Capítulo 63

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Algo Imposible.

Hermoso, si, esa era la palabra perfecta para describir el hecho de volar por los aires en brazos de un ángel, también impactante y asombroso, ráfagas de aire soplaban y chocaban contra mi piel y hacían volar mi cabello, y la lluvia granizada me hacia rasguños en el rostro.

Le dedique una mirada al suelo y allí abajo Ruggero y el padre corría tras nosotros y eran perseguidos por los demonios, quizá a nosotros no podrían atraparnos pero a ellos... A ellos los atraparían si Haston no volvía con ellos a ayudarlos, los pobres chicos mortales luchaban solo ellos dos contra tantos demonios como era posible, vi a Ruggero lanzar dagas por los aires que se clavaban directo en el pecho de los demonios, los dos únicos humanos corrían y corrían tanto como podían tratando de no ser alcanzados, a diferencia de los malignos seres que no parecían hacer esfuerzo alguno. ¿Les estaban dando ventaja?

Vi como Ruggero tropezó y cayó a la tierra quedándose atrás, el padre Gregorio se detuvo vacilando para asegurarse de que el joven estaba bien pero no lo estaba, intento de ponerse de pie sin éxito y los demonios estaban tan cerca de él que note que Ruggero incluso podía sentir la respiración de esos monstruos.

-¡Hashton, van a atraparlos! -exclame con inquietud sintiendo el calor de sus gruesos brazos.

No hizo mas que volver su mirada hacia atrás y voló mas alto conmigo en sus brazos, proseguí mirando a Ruggero que estaba a punto de ser atrapado por los malos y al padre Gregorio que ahora había dado marcha atrás devolviéndose hasta Ruggero para socorrerlo. Pero sucedió algo inimaginable que me dejo sin habla, dos seres con alas blancas  aparecieron de los cielos volando por los aires y capturaron con prisa a Ruggero y al padre salvandolos de los demonios y zarandeando sus alas a toda marcha tras nosotros con mis camaradas en sus brazos.

Atravesamos en las alturas la montaña perdiendoles la pista a los monstruos y dejándolos atrás.

Había visto cosas hermosas pero sin duda esta era una de las mas hermosas, la ciudad se abría paso bajo nosotros, las luces nocturnas iluminaban el panorama del anochecer creciente que empezaba a montarse en el cielo, Rostock era una ciudad hermosa, preciosa y alucinante. Remontamos en el viento estruendoso y el movimiento de las alas enorme de los tres ángeles se escuchaba tan fuerte que me ensordecía. No estaba segura de hasta donde nos dirigíamos pero en pocos minutos aterrizamos en un oscuro callejón sin salida y entramos a un galpón de allí había, los tres ángeles de los cuales dos eran desconocidos para mi junto con los dos mortales y yo guardamos silencio hasta que Hashton decidió hablar.

-¿Donde estamos y quienes son ustedes? -indago Hashton con expresión rigurosa y severa.

Pensé que el sabia las respuestas a esas preguntas pero al parecer no era así.

-Hola Hashton Blanco. -entablo uno de los ángeles.

Ambos eran hermosos, altos y esbeltos, con un cuerpo formado y espaldas anchas, sus casi dos metros le sentaban muy bien, uno de ellos llevaba el cabello rubio y largo cayéndole sobre los hombros, sus ojos eran absolutamente negros y su piel blanca y sonrosada. El otro llevaba el cabello castaño un poco mas corto con un moderno corte que también le quedaba como anillo al dedo, era igual de alto, sus ojos eran azules y su piel dorada con un bronceado perfecto, sin mencionar que llevaban su tentador torso desnudo al igual que Hashton, los tres arcángeles habían guardado sus alas.

-soy Uriel, el arcángel Uriel. -respondió el chico de cabello cobrizo marrón.

-yo soy Metraton, o puedes llamarme Enoc. -añadió el chico rubio-. ¿No pensaran enfrentarse a los demonios ustedes solos, o si? ellos son millones, ustedes son... solo cuatro. Hay cientos como nosotros, tendrán que unirse a los nuestros si quieren derrotar al mal.

La detonación de las voces de esos hombres (arcángeles) era cadenciosa y delicada, dialogaban de la forma cordial, pausada y refinada.

-¿que tenemos que hacer? -pregunto el padre Gregorio como todo un especialista en la materia.

-hay que ocultarnos acá durante algunos días, antiguamente aquí había una monasterio, es terreno sagrado, por lo que ningún demonio entraría aquí. -explico el ángel Uriel.

-¡ya pueden salir! -grito de la nada el arcángel Enoc.

Enseguida vi aparecer desde la oscuridad del viejo galpón a cientos de chicos, jóvenes, apuestos y con el abdomen encuerado, ellos avanzaban hacia nosotros a marcha paulatina y con cautela. ¿Nos temían? Uno de los chicos que caminaban en la primera fila del pelotón de ángeles se detuvo a mirar sin disimular el tatuaje de Hashton. Lo miraba con recelo de arriba a abajo.

-¿el hijo del bien y el mal? -escudriño boquiabierto-. Bienvenido sea jefe.

¿Jefe? ¿Hashton? ¿jefe? Mi... Esposo parecía tan embrollado como yo.

-eres nuestro líder muchacho. -anuncio Enoc con su característica pronunciación de sabiduría que lo hacia aparentar mayor de lo que era, en cambio el aparentemente mas joven Uriel parecía tener un divertido sentido del humor.

-no estoy preparado.- se excuso mi... Hashton.

-no tienes que estarlo.- Intervino Uriel-. ¡Venga! Sabes dar golpes y dar ordenes, no necesitas nada mas pero creo que ella si.- se refería a mi.

-ella esta preparada.- Me defendió Hashton-. Le enseñe todo lo que se.

-pero no esta lista.- Escruto Enoc-. Se deja llevar demasiado por sus sentimientos. Debe aprender a matar. Debe conocer la diferencia entre ellos y nosotros. Y debe aprender a controlar sus poderes, quizá maneja muy bien una espada pero maneja muy mal sus emociones.

Uno de los centenales de ángeles fastuosos que allí estaban me observaba curioso.

-¿el salvador legendario? -adivino este joven incauto de cabello dorado.

Metraton asintió con la cabeza.

-es perfecto. -ausculte una voz juvenil. ¿Una voz de un niño?

Si, en ese segundo emergió de la muchedumbre de serafines un jovencito de unos 12 años con risos bermejos cayendo sobre su rostro, un agraciado rostro inocente.

-nuestros clan esta completo. -murmuro la criatura.

Uriel me avistaba divertido.

-el es Nathaniel Bastiaan. -Espero Uriel dirigiéndose a mi al hablar con expresión graciosa-. En nuestro pequeño Querubin, el mas joven del clan.

Nathaniel se apresuro a avecinarse hacia el arcángel Uriel frunciendo el ceño intentando parecer rudo o mayor. Por lo que se no le gustaba que lo tratasen como un niño.

-¡Lenya! -llamo Enoc a gritos.  

Enamorada de un Demonio (a d a p t a d a)「 J o r t i n i 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora