Capítulo 18 SEGUNDA PARTE: Porque de ésta vida no te vas sin antes pagar.

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Desde el suelo, sentía cómo la sangre comenzaba a abandonar su cuerpo a cantidades descomunales. Miraba con los ojos vidriados a aquel Mikaela poseído a lo lejos. Un sinfín de sentimientos se reunió en su interior, y no supo que dolía más. Temblaba, lloraba, moría... pero a pesar de todo esto, lo único por lo que verdaderamente sufría era por Mika, por haber sido él quién lo llevó a estar de esa forma. Pudo ver a Kimizuki por enfrente de él, alzándolo ligeramente para tapar la perforación tratando de no permitir que más de su sangre saliera, pero... debían ser sinceros; él ya estaba perdido. También lo veía hablar, pero no podía escucharle muy bien. Reuniendo todas sus fuerzas, le tomó del cuello y acercó la boca a su oído, para susurrar con rabia: 

— Ve... y asesina a Kureto —le ordenó, apuntando hacia aquel edificio— Ellos lo..., lo han hecho todo.

— ¡No te dejaré, idiota! —le gritó el de anteojos que lloraba por debajo de éstos.

— ¡QUE VAYAS, MALDICIÓN!

Le empujó como pudo, cayendo de frente al suelo del cual apenas podía sostenerse con sus manos tiritantes. Kimizuki, asintió y con los labios apretados, salió despedido negándose a mirar atrás hasta aquel edificio que le había enseñado, pero para ello antes debía ir en busca del equipo de Shinoa. A ella, ni a Mitsuba debió buscarlas porque las vio ir corriendo hasta el cuerpo de Yuichiro, para enseguida tirarse a su lado sin saber qué hacer.

— ¡Debemos ir por Kureto, no tenemos tiempo! — les dijo él tratando de mantener la compostura— Maldición, ¡ya mismo! —les exigió tomándoles del brazo a ambas para alzarlas y llevárselas obligadamente.

¡Él también se estaba sintiendo terriblemente por su muerte!, pero si no lograban detener la razón de todo aquello entonces todo estaría perdido.

Shinoa, se libró de su agarre bruscamente, retrocediendo hasta volver con Yuu.

— Busquen a Narumi, a Shinya y todos menos a Guren. ¿Me han entendido? — Ambos se quedaron mirándole confundidos— ¡Es una orden, vayan ahora y acaben con esto!

Los dos adolescentes salieron en busca de los mencionados sin perder ni un segundo. Ella, por su cuenta, se agachó a su lado y suavemente acarició su rostro, contorneándolo con sus dedos. Sorbió de sus lágrimas, y se prometió ser fuerte, que podría con ello. Que podría sobrevivir sin él.

Realmente... ¿realmente me he muerto? —le preguntó Yuichiro a Asuramaru en cuanto lo vio allí parado, mirándole con decepción.

Estoy haciendo todo lo posible para que vivas un poco más... pero me temo que no sobrevivirás a esto.

Shinoa, vio a su alrededor con él recostado en su falda, y notó que Mikaela ahora se encontraba en el suelo, y que a pesar de que ya no tenía las alas, y no había ni un rastro de luz rodeándole, nadie se animaba a acercársele. Acaso... ¿acaso se había acabado? Corrió la vista hacia Yuu, y luego recordó que éste llevaba consigo un pequeño bolso de cuero lleno de botellas con sangre por si algo sucedía. Bajó los brazos y tanteó su cuerpo hasta encontrar por debajo del saco aquello. Tomó del estuche, y lo abrió con tanta desesperación que podría haberlo dejado caer, finalmente comprobando que allí estaban realmente los tubos.

Le dolió en el alma tener que dejarlo nuevamente en el suelo, pero de esa única manera podría ir hacia Mika. Y eso hizo; corrió, y corrió velozmente hasta que pudo alcanzar al joven tendido débilmente entre la tierra y los escombros, y que tenía toda su espalda llena de sangre seca. Exclamó su nombre varias veces en intentos llenos de miedo por saber si ya había vuelto a la normalidad, y fue cuando éste luego de emitir un inaudible quejido, volteó el rostro hacia ella, que le recibió con una sonrisa llena de esperanza.

La única esperanza. [MikaYuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora