Capítulo 44

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Dos horas después fui citada en la dirección. Me senté frente al escritorio magistral de la odiosa directora de Kent College, ella entrelazó sus manos y las colocó sobre la mesa del escritorio, me miraba con cierta superioridad y disgusto.

–Siéntese, señorita Stoessel –se quitó los anteojos para asegurarse de que yo viera su mirada fulminante.

–¿Qué se le ofrece, señorita Simmons? 

–A mí nada. La cité para hablar de un asuntito.

–¿De qué se trata? –pregunté algo intrigada.

–¿Ha leído usted el reglamento, señorita? –me preguntó ella.

Asentí con la cabeza.

–¿Sabe usted que las relaciones con el personal empleado del College están prohibidas? –me dijo. Vacilé antes de dar otro asentimiento leve para afirmar.

–Bien... El asunto es que he escuchado rumores de que usted tiene algún tipo de relación amorosa con uno de nuestros jardineros –me acusó–. ¿Es eso cierto?

Sabía que todo esto tenía que estar relacionado con Jorge y con Mercedes, lo más seguro es que ella haya sido la que le dijo esa gran verdad a la directora. Reflexioné. Si yo estaba rompiendo las reglas lo más probable es que fuera expulsada del internado y eso era lo que yo quería, salir de allí.

–Sí, es cierto –le respondí con desvergüenza.

–¿Entonces no piensa negarlo? –preguntó atónita al notar mi desfachatez.

–Es cierto. No puedo negarlo.

"Merezco ser expulsada" pensé en decirle, pero se daría cuenta de mis intensiones.

–Parece entonces que quieres un castigo. El resto de los fines de semana tendrás que quedarte en el internado a limpiar las aulas, sin reproches.

Todo me salió al revés, quería salir del asqueroso internado y sólo conseguí quedarme sin fines de semana libres. Un desastre. Clase de pintura. Yo me encontraba en ese salón junto a un grupo de chicos, frente al caballete con un pincel en mi mano mojado en pintura negra, el lienzo en blanco me susurraba que dibujara algo pero yo tenía algo miedo, no había pintado desde que tenía diez años y una nostalgia terrible me invadía, era tan terrible que sentía ganas de llorar y la mano con el pincel alzado me temblaba. 

Pedí colocarme cerca de la ventana con la excusa de "Así podré inspirarme mejor". No era del todo un pretexto, yo podía inspirarme mucho con aquella bellísima vista, Jorge y estaba en el amplio jardín dando hachazos a los troncos caídos de un árbol como un leñador. Llevaba una camisa ajustada que se le pegaba al cuerpo por el sudor, su cabello brillaba ante los radiantes rayos de luz solar que hacían que sus mejillas y labios se sonrojaran, los músculos de sus brazos se tensaban cuando hacia fuerza para levantar el hacha y yo me deleitaba viendo cada músculo de su cuerpo, cada hebra de su cabello brillante, cada lunar en su piel blanca pero levemente tostada, y cada precioso detalle de su físico perfecto y angelical. 

Era difícil concentrase en la pintura cuando tenía a algo tan distractor frente a mis ojos, yo obviamente quería dibujarlo a él pero sentía miedo de no ser lo suficientemente buena para lograr hacer un dibujo que describiera la palabra perfección, sinónimo de Jorge. Jorge no sabía que yo lo miraba desde arriba, parecía concentrado en su trabajo. Se detuvo por un momento para quitarse la camisa y la colocó en su hombro. Lo miré con deseo pero cerré los ojos para mantener el control. 

En cuanto vi el interior de mis párpados volví a escuchar las voces. Las voces de los espíritus. Esta vez me susurraron con tono siniestro y sombrío una sola palabra que repetían una y otra vez: "Sangre." Sólo era eso, Sangre, eran esas aterradoras voces que se dedicaban a atormentarme y producirme miedo. Sí, sentí mucho miedo pero debía ocultarlo, estaba en un lugar repleto de gente y no podía echarme a gritar o a correr. Mis manos temblaban todavía de forma cada vez más notable hasta que me di cuenta que no era solo un temblor, mis manos comenzaron a moverse sin mi consentimiento y empecé a dar trazos en el lienzo con el pincel cerrado en mi puño, yo no pude controlar mis manos, una extraña fuerza me hacia moverme en contra de mi voluntad.

Todos en el salón de clases se dieron cuenta, todas las miradas se posaron en mí, yo casi convulsionaba por el esfuerzo que hacía en controlar mi cuerpo pero no lograba hacerlo, seguía dando temblorosos trazos con pintura negra sin siquiera saber que era lo que estaba pintando, sentí como ese algo se apoderaba de mí por completo, mi nariz comenzó a sangrar por alguna razón y perdí por completo la visión, lo siguiente que vi fueron horribles imágenes de Jorge cubierto de sangre y con esos endemoniados ojos de gato verdes amarillentos, Jorge junto con Facundo, Jorge matando personas que jamás vi en mi vida de forma horrible. 

Jorge lo más parecido a un demonio que yo podía haberlo visto. Sentí que caí al suelo y recuperé mi visión, en seguida observé que sobre el lienzo estaba dibujada la marca que Jorge y Hashton tenían escondida en la parte delantera de su omóplato, la estrella dentro del círculo. Yo había dibujado aquello en contra de mi voluntad y ahora estaba tumbada en el frio suelo con la nariz ensangrentada y un montón de estudiantes a mi alrededor que se preguntaban qué rayos me había sucedido. El profesor de pintura se acercó a mí y me ayudó a levantarme.

–Xabiani –llamó el profesor–. Lleve a la Señorita Stoessel a enfermería.

Puse mi mano sobre mi nariz para ver si estaba rota pero no, no lo estaba, sólo sangraba.

–Estoy bien, no necesito ir a enfermería –dije cuando el profesor me dio una servilleta para
limpiar la sangre.

–Está sangrado. Será mejor que vaya.

Xabi me llevó fuera del salón y caminamos por el pasillo hasta llegar a la habitación vacía,
sin personas pero llena de artefactos médicos. Xabi me tomó de la mano para ayudarme a subir a la camilla.

–Voy a buscar a la enfermera –dijo él mientras se encaminaba hacia la puerta para irse, cuando llegó hasta esta puso una de sus manos sobre la manilla plateada y alargada y se detuvo allí, vaciló y luego se volvió nuevamente a mirarme. Me observaba con la cabeza inclinada hacia un lado al mismo tiempo que daba pasos lentos nuevamente abriéndose paso hasta mí. Él tenía una mirada morbosa. Cuando estuvo cerca de mí se movió sigilosamente y acarició el largo de mi cabello.



Enamorada de un Demonio (a d a p t a d a)「 J o r t i n i 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora