Nada más poner un pie fuera de casa una fuerte ráfaga de aire caliente azotó mi rostro y movió ligeramente mi pelo. Se oían las bocinas y motores de los coches a lo lejos y algunos pájaros ya habían comenzado a cantar. Era curioso como el mundo podía continuar con normalidad cuando el mío acababa de desmoronarse por completo. La tierra no dejaría de girar por mí y las personas no dejarían de llevar sus vidas con normalidad por mí. Yo era insignificante, o eso parecía, porque yo ya no estaba segura de nada.
Poniendo un pie detrás de otro y tratando de caminar de la forma más firme posible, fui avanzando por la todavía desierta calle en dirección al local en el que solía pelear. Dan siempre estaba por allí y era probable que me lo encontrase en algún punto del día. Era el único sitio que se me ocurría para comenzar a buscarlos a él y a su gente. Mientras caminaba de forma robótica, trataba de convencerme de que todavía había esperanza. Podía ser que los dos siguiesen con vida y podía ser que la sangre de la cocina no fuese suya sino de algún matón. Sacudí la cabeza negando mi propia teoría. No, eso no era posible. Los matones tenían otro tipo de sangre. Era más espesa y además de color negro, al menos eso me había parecido al verla.
Solo llevaba unos pocos metros recorridos cuando alguien gritó algo detrás mío.
- ¡Eh tú!- Se refería a mí. Alguien me estaba llamando. Seguí caminando tratando de ignorar esa voz de hombre que me era tan familiar. Ahora no podía detenerme. Tenía un plan.
- ¡Eh chica!- La voz sonaba más cerca esta vez, pero no me volví en ningún momento. Aceleré mis pasos y clavé la vista al frente. - ¡Eh!- Una mano me agarró del brazo. Me quedé quieta, como si me hubiesen desconectado de la corriente energética que manejaba mi cuerpo y antes de identificar a la persona que me había cogido, cerré mi mano derecha en un puño y con un movimiento brusco y rápido me giré hacia ella con el brazo estirado. Le di en la cara. El chico se tambaleó hacia atrás con una mano sobre el ojo izquierdo. Me fijé en aquel pelo negro tan bonito. Lo había visto antes, estaba segura, pero de todos modos no pude identificarlo.
-Mierda.- masculló. -Eso duele. Ah...hija de...- Se apartó la mano del ojo y me dejó ver su rostro, que estaba contraído en un gesto enfadado: el ceño fruncido y los labios apretados en una fina línea. Fue entonces cuando lo reconocí. Era el chico que nos había ayudado a Rusty y a mí ayer. Lo miré sorprendida. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Por qué me había llamado? En seguida sustituí mi cara de sorpresa por una mueca inexpresiva y lo miré impasible. No sabía nada de este tío y no podía fiarme de él, por mucho que nos hubiese ayudado. Era mejor que no se notase ninguna emoción en mi rostro. Debía convertirme en el autómata frío y calculador de siempre. Aunque no tenía intención de hablar con él, se lo debía porque nos había ayudado a Rusty y a mí y probablemente nos había salvado las vidas.
- ¿Qué quieres?- pregunté de forma brusca y cortante. El chico se colocó ante mí ya completamente recuperado y yo me crucé de brazos.
- Me has dado.- dijo, y parecía sorprendido y enfadado a la vez.
- Sí.- afirmé. -¿Qué quieres? No tengo tiempo así que sé breve.- Lo miré impasible.
- Allí no están.- Lo dijo de forma tan directa que al principio no reaccioné, pero cuando creí comprender a lo que se refería, dejé caer mis brazos a los costados y abandoné la fachada de tía dura. Me había pillado desprevenida. Tragué saliva antes de hablar.
- ¿Qué quieres decir? ¿A quién te refieres?
- A tu protector y a esa mujer. No se como se llama ninguno de los dos, pero si...- No le dejé acabar la frase. Me lancé hacia él como un tigre hacia su presa y lo cogí fuertemente por los hombros.
- ¿Y entonces dónde están? ¿A caso lo sabes? ¡Dímelo!- grité. Él me miró igual de enfadado que yo o incluso más, sin embargo sus movimientos fueron suaves. Apartó mis manos con facilidad y las dejó caer antes de hablar. Me alejó de un empujón y me fulminó con la mirada.
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El cambio - Elementos #AstraAwards #AstraFansiaAwards
FantastikSavannah se considera a sí misma una chica normal. A sus 17 años no ha hecho nada especialmente emocionante, solamente sus peleas ocasionales en un antro de lucha libre la salvan de ser una adolescente mediocre, o eso es lo que ella cree. Lo que des...