca iba a acostumbrarme a aquellas voces que solían atormentarme y cada vez eran más escalofriantes. Cada vez sonaban más aterradoras.

"Aléjate de él".—volví a escuchar ese horrible y aterrador susurro, la voz era demasiado
horrible, demasiado maligna, no sabía a qué temerle más.

—Jorge tengo miedo.—Volví a decirle con voz cortada por el pánico y ahogada por un nudo en la garganta—. Jorge, ¿no lo escuchas? Tengo miedo. Tú tampoco me crees, ¿verdad?.—Vi a Jorge fruncir el ceño.

—No tengas miedo, ¿sabes? Estás con Jorge Blanco, no tienes por qué tener miedo. Dime, ¿qué es lo que escuchas?.—me dijo con un tono lleno de ternura y me hizo sentir protección.

No quise responderle que estaba escuchando voces, la última vez que se lo mencioné a Diego él me llamó loca y ni siquiera le dio importancia.

—Jorge, llévame con Diego por favor.—dije.

—Bien.—me dijo con sequedad—. Vamos al Cabaret.

Jorge abrió la puerta de la habitación y solo hasta entonces noté que era la habitación de un motel, Jorge se abrió paso a caminar a través del pasillo hasta un elevador sin decirme nada, supuse que esperaba que yo lo siguiera y eso fue lo que hice. Lo seguí hasta que me llevó a un auto chapado a la antigua, verdaderamente una sorpresa ver un auto como ese, él abrió la puerta del copiloto y supe que aquel era su auto, me quedé de pie en la acera mirando a Jorge y al auto. 

—¿Qué esperas? Entra al auto.—me dijo Jorge.

Nunca antes un chico había sido cordial conmigo es por eso que ni siquiera me pasó por la cabeza que Jorge estuviera abriendo la puerta de su auto para mí. Despistada entré a aquel carruaje de quien sabe qué época. Jorge puso su auto en marcha. Yo lo miraba, miré su perfección.

—¿Dónde están tus padres?.—rompió Jorge con el silencio.

—Yo no tengo padres.

—¿O sea que sí vives con ese Diego?

—Sí, Diego es el único que me quiere, él me está enseñando a leer.—le comenté mi gran emoción por el agrado que me causaba recordar que Diego me enseñaba a leer con mucha paciencia.



Enamorada de un Demonio (a d a p t a d a)「 J o r t i n i 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora