Capítulo 8: Mira la verdad con tus propios ojos.

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Yoichi fue el primero en llegar a la cocina. Aquella mañana estaba tan fría que no pudo evitar prender la chimenea. Miró por la ventana y se encontró con un paisaje blanco cual tiza. Sonrío para sí, pensando en lo hermoso que se veía y, luego de un momento, decidió ir a hacerse un té con leche. 

A él le gustaba despertarse un poco antes que los demás; disfrutar del silencio matutino, la frescura de un nuevo día que comenzaba, y sentarse a admirar su alrededor.

Cuando ya tuvo hecho lo que quería tomar, se dirigió a la mesa y se sentó a beber con calma. Mientras, miraba el fuego que se alzaba sobre las leñas, extrañando lo linda que se vio la chimenea con adornos navideños.

Había pasado un mes desde año nuevo.

Al terminar, miró el reloj y vio que ya eran las ocho. Los demás no tardarían en llegar.

"Hace días que no hablo bien con Mikaela-kun", pensó mirado la mesa sin mucha atención. "Últimamente no se ve muy feliz, tal vez debería..."

— Hola, Yoichi —saludó Yuu, pasando por su lado hacia la cocina.

El castaño pestañeó, dándose cuenta de que quizás podría ayudar a Mika con la ayuda de éste que tanto le conocía, así que decidió levantarse e ir tras él.

A penas se asomó sobre el umbral, lo pudo ver preparándose el desayuno. Se veía tranquilo, por lo que no quería preocuparle desde tan temprano, pero supuso que seguro lo entendería.

— Yuu-kun. — El mencionado alzó la mirada para verle—. ¿Has hablado con Mikaela?

— Bueno..., no tanto. ¿Por? —Tomó una cuchara y, luego de poner dos de azúcar, comenzó a revolver.

— Creo que está mal.

"Carajo...", pensó Yuichiro, sintiéndose culpable. Apretó los labios y, con la mirada, hizo un ademán para que Yoichi le siguiera hasta la mesa.

— En realidad —continuó el menor ya sentado—, no lo creo, sé que lo está. Quiero decir, su mirada está muy... apagada. Triste. Seguro lo has notado, no hace falta hablarle mucho para darse cuenta de ese detalle. —Yuu sólo se limitó a seguir revolviendo. Aunque ya no había nada que revolver—. La otra vez, antes de navidad, me había dicho que no se sentía cómodo aquí. Supongo que tiene algo que ver.

— Así que te ha dicho eso... —musitó.

— Sí. Trato de convencer a los demás para que sean más amistosos con él, pero no funciona.

— Dímelo a mí. Me has visto decirles un millón de veces que es un buen chico, que esto y lo otro, pero..., no sé, ¿le temen?, ¿desconfían de él? Ya no sé qué creer...

Ambos se quedaron en silencio unos segundos; sólo se escuchaba la cuchara chocando contra la cerámica, una y otra vez.

— Igual..., no creo que ese sea el único motivo, Yuu-kun.

Claro que no lo era, también estaba el hecho de que él no le había respondido jamás acerca de lo que había ocurrido en navidad. ¿Pero cómo sabría Yoichi de eso?

Yuichiro le miró con duda, preguntándose si llegaría a decirle algo al respecto.

— ¿Por qué lo dices? —dijo, sintiéndose intrigado.

— Emh, bueno... Sólo es una sospecha mía, así que no te rías.

— ¡Claro que no, dime!

El castaño bajó la mirada hacia un costado, un poco arrepentido de haber dicho eso, pero ahora tenía a su amigo perforándole el rostro con la mirada, así que quizás no le quedaba otra que hablar.

La única esperanza. [MikaYuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora