Capítulo 5: Detrás del antipático.

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"Es curioso que la vida, cuanto más vacía, más pesa".

                                                                                                                                 — León Daudí.


Era extraño cómo podía llegar a sentirse tan vacío. Cada día, cuando todos se juntaban luego del entrenamiento, los veía con aquellas grandes sonrisas, bromeando y hablando como si él no estuviera allí.

Se sentía lejano de todo, todo aquello que lo rodeaba parecía ser ficción, como si él no fuera más que espectador de su propia existencia. Y qué vacío puede sentirse uno cuando siente que su vida ya no le pertenece y se está en modo automático.

Se levantaban, desayunaban, iban al entrenamiento que se pausaba para el almuerzo y que luego duraba hasta la tarde, y entonces cenaban y se acostaban para dormir, pero... Mika no necesitaba comer ni dormir. Todo aquello que estaba en la agenda era exclusivamente para los demás, pero no tenía más opción que acompañarlos. ¿Qué más podría hacer sino? Ir a sentarse solo en la roca de los pensamientos —cosa que hacía prácticamente todos los días luego de ayudar a entrenar a esos desagradecidos— mientras en su cabeza se repetía hasta el cansancio que debía dejar ser a Yuu-chan, que éste no tenía la obligación de acompañarle todo el día.

Sin embargo..., ¿cuánto le costaba ir a sentarse a su lado? ¿Qué esperaba? Mika no le rogaría por compañía. Él tenía su dignidad todavía y el hecho de que lo amara no iba a hacer que la perdiera así de fácil. No cuando lo que sentía por él no era correspondido, ...pero qué importaba. Seguro Yuichiro ni se había percatado de cómo se sentía en verdad.

¿Acaso era él quien estaba mal?, pretendiendo que el pelinegro lo pusiera en un puesto por encima de los demás. ¿Estaba siendo injusto o tenía razón? De todas maneras, ¿por qué seguía allí si no podría cambiar nada? Yuu seguiría siendo igual de confianzudo con su nueva "familia", los humanos continuarían igual de crueles y él..., así, como siempre; con la vida pausada en lo que juraría que era su peor momento.

Tal vez, si su visión no estuviera nublada por sus sentimientos románticos, sería más fácil. Posiblemente no se tomaría todo peor de lo que era. Si sus pensamientos no estuvieran desviados y sólo lo viera como un amigo o un hermano, ignoraría la distancia, el hecho de que ya no estaban tan pegados como los primeros días. Obviamente hablaban a cada rato y Yuu trataba de no dejarlo de lado, pero no ya era lo mismo.

Yuu había conseguido una nueva familia.


En el baño, la lluvia cálida de la ducha resonaba con su monótono sonido al estrellarse contra el suelo. Un suspiro entrecortado se escapó de aquellos labios que estaban rojos debido a la temperatura, uniéndose junto al vapor que se elevaba.

Con los ojos cerrados, y su espalda desnuda apoyada contra la pared de cerámica, se dedicaba un momento para no pensar en absolutamente nada y concentrarse en cómo el agua caía sobre él, aplastando el cabello sobre su frente.

Los segundos pasaron y, en cuanto se sintió más tranquilo, buscó el champú y vació lo que quedaba en su mano, llevándoselo a la cabeza para empezar a hacer espuma. Había descubierto que le gustaba pasar el tiempo allí, bajo el agua, por lo cual todos los días no dudaba en darse una ducha. 

Miró a una esquina de la bañera y se percató de que no la había destapado; no le importó.

Siguió masajeándose con la yema de los dedos, al tiempo en que un pensamiento se escabullía en su mente; "¿Qué estará haciendo, Yuu-chan?"

La única esperanza. [MikaYuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora