Capitulo XXXVI

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"Cuando rompes una promesa, también rompes un corazón".

-¡Fiesta descontrolada en mi casa hoy por la noche! -Gritó Sean cuando bajábamos las escaleras para llegar a su vehículo. Los alumnos gritaron y celebraron.

-¿A qué se debe esto? -Reí.

-No lo sé, solo quería fiesta descontrolada en mi casa hoy por la noche. -Sonrió elevando los hombros.

-¿Y tus padres? -Cuestionó Gilo.

-De viaje.

-¿Tus hermanas? -Pregunté.

-Con ellos. Así que, puedo hacer lo que quiera.

-Eres un rebelde -Bromeé.

-Lo sé, lo sé querida sistah. -Carcajeó.

Los mensajes habían cesado en tan solo dos semanas, y eso me ponía feliz.

Nat estaba pendiente de mi móvil a cada segundo, parecía un agente secreto.

Nuestra relación iba bien.

-¿Cómo es qué me hice amiga de éste demente? -Dijo Gilo entre risas.

-Bájale a la velocidad, Sean. Moriré -Reí.

-Vamos a una velocidad neutra.

-Con que doscientos kilómetros por hora es una velocidad neutra, Flynn. -Habló Josh - Entiendo que no estás drogado -Rió.

-¡Hey! -Se quejó- Debemos ir al centro comercial por comida, estoy pobre y créeme que no tengo nada en el frizzer.

-¿Y Nat? -Cuestionó Josh.

-Dijo que tenía algo que hacer ahora, pero que no se perdía una fiesta descontrolada de Sean Flynn. -Rodé los ojos.

-Quien como él.

Sean aparcó el vehículo y dos segundos luego, todos estábamos bajo éste.

-Bien. Necesito alcohol, comida, entre otras cosas -Habló Sean.

Gilo y yo nos adelantamos, a decir verdad, estar con esos dos enfermos mentales cantando no sé qué canción, nos avergonzaba.

-Vosotros dos. -Oímos a nuestras espaldas, un gran gorila observaba a Sean y Josh de mala forma- No podéis entrar.

-¡Eh, tío! ¿Sabes quién soy? ¡Soy Sean Flynn!-Cuestionó Sean. Oh no, aquí vamos de nuevo.

-¿Y tú sabéis quién soy yo? -Habló el gorila.

-El gorila que no nos deja entrar.

-Es mi trabajo. Vosotros dos estáis drogados. -Los fulminó con la mirada. Gilo y yo carcajeamos.

-¡No es así! -Exclamó Josh- ¡Ellas vienen con nosotros!, si quieres pregúntales. -Nos indicó con el dedo índice.

El gorila giró y se acercó a ambas. -¿Es eso cierto? -Cuestionó con cierta duda en sus palabras.

-Sí, lo lamento -Me disculpé- Son algo... idiotas.

-Así veo, vale. -Sonrió- Eh, vosotros idiotas. -Los llamó- Podéis entrar.

Sean y Josh sonrieron ampliamente y corrieron a nosotras.

-Son unos estúpidos descerebrados -Dijo Gilo entre risas.-Hasta el guardia de seguridad cree que están drogados.

-¡Eh tío, que él era español de España, coño! -Exclamó Josh imitando su acento, carcajeamos.

(...)

No te tengo miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora