Capítulo 38

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Mientras tanto Jorge continuaba inmovilizado bajo los poderes de William, tenía los ojos cerrados y apretaba los labios. Hashton limpió la sangre de su boca utilizando su mano izquierda, luego, en un rápido movimiento abrió su camisa sin desabrochar los botones y la deslizó por sus brazos para sacársela. En su hombro tenía la misma marca que Jorge, la estrella encerrada en un círculo que parecía un tatuaje, parecía demasiado tenso, sus músculos se veían endurecidos y las venas le sobresalían notándosele a través de la piel en su cuello y brazos. 

Su respiración comenzó a agitarse como si hubiese estado corriendo y fue entonces cuando vislumbre un maravilloso par de alas blancas que se abrieron y salían de su espalda, ver aquello era hermoso, Hashton tenía algo celestial y parecía brillar con un aura luz blanca, su rostro se iluminó, literalmente brillaba como la escarcha y la luz blanca en absoluto. Su persona destilaba pureza y algo había cambiado en él, parecía todavía más hermoso, los demonios quedaron sorprendidos ante aquella transformación, ellos abrieron sus ojos de par en par como si nunca antes hubiesen visto algo parecido. Los dedos de John rodearon mi garganta y me apretaron estrangulándome, dejé de respirar ya que su agarre no permitía el paso de aire a través de mi garganta. Mi rostro casi morado por la falta de aire giro para ver a Jorge, él estaba sufriendo, tenía esa mueca de dolor en su rostro y supe que estaba haciendo todo su esfuerzo para moverse por la forma en que tensaba la mandíbula y los músculos se le entumecían. William lo tenía atrapado bajo una especie de hechizo. 

–¡No... to... toques... a... a Tini Maldito! –dijo a duras penas Jorge balbuceando con
muchísimo esfuerzo.

Cuando sentía que iba a desmayarme por la falta de aire una brisa ensordecedora me golpeó, los papeles que habían estado tirados por todo el suelo volaron por los aires como si un tornado estuviera pasando en ese momento, noté que esto lo causó el viento producido cuando Hashton agitaba las alas, de pronto él se encontraba de pie sacudiendo sus alas detrás de John que seguía ahorcándome. Hashton cerró sus manos en puños que colgaban a cada lado de su cuerpo, después de esto lo vi alzar uno de sus puños y lanzó un tremendo golpe a John mandándolo hasta el otro extremo de la habitación, este chocó contra la pared con tanta fuerza que esta quedó agrietada y luego cayó al suelo, parecía haberse roto todos los huesos. Nunca había imaginado a Hashton así, tan místico, tan protector, tan diferente. 

Definitivamente él era un ángel con todas sus letras, mis ojos se cegaban con la luz que manaba de Hashton y por otra parte sufría al ver a Jorge tan débil y lastimado le estaban haciendo mucho daño. 

–Suéltame –le susurró Jorge a William con voz ronca.

William ni siquiera estaba tocando a Jorge pero yo veía como le hacía daño con solo utilizar su mirada. Comencé a toser y traté de respirar desesperada luego de que John había sido obligado a soltarme. Intenté ponerme de pie y continué cojeando ya que estaba herida por todas partes. Noté que el padre Gregorio seguía ahí cuando escuché que alzó su voz diciendo un montón de palabras en otro idioma, latín, si no me equivoco. Él alzó su crucifijo en lo alto con la mano derecha y prácticamente gritaba escupiendo gran cantidad de palabras en latín. Quedé atónita cuando vi que todos los demonios comenzaron a retorcerse y a gritar como si estuviesen siendo quemados vivos, Ruggero se sacudió de encima a un tipo que lo tenía aplastado en el suelo y se levantó, sacó una daga que tenía clavada en su hombro y su herida chorreó sangre.

–¡Salgamos lejos de aquí! –gritó William con una voz adolorida, todos incluso él se
revolvían y lanzaban gritos ensordecedores, Jorge quedó liberado de aquel poder que lo tenía inmovilizado y permaneció tendido en el suelo, puso su mano en su pecho y respiró profundo bastante agitado, William cayó de rodillas como si acabaran de atravesar una espada en su pecho, fue entonces cuando comprendí que todos los demonios estaban bajo el efecto de una especie de conjuro, lo que estaba recitando el padre Gregorio les estaba haciendo daño mortal pero los malos no eran los únicos que estaban siendo lastimados. Escuché un grito de Jorge que ahora también empezaba a revolcarse en el suelo al igual que los demás. Por supuesto: "Jorge también es un demonio" pensé. También aquello estaba haciéndole daño. 

–¡Corran! –gritó William levantándose del suelo y echándose a correr con una mueca de dolor en su rostro.

Todos los demonios tardaron algunos larguísimos minutos en desaparecer huyendo por las ventanas del techo y otros salieron dando zancadas por la puerta. 

El padre Gregorio seguía orando en ese extraño idioma, firme, sin titubeos y en voz alta.
Jorge cada vez parecía más adolorido y seguía chillando y lanzando gritos y retorciéndose
tumbado en el suelo.

–¡Ya basta! –protesté acercándome a Jorge cojeando. Cuando estuve cerca de él me lancé al
suelo y lo rodeé con mis brazos.

–Aún no –replicó Ruggero.

¿Aún no? Me pregunté. ¿Qué a acaso quieren matar a Jorge? Su estado crítico era lo que más me provocaba terror y nervios, vi como Jorge sufría y lo mucho que parecía estar lastimado, era como si estuviera envuelto en llamas pues él gritaba como si fuego le estuviera quemando la piel en carne viva. A mí me dolía seguir mirándolo, temí perderlo, temía que me dejara sola. Sentí un dolor terrible en el pecho y un vació profundo en mi corazón al tener a Jorge en brazos sufriendo tanto.


Enamorada de un Demonio (a d a p t a d a)「 J o r t i n i 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora