Capítulo 8

2.8K 274 173
                                    



Me despierto y miro la hora en el móvil. Es por la mañana y sigo en la misma realidad. Me giro y Neo continúa dormido a mi lado. ¿Será él o el Neo de esta realidad? Solo hay una forma de averiguarlo. Le zarandeo suavemente y no tarda en abrir los ojos. Me observa un momento y no tengo duda de que es él. Nadie más me mira así.

—Seguimos aquí —sentencia con la voz ronca. Se sienta frente a mí mientras se pasa los dedos por el pelo despeinado—. ¿Alguna teoría?

Estoy en blanco.

—Ni idea. Cuando intenté despertar, no pude. Era como si se tratara de un sueño más. Después se enlazaron otros sueños y ya no pude hacer nada.

—A mí me ha pasado lo mismo. Es la primera vez. Nunca he tenido problemas para regresar de otra realidad.

Para mí esto también es nuevo.

—Solo se me ocurre una opción.

Me mira interrogante.

—Hablar con Jamie. Si sabe lo que somos, quizás sepa algo al respecto.

—Te das cuenta de que no sabemos en lo que nos metemos hablando con él.

Tan cauto como siempre.

—¿Se te ocurre algo mejor?

Su silencio confirma mi decisión.

Abordo a May en la cocina. No tengo tiempo que perder

—Oye... ¿conoces a un tal Jamie? Creo que estudia Física cuántica.

—Sí, de ciencias, claro que le conozco. Está en tercero.

Sabía que ella no me fallaría. Tercero... no me pareció mayor que yo.

—No tendrás su número, ¿verdad?

Entrecierra los ojos. Está claro que mi pregunta le resulta sospechosa.

—¿Por qué le buscas?

—Veras, ayer coincidí con él. Hablamos un poco y quedamos en que le llamaría para tomar un café. —Cojo el móvil—. Creí haber guardado su número, pero debí hacer algo mal.

Le sonrío para reforzar mi coartada.

—Ah, vale. No tengo su número pero trabaja en el pub irlandés que hay frente al edificio de ciencias, al salir de clase. Aunque hoy seguro que está por la mañana.

Bueno, algo es algo.

—Gracias May.

Me visto dispuesta a acercarme hasta allí. Neo insiste en acompañarme, pero me niego. No quiero que Jamie se sienta acorralado y yo no correré ningún riesgo estando en un lugar público. Neo protesta un poco pero al final se resigna.

El caso es que cuando voy de camino al bar ya no me parece tan buena idea, aunque poco puedo hacer ya para cambiarlo. ¿Qué voy a decirle? Entro en el abarrotado local y me acerco a la barra para pedir una cerveza. Escudriño entre la gente buscando a Jamie y cuando ya me voy a dar por vencida le veo limpiando una de las mesas del fondo. Decido observarle un poco antes de acercarme y él debe notar la presión de mi mirada porque no tarda en levantar la vista y mirarme fijamente. De primeras parece extrañado, aunque rápidamente cambia su expresión y me sonríe. Eso hace que me anime a acercarme.

—¿Molesto?

Me señala el asiento de enfrente.

—No, en absoluto. —Se sienta tranquilamente—. No te había visto nunca por aquí.

Árboles de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora