Capítulo 31

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—¿Crees que el resto se encontrarán bien? —pregunto preocupada.

Cuando me he despertado por la mañana, un mal presentimiento se ha instalado en mí, como si mi instinto me estuviera avisando de que algo no va bien. Neo está sentado en el borde de la cama y deja de atarse los cordones de las botas, para prestarme atención.

—Claro.

—No me vale. Eres optimista, porque el ser humano lo es por naturaleza.

—Lo dices como si fuera algo malo...

—No es eso, es que somos optimistas por naturaleza y por tanto creo que no estás siendo objetivo.

Veo cómo frunce el ceño.

—¿Me estás diciendo que tenemos tendencia a ser optimistas?

—Exacto.

Le veo dudar y justo cuando voy a añadir algo, me interrumpe.

—Seguro que tú sabes más que yo sobre eso. Ilumíname con tu sabiduría.

Si cualquier otra persona me lo diría de ese modo, pensaría que me está llamando "listilla" pero viniendo de él, sé que simplemente quiere que le cuente más. Me siento a su lado y pienso por dónde empezar.

—Verás... por ejemplo, creer en un futuro mejor y una vida longeva, nos predispone a querer estar sanos, a cuidarnos más y a esforzarnos.

—Eso es cierto, si pensáramos que mañana es el día de nuestra muerte, ¿para qué preocuparnos por nuestra alimentación, por ejemplo?

Veo que ya entiende por dónde voy.

—Y hay algo llamado "ilusión de superioridad", es decir, que nos creemos mejores al promedio. ¡No de forma consciente, claro! Y también la "ilusión retrospectiva".

—¿Qué es eso?

—Es la tendencia que tenemos a justificar nuestra elección para considerar que es la mejor y que no nos hemos equivocado. En el momento que decides algo, buscas cientos de razones que confirmen que era la opción correcta. Y hay otro comportamiento bastante similar a este aspecto, se llama "sesgo optimista" que hace que sobrestimemos las experiencias positivas e infravaloremos las negativas. Así que creo que ahora ya entiendes a qué me refiero.

Se le escapa una suave carcajada.

—Por esa regla de tres, tú también deberías ser optimista al pensar en nuestros amigos...

—Y si no tuviera esta extraña sensación oprimiéndome el pecho, lo sería. Te lo aseguro. Es toda esta situación, no me gusta nada lo que está pasando y no me quedaré tranquila hasta saber que están todos bien.

Miro el espacio en el que nos encontramos e intento alejar la frustración de mi mente. El contenedor tiene una decoración escueta, pero más que suficiente para cubrir nuestras necesidades. La cama, es un colchón colocado sobre unos palés. Aparte de esta, solo hay unas baldas para utilizar como armario y un conjunto de mesa y sillas que en realidad no son más que cajas de madera de diferentes tamaños. En un lateral se ha cortado la chapa para habilitar una ventana, al igual que se modificaron las puertas para que fuera más fácil acceder al interior desde la escalera. Miro la bombilla que cuelga del techo y me pregunto cómo conseguirán la electricidad para un lugar tan grande como este.

—Necesito comer —Me froto la tripa intentando calmar el vacío que noto—. ¿Sabes algo de este lugar?

—No, me acompañaron directamente hasta aquí. Pero supongo que si ya hemos sido aceptados por esta gente, podremos ir a investigar, ¿no?

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