Respiro hondo antes de entrar en la habitación y no más traspasar la puerta, busco con la mirada al famoso Hunter. Le veo detrás de un escritorio moderno, sentado en un enorme sillón de cuero negro y nos observa con atención. Detrás de él hay un montón de pantallas de televisión. Me fijo que algunas emiten imágenes de la zona de discoteca desde distintos ángulos, pero el resto, parecen corresponder a las otras salas que hay en este mismo pasillo. En una de ellas se ve a varias personas sentadas en butacas con una pulsera en la muñeca derecha. De la pulsera salen varios cables que serpentean por el suelo hasta una de las paredes en la que están conectados a un pequeño aparato. Todos tienen los ojos cerrados y de vez en cuando se sobresaltan o se mueven como acto reflejo. Al darme cuenta de que están disfrutando de la "versión barata" que Hunter les ofrece, aparto la vista, pues no quiero ver lo que está sucediendo ni en esa, ni en el resto de pantallas. Cuanto menos sepa, mejor.
Nos hace un gesto para que ocupemos los asientos que ha dispuesto frente a su escritorio y descubro que hay cinco. "Claro, a nosotros también nos estaba vigilando". Seguramente habrá estado atento a nuestra conversación con Samuel y así juega con ventaja. Neo se sienta a mi lado sin soltarme la mano y me da un leve apretón para que esté tranquila. "Como si fuera tan fácil".
—Bien, Samuel me ha dicho que tenéis algunas preguntas.
Tiene la voz grave, una voz que le va perfecta a su aspecto. Es un hombre de unos 45 años, atractivo y elegante, algo que sabe de sobra, lo que hace que irradie una seguridad pasmosa. Pero lo que más me llama la atención es que su mirada me dice que también es frío y calculador, alguien a quien es mejor no cabrear.
—Pensamos que en contra de lo que se dijo hace tiempo, hay gente empática —afirma Set.
Hunter sonríe.
—Eso no es una pregunta... pero te diré que es así.
—¿Eso significa que el chip no sería necesario? —pregunto.
—El chip es necesario, pero no por el motivo que nos quieren vender y mucho menos para suplir una empatía según ellos inexistente.
No entiendo qué puede querer decir con eso. Miro a Neo y veo que está observando fijamente las pantallas detrás de Hunter. Tiene el gesto contraído y sin querer sigo la mirada hasta lo que ha llamado su atención. En una se ve a dos hombres y una chica más o menos de mi edad. Uno de ellos rondará los cincuenta años y está sentado a un lado de una mesa, en el otro extremo está la chica. Sus manos están haciendo contacto, no hay duda de que le está transfiriendo sus emociones. El otro hombre está en una esquina de la habitación mirándola fijamente y en los ojos de ella se refleja el más puro terror. Es como si ya supiera lo que va a suceder. El hombre se acerca lentamente y saca del bolsillo de la chaqueta una bolsa de plástico. Antes de que la chica pueda reaccionar, se la coloca en la cabeza y la aprieta con una mano dejándola sin aire que respirar. Al verlo me pongo rígida, siento que yo misma me estoy ahogando. ¿Están locos? La bolsa se infla y desinfla con los esfuerzos de la chica por acaparar el poco aire que queda y cuando comienza a forcejear, el hombre la inmoviliza con el brazo que tiene libre. El que está recibiendo la transferencia sujeta a la chica del brazo para no perder el contacto aunque la sensación para él debe ser tan real que boquea igual que ella intentando coger aire. La escena parece no acabar nunca y no puedo seguir callada.
—¡La va a matar! —grito histérica. Miro al resto y todos están observando la pantalla con la misma atención que yo —. Haga algo.
Hunter me mira divertido.
—Tranquila. Mis chicos saben lo que hacen, te puedo asegurar que nunca se nos ha ido una situación de las manos. —Mira la pantalla justo en el momento en el que el hombre le quita la bolsa de la cabeza y tanto la chica como el receptor aspiran aire de forma entrecortada—. ¿Ves? Esa chica viene todas las semanas, para ella es una forma de ganarse su comida.
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Árboles de metal
FantascienzaCONTINUACIÓN de Árboles de ceniza. Ari ha comenzado la universidad e intenta llevar una vida normal, lo que le resulta difícil, después de todo lo ocurrido durante el verano. No puede olvidar su vida en la otra realidad ni la gente que allí con...