8.

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Llevaba despierta varias horas ya. Tras desmayarme me habían traído a mi cuarto y ahora me encontraba tumbada sobre mi enorme cama envuelta por el edredón de plumas. Había aprovechado el tiempo que llevaba aquí y me había duchado y cambiado para dejar de oler a ardilla. Había estado inconsciente poco tiempo, pero quería seguir en mi habitación. No me atrevía a salir y enfrentar la realidad. Era demasiado duro.

Miré al techo y resoplé. Ya llevaba mucho tiempo encerrada y a juzgar por todas las visitas que me habían hecho Elliot y Jules, los demás estaban bastante preocupados. Ya era hora de abandonar mi guarida. Me incorporé y salí de la habitación con esfuerzo. Todavía me dolía algo la cabeza y me sentía pesada.

Bajé las escaleras lentamente y entré en el despacho de Elliot sin llamar antes a la puerta. Al entrar en la acogedora estancia Elliot y Jules se incorporaron y me miraron entre preocupados y aliviados.

- ¿Qué tal te encuentras?- La mujer señaló una silla vacía para que me sentara y me dejé caer sobre ella.

- He tenido días mejores.- respondí.

- ¿Quieres algo de agua?- Jules cogió un vaso y lo llenó. Me lo ofreció y yo lo acepté con una leve sonrisa. Que atenta. Elliot tenía las palmas extendidas sobre la mesa y no apartaba sus ojos de mí, era como si me estuviese analizando.

- ¿Y qué piensas sobre... lo otro?- preguntó con cuidado. Sabía a lo que se refería. Que si había aceptado de una vez por todas que yo no era una simple humana como había estado pensando toda mi vida y si había comprendido que debía hacer algo para ayudarles o al menos darles una respuesta. Había pensado mucho sobre esto en mi habitación y había llegado a una conclusión.

Me llevé el vaso a la boca antes de contestar.

- Os creo y he decidido que si lo de la leyenda de verdad es cierto, podéis contar conmigo. No tengo nada que perder.- Me encogí de hombros mientras veía como Jules soltaba un suspiro aliviada y Elliot se relajaba notablemente.

- Gracias Savannah. Eso es fantástico. Si tienes alguna pregunta más puedes...

- Pero tengo una condición.- interrumpí a Elliot. - Quiero que vayamos lo antes posible a por Rusty y Karaile. No sé a donde se los han llevado o que les estarán haciendo, pero quiero sacarles de allí ya.- Los miré a ambos seriamente. Eso era lo único que verdaderamente necesitaba y lo único que exigía. Elliot se echó hacia atrás en su amplio asiento.

- Si, Lucas ya me ha puesto al corriente de la situación. Nosotros sabemos donde se encuentran, pero es un lugar demasiado peligroso. Sin más ayuda no podremos hacer nada.

- Pues llamad a la policía. Que lo solucionen ellos.- Jules negó con la cabeza.

- No podemos involucrar a los humanos en esto.

- ¿Por qué no? Solo tendríamos que avisar a la poli y ya está.

- Karaile y Rusty se encuentran en la sede de las sombras. En su lugar de control. Todo está lleno de sombras de primer, segundo y tercer grado. Los policías no pueden hacer nada y tampoco un humano. Ellos no saben a qué se enfrentan realmente, sería exponerlos al peligro innecesariamente.- Miré a Elliot indignada. Eso quería decir que ningún humano común sabía entonces que era lo que estaba pasando. ¿O me lo estaba inventando yo? Si los policías no estaban al corriente de esta situación lo más probable sería que los demás tampoco.

- ¿Pero entonces nadie, a parte de nosotros, sabe lo de la leyenda? ¿Y usted cree que tenemos más posibilidades de hacer algo que la policía? No estamos más preparados que ellos. Tenemos las mismas probabilidades de morir sino más.- Elliot me dedicó una sonrisa ladeada, que me recordó mucho a Lucas, antes de hablar.

El cambio - Elementos #AstraAwards #AstraFansiaAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora