Capítulo FINAL: Sea como sea, cueste lo que cueste, te salvaré.

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¿Cómo estarás años luego de los desastres que hemos visto?
¿Qué pasaría si tratamos de entender el dolor de todas las personas que murieron consumidas en fuego puro y llamas ardientes?


La manera en que se movían las cortinas ante el delicado viento matutino que las empujaba, le recordaba a los tiernos días en el orfanato. Dónde la mayoría de sus recuerdos se fundían en un sentimiento de calidez que llenaba su pecho por completo, y que culminaban como última buena memoria en aquella mirada esmeralda.

Ya no más. Ya nunca más...

Una mano que se apretó sobre su manga le hizo correr la vista de las ventanas, para así poder mirar al joven tendido entre las sábanas blancas del hospital. Una vaga sonrisa se le fue dedicada como un acto inmediato y otra fue dada a cambio. Con alegría y con pena, con melancolía al ver aquellos ojos que iban desde el verde más brillante al rojo más puro, sin embargo y a pesar de todo, el brillo parecía nunca desvanecerse.

- Mika -susurró con voz ronca el recién despertado.

El mencionado simplemente entrelazó sus dedos, llevando su zurda por sobre el costado de la cadera del otro y acariciando ligeramente sin romper en ningún segundo la unión de sus miradas.

- A veces tu mirada luce tan triste, Mika...

- Lo sé, Yuu-chan -musitó apenas, como si cada palabra apenas rozara sus labios.

- Eres un idiota al seguir con esa expresión, ¿lo sabes?

Mikaela rió por lo bajo para enseguida apretar los labios con un dejo de rabia.

- Soy un idiota, sí -dijo ganándose un apretujón de mano más fuerte.

Yuichiro bostezó y se estiró ligeramente en su lugar, sintiendo un malestar increíble recorrer su cuerpo entero. Se sentía débil, cansado, como un trapo pero no iba a quejarse, por Dios, habían pasado por tanto, habían luchado tanto por esto, por estar allí, sabiendo que ya podían vivir en paz, que realmente... eran libres. Aquello que habían soñado desde niños, aquello por lo que habían pasado noches desvelándose, ilusionándose, se presentaba por fin.

- Esto es -comenzó a decir al tiempo en que se sentaba en su lugar, apoyándose contra el respaldar- una locura. Siento demasiadas cosas en mi interior ahora mismo, Mika. Tengo ganas de reír, de llorar y de romper una pared de un puñetazo. -Un suspiro aliviado salió justo enseguida-. Por favor, dime que ésta vez no es un sueño. Prométeme que cuando vuelva a abrir los ojos tú no estarás lejos.

- Aquí estaré, te lo prometo.

Una sonrisa de lado a lado se dibujó en el rostro del menor al tiempo en que cerraba los ojos con calma. Aquella paz que le transmitía Mika valía oro.

- Gracias -dijo en un suspiro, llevando aquella mano con la que sostenía a la del otro hacia su pecho como si quisiese hacerle sentir la manera en que su corazón latía sólo por y para él.

Luego, los minutos pasaron en silencio. Con ambos muchachos manteniendo sus ojos cerrados y respirando lento, de vez en cuando escuchando el canto de alguna ave que pasaba volando por el otro lado del vidrio.

Lentamente, al decidir que tenía que ir al grano y no evadir las cosas, Mika abrió los ojos y soltó su mano lo que logró que le mirara con algo de duda. No obstante, no pasó ni medio segundo para que alguien de cabello blanco entrara a la habitación y los saludara con esa actitud amable tan típica de él; Shinya.

- ¿Cómo te sientes, Yuu? -preguntó sentándose en una silla que había al otro costado de la cama.

- Bien -se limitó a decir al principio, pero enseguida agregó: "Muy cansado".

La única esperanza. [MikaYuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora