capitulo 24

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-Renata.- Me llamo.
-Ya voy.- Le grite, para que me escuchara, me levante de la cama y camine asta la puerta del baño le saque el seguro y volví a mi velocidad vampírica a la cama, tumbando me en ella.
-No puedo creer que me hallas encerrado en el baño.- Dijo saliendo de este, con un toalla envuelta en su cintura.
-Era necesario, cariño.- Bufo y rodó los ojos, mientras buscaba su ropa y yo miraba atentamente cada uno de sus movimientos.
-¿Quieres dejar de mirarme así?.- Pregunto serio. Enserio en este momento daba mi mayor esfuerzo por no reírme.
-¿Así? ¿Como?
-Deja de violarme con la mirada.- No pude más y reí a carcajadas. El soltó un gruñido. -No te rías.- Se quejo. En un segundo ya estaba detrás suyo, me acerque a su oído y le susurré;
-Yo te miro como quiero. Eres mio, que no se te olvide.- Su piel se erizo al sentir mi aliento chocar contra la misma. Me aleje de el -Ahora cámbiate y vamos a comer algo.
-¿Te quedaras aquí, mientras me cambio?.- Frunció el ceño. Levante una ceja.
-Si, ¿Porque?. Digo, no hay nada que no haya visto ya.- El solo asintió lentamente con la cabeza. Me senté en el borde de la cama apoyando mis codos en mis rodillas y mi cabeza en mis puños. Me miro de reojo y luego sonrió, dejo caer su toalla dejando me ver todo de el.
***
Son las 16:30 p.m. Y ya estábamos de camino a la cabaña. Como en la primera que estuvimos esta también estaba en medio del bosque y, a diferencia de la otra esta esta abandonada.
El viento chocaba contra mi cara, la adrenalina corría por mis venas. Amo este sentimiento de libertad cuando corro en mis cuatro patas. Isaac iba a mi par en mi moto mientras yo iba por el costado de la carretera. En la cual por cierto no había un solo auto ni persona, no corría riesgo alguno. Al parecer esta zona estaba abandonada al igual que, ahora, nuestra querida cabaña.
***
Ya habíamos llegado, el lugar estaba muy descuidado, ¿como no?, entre con cuidado. La madera crujía con cada paso que daba.
La noche nuevamente había llegado. Las estrellas que adornaban el cielo azul mientras Isaac y yo las admirábamos desde el patio trasero de la cabaña, acostados en el suelo, con las manos entrelazadas. La brisa que corría era cálida, esto me daba una tranquilidad impresionante, me gustaría que el tiempo hubiera parado en ese preciso instante, donde estaba con Isaac admirando el cielo, sin ningún problema, ni nada de que preocuparse.
Bostezo tapándome la boca y llamando la atención de Isaac. El ve en su celular la hora.
-Creo que ya deberíamos ir a dormir, es tarde.- Me miro, solo asentí con cabeza. El se levanto de suelo y me tendió la mano, para ayudarme a parar, la tome y con un leve jalón de su parte estuve nuevamente de pie. Con las manos entrelazadas entramos a la cabaña y a paso lento caminamos por el pasillo hasta llegar a nuestro cuarto. Me solté de la mano de Isaac para correr hacia la cama y tumbar me en ella. Isaac río y después de cerrar la  puerta se acostó a mi lado.
-ven acá -me atrajo hacia el, dejando que apoye mi cabeza en su pecho. El sueño me invadió de inmediato y sin darme cuenta me quede profundamente dormida.
***
Abrí levemente los ojos, todo estaba borroso y oscuro.
-Todo esta listo. -la voz sonó lejana pero reconocible, sin poder aguantar el peso de mis párpados volví a cerrar mis ojos.
***
Me sentía algo débil, no reconocía el olor de este lugar ¿En donde estoy?. Tire de mi mano, pero al instante me arrepentí, al sentir el ardor que la plata provocaba en mi muñeca.
El leve olor de Alan llego a mis fosas nasales al igual que el aroma de mi padre, mama y Luisa. Tire nuevamente de mis manos con la esperanza de romper las cadenas, pero estas estaban bien sujetas a la pared y eran demasiado gruesas, no iba a poder romperlas.
La puerta se abrió dejando ver a dos siluetas, una que conocía como la palma de mi mano.

Enemigo. Editando/CorrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora