Pasan los días y cada vez me siento más frustrada. Sabía que no sería fácil, ya que aunque siga conectada a él, no sé con cuanta frecuencia puede aparecer la dimensión en la que está. Además estoy descubriendo que la paciencia no es mi fuerte.
Salto a otras realidades. En algunas ni siquiera aparecen él o David, no sé si porque no forman parte de mi vida o porque aún no les he conocido. También encuentro otras, en las que somos amigos, pero rápidamente sé que no es él, sino el Neo de esa dimensión. Mi mente empieza a estar agotada.
Uno de los días, al terminar la sesión hablo con Alex.
—Estoy preocupada.
Estamos en la sala de descanso y es lo suficientemente tarde cómo para que sólo quedemos los dos. Abro un paquete de patatas fritas mientras Alex acerca un par de refrescos.
—¿Por qué?
—Tengo la sensación de que no le voy a encontrar. Ya llevamos una semana...
Me mira divertido. No sé por qué le hago tanta gracia.
—No me pareces de las que se dan por vencidas.
—No lo entiendes. Mira, puede que esté conectada a las mismas dimensiones que él, porque antes o después formará parte de mi vida. Sin embargo, ahí radica el principal problema. Habéis dado por hecho que se ha quedado en una dimensión en la que tiene relación conmigo. Pero, ¿qué pasa si no es así?
Se rasca la barbilla.
—¿Dices que igual está en una de las que has descartado?
—Por ejemplo. Al no verle en mis recuerdos, automáticamente he descartado esa realidad, pero eso no significa que no esté en ella. Piénsalo. Si aquí no quería volver a vernos a David y a mí, ¿por qué iba a elegir una vida en la que somos sus amigos?
Doy varios tragos a mi refresco y miro a Alex expectante.
—Puede que tengas razón, aunque yo creo que sí está en una dimensión en la que ya os conocéis.
—¿Por qué estás tan seguro?
Aunque no hay nadie más en la sala, se acerca en plan confidente.
—Verás, Walsh estaba muy convencido de que tú serías la única capaz de encontrarle. Eso es porque en realidad tiene indicios de lo que Neo estaba buscando aunque no nos haya dicho nada.
Se le escapa un bostezo que me hace sentir culpable.
—Siento que tengas que estar aquí conmigo a estas horas.
Se encoge de hombros.
—Bah, tú no tienes culpa de verte envuelta en esto.
—Espero poder encontrarle en los próximos días, si no hablaré con Walsh para que me cuente lo que nos ha ocultado.
—Sí, quizás sea lo mejor.
No sé cuándo se ha vuelto mi confidente, pero me alegro de tener alguien con quien poder hablar de esto. Desde que empezamos, no he quedado con David, no me atrevo a llamarle y es obvio que él no lo va a hacer. Tampoco cuento con May, aunque sé que está preocupada por mí, pero no quiero involucrarla hasta que todo termine. Así que me fijo en el chico que tengo en frente, ese que en unos pocos días se ha convertido en algo parecido a un amigo.
—Gracias por tu ayuda. Y por escucharme.
Me mira a los ojos extrañado.
—Te debo una, es lo menos que puedo hacer.
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Árboles de metal
Science FictionCONTINUACIÓN de Árboles de ceniza. Ari ha comenzado la universidad e intenta llevar una vida normal, lo que le resulta difícil, después de todo lo ocurrido durante el verano. No puede olvidar su vida en la otra realidad ni la gente que allí con...