Capítulo 16: Odiándote

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Itachi Uchiha

Aquella tarde, me quedé tumbado en la cama abrazando y acariciando a Deidara, me sentía a gusto estando con él y eso era raro en mí, porque desde lo de mi clan, no había vuelto a tener estos sentimientos, pero la verdad era... que Deidara me importaba más de lo que creía, bastante más. No podía imaginarme que alguien más quisiera tocarle o hacerle algo, mataría a todo aquel que intentara algo con mi rubio sin su consentimiento, él era mío y solamente mío. Estuve pensando hasta de ponerle un bonito cartel que pusiera "Propiedad del Uchiha, no tocar".

La verdad es que creo que Deidara sólo sintió mis caricias al principio, porque después se quedó dormido como un niño pequeño entre mis brazos, creo que era la primera vez que dormía realmente a gusto, sin sentir miedo de que entrasen a su cuarto a hacerle algo y me supo mal despertarle, tampoco quería que lo hiciera para que se fuera a su dormitorio, quería que se quedase aquí junto a mí, que durmiera conmigo tal y como estaba, abrazado a mí cintura con la cabeza en mi pecho.

Tal y como estábamos, acabé durmiéndome yo también, con los brazos fuertemente cogidos a Deidara por miedo a que pudiera pasarle algo, a que se alejase de mí, no quería perderle. Me desperté cuando sentí el tacto de las yemas de Deidara sobre mi pecho, rozando todo mi abdomen y haciéndome cosquillas ¡me gustaba que lo hiciera! Tenía un tacto muy suave y una delicadeza que sólo recordaba que tuviera mi madre, Deidara tenía esa dulzura innata.

- ¿Ya despierto? – le pregunté.

- Sí – me dijo – no puedo dormir contigo a mi lado.

- ¿Por qué no?

- Porque querría estar todo el día mirándote, querría estar todo el día junto a ti.

- Puedes estarlo - le dije – me gusta mucho tu compañía.

- Itachi... - dijo mi nombre por primera vez en voz alta y me sorprendí, me había hecho caso. No pude evitar sonreír - ¿puedo pedirte algo importante?

- Claro ¿Qué quieres?

- Quiero... quiero tener relaciones sexuales contigo.

Me quedé atónito un segundo, porque no era conveniente tal y como estaba, pero como para decirle que no, hasta yo me moría de ganas por hacerle mío, era algo que pasaría tarde o temprano si seguíamos así. Tampoco esperaba que fuera él quien me lo pidiera, creí que tendría que quitarle el miedo poco a poco y sé que aún tenía miedo aunque intentaba decirme que lo hiciéramos.

- No es conveniente, necesitas recuperarte y para eso, lo mejor es reposo.

- Por favor – me pidió – hazlo despacio, puedo aguantarlo.

- Deidara... no puedes, créeme, cuando empiece querrás que pare, te vendrán los recuerdos y sinceramente... yo prefiero esperar a que tus heridas hayan sanado por completo.

- Necesito que lo hagas –me dijo a punto de llorar – necesito que me quites las marcas que me han dejado, no quiero tener nada de ellos en el cuerpo, quiero que me enseñes que se puede disfrutar el sexo, porque hasta el momento, sólo he sentido dolor. ¿siempre duele? – me preguntó.

- Sí – le dije – siempre, a veces más a veces menos, pero siempre duele.

Pareció desanimarse con aquella aclaración y me supo mal que pensara así, porque era cierto que dolía, pero también era cierto que se disfrutaba, que había placer en todo ello, no sólo la penetración, las caricias, los besos, todo contaba.

Juguete para Uchihas (Naruto, ItaDei, Naru-sasu-Naru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora