Capítulo 36: Un riesgo que vale la pena correr...

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No sabía qué rayos estaba haciendo, se suponía que lo debería evitar, odiar y querer matar como lo he hecho desde hace quince años. Pero el saber que mi hermano no murió por su culpa, y que aun sentía tanto por mí a pesar de quien era, me hacía caer en sus brazos sin pensarlo. Casi olvido el efecto que tenía en mí hace tantos años...

Sin embargo aun así estaba mal, no debería estar con el enemigo, y menos hablar de la casi guerra como si no fuera el culpable de esta. Por lo que estaba en un tremendo lio, y más si Dumbledore se enterara, aunque estoy segura que si lo hace lo único que hará será pedirme que sea su espía, lo cual no estaría segura de hacer.

Primero porque no le haría eso a Tom por más que quiera negarlo, y segundo porque si aceptara y me descubre ahí si es verdad que me manda un avada Kedavra...

Los días siguientes a ese fueron de los más tranquilos en comparación. No supe gracias a Merlín nada más de Tom, ni tampoco había llamado como dijo. Ni siquiera en las noticias se sabía mucho de él, aunque sí de los ataques de los mortífagos, los cuales iban aumentando poco a poco cada día...

El día primero de septiembre llegó más rápido de lo esperado, por lo que ese día temprano me tuve que aparecer en el castillo para darle cuentas a Dumbledore.

— Siéntate Hydra...—me dijo antes de yo hacerle caso y notar que su mano estaba algo negra.

— ¿Qué le ocurrió en su mano? —le pregunté sin poder evitarlo.

— Nada importante— respondió seriamente—. ¿Ha sabido algo de Tom? —preguntó como esperaba que lo hiciera, mientras abría mi mente a falsos recuerdos, de mí aburrida en casa y vagando por el callejón Diagon.

— No profesor— mentí sin pensarlo, lo que sucedió aquella noche solo debemos saberlo los dos...

— Eso imaginé, no creo que se atrevería a arriesgarse a ser visto...—soltó sin saber de que hablaba—. Ahora, creo que está al tanto de que el puesto de profesora de pociones es todo suyo...—comentó cambiando el tema antes de yo asentir.

— Sí, leí su carta— respondí como si nada—. Aunque se me hace extraño, ya que hasta ahora no le dado el puesto de defensas contra artes oscuras a Severus...—solté extrañada—. ¿Por qué ahora?

— Se merece el puesto, ¿no cree? —soltó sin convencerme mucho, pero igual asentí—. Hablando de Severus, tengo entendido que no están por ahora juntos...

— ¿También tengo que discutir mi vida privada señor? —pregunté con sumo sarcasmo.

— No, solo quería recordarle lo importante del papel de Severus como mi espía, y que estar cerca de usted podría arriesgar su puesto...— respondió sin yo poder creer lo que decía.

— Eso lo sé, no se preocupe— le dije levantándome de la silla—. Y si es todo lo que tiene que decir, tengo que terminar de arreglar mis cosas en mi habitaciones...—solté antes de él asentir e irme de allí.

¿Acaso cree que no sé lo arriesgado que fue estar con Severus?, hasta él mismo lo sabía, se lo dije varias veces, aunque ahora dudo mucho que siquiera mencione nuestra rota relación. Pensando en esto, llegué sin percatarme hasta mi habitación, para luego entrar y comenzar a arreglar mi ropa...

Casi justo cuando estaba por terminar escuché que alguien llamando a la puerta, por lo que sin perder tiempo fui a abrir encontrándome justo con quien más debería hablar...

Su "leal" Mortífaga. (Tom Riddle/Voldemort)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora