Capítulo 12: Confía en mi.

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Es obvio decir que Kureto no podía entregarle la pastilla a Mika o, mejor dicho, a Yuu. Hacía ya un año, se habían visto cara a cara por primera vez y no de una... muy buena manera que digamos, ya que éste había amarrado y torturado a Yoichi y Shiho, tratando de sacar información. Así que, para que la misión se llevara a cabo, debía mandar a Guren para que se lo entregara a Yuichiro, y así llegar hasta las manos de Mikala.

Sabía que no sería tan fácil como planeaba.

Yuichiro esa mañana había sido llamado a la oficina de Guren, a la cual ya acostumbraba ir debido a que siempre lo regañaban por algo, pero ésta vez el motivo era totalmente diferente. A penas se sentó frente al escritorio del teniente, arqueó las cejas preguntándose porqué tanto suspenso. Fue entonces cuando el mayor le enseñó la pastilla en su pequeño recipiente de plástico.

— ¿Tienes una idea de qué es esto?

— Eh... ¿una píldora? —contestó encogiéndose de hombros.

— Sí, bueno. Esto ayudará a Mika cuando estemos en el campo de batalla. Porque —enfatizó con fuerza antes de que le interrumpiera—, a pesar de ser vampiro, él puede debilitarse por la falta de sangre, y no queremos que tú le des porque si no tú serás el que estará débil.

— Espera ¿esto quiere decir que lo hará incluso más resistente? —Guren asintió—. ¡Es genial! Entonces, ¿qué quieres que haga?

— Solamente debes dársela. Procurar que se la tome en el momento indicado.

— ¿Y cuándo sé que...?

— Una hora antes. Luego de sesenta minutos, la pastilla hará efecto y durará alrededor de otra hora más. Sabes que yo no puedo entregársela ya que no confía en nosotros.

El oji-verde suspiró. Tenía razón; Mika tenía la idea de que eran malvados clavada en su cabeza.

Tomó la pastilla y la guardó en uno de sus bolsillos. Guren apretó los labios pensando en que Yuu realmente era muy crédulo. Ah, pero ya podía escuchar a Shinya decir: "No, no es crédulo. Lo que sucede es que tiene toda la confianza puesta en ti ya que tú lo rescataste." Él era como su figura paterna después de todo, y aun así, le estaba haciendo eso a tal par de muchachos.

Yuu se retiró cerrando la puerta en ésta oportunidad, y Guren apoyó los codos en el escritorio, mirando perdidamente a la entrada ya cerrada. 

— Este idiota... —suspiró cerrando los ojos.

Eran apenas las nueve y media de la mañana. La fresca brisa matutina entraba a la cocina con calma, despeinando con suavidad los cabellos de Yoichi que se encontraba sentado junto a la barra llena de tazas. A su lado estaba Mika, observando a su alrededor con una expresión aburrida. Mitsuba, que recién llegaba, se acomodaba con su chocolatada junto a Shinoa y Kimizuki que había encontrado un periódico viejo para leer.

— Mika —comenzó a hablar la de cabello lila desde su lugar—, me he estado preguntando... ¿por qué usas el chan con Yuu-san? Por lo general, se usa en chicas... o en niños pequeños.

El rubio le lanzó una mirada al morocho que acababa de sentarse entre Yoichi y él.

— Mmm, bueno. Supongo que es porque Yuu-chan parecía una niña cuando éramos pequeños.

— ¿¡EEEHHH!? —gritó dejando la taza a un lado con brusquedad sin siquiera haber tomado una gota de ella— ¿¡Qué dices!? ¡El que parecía niña eras tú!

Mika rió por lo bajo; sabía que aquello le haría enojarse. De hecho él conocía todas las cosas que molestaban a su novio así que, cuando estaba aburrido, no dudaba en utilizar sus métodos para hacerle rabiar y divertirse un poco.

La única esperanza. [MikaYuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora