El tiempo pasó rápido a pesar de mis expectativas. Tuve que soportar dos días completos de miradas perforadoras por parte de Ben y Lucas, pero sobreviví sin saber muy bien cómo. Trataba de evitarles a ambos, huyendo de la sala del comedor y de cada momento en el que coincidiese con ellos rápidamente. Sabía que era una actitud cobarde, pero no me veía capaz de encararles y hablar con ellos con normalidad después de lo sucedido. Simplemente no podía.
El día de la partida de Lucas fue con diferencia el más complicado por todo lo que sabía que implicaba. Estuve torpe y distraída en el entrenamiento con Mayra y me gané una buena bronca por parte del profesor, que no dejaba de hablar de disciplina y seriedad, aunque sus palabras no me afectaron en lo más mínimo. No podía concentrarme en nada. A la hora de la comida, derramé un vaso lleno de agua sobre los macarrones de Amanda, que me miró indignada y se comió mi plato finalmente. Mientras ayudaba en la cocina por la tarde, se me rompieron varios platos y tuve que deshacerme en disculpas para que el cocinero no me cortase la cabeza y la sirviese al día siguiente como plato principal. Hank me lanzó varias miradas furiosas ante las que me encogí mientras desaparecía de la cocina al acabar mi turno. Solamente tenía que aguantar tres días más de castigos, podría con ello.
A las seis en punto de aquel día nefasto, salí al patio, donde me recibieron una ráfaga de aire cálido y la conversación entre Lucas y su padre delante de un coche negro con las ventanas tintadas. Amanda y Jules también estaban con ellos. Jules estaba al borde de las lágrimas y retorcía un pañuelo entre sus manos. Me dieron unas ganas tremendas de darle un abrazo bien fuerte y asegurarle que todo iría bien para que dejase de estar tan destrozada. Una mujer tan bondadosa y valiente como ella no tenía derecho a sufrir. Amanda miraba a su hermano con algo parecido a la tristeza y a la preocupación, a pesar de que yo estaba segura de que esa chica era incapaz de sentir algo que no fuese asco y desprecio por los demás. De Ben y de Fin, ni rastro.
Esperé pacientemente apoyada en la pared del edificio a una distancia considerable a que Elliot y su familia acabasen de despedirse de Lucas. Mientras Amanda le daba un abrazo a éste último, la mirada del chico se clavó en mis ojos, intensa y profunda, acompañada de un sentimiento que no logré identificar. Cogí aire y sentí cómo mi pulso se aceleraba, puesto que nada más verle se me habían revuelto las entrañas al recordar el casi- beso en el hospital. Todavía tenía la escena vívidamente en mi cabeza, incluso tras haber tratado de olvidarla unas miles de veces a lo largo de los días. Por alguna extraña razón, el suceso estuvo repitiéndose en mi mente constantemente sin control alguno, lo que había aumentado mi torpeza estos días, puesto que cada vez que la recordaba, mis manos temblaban incontrolablemente y mi cuerpo parecía fallarme. En fin, un desastre bastante impropio de mí. Y eso debía acabar ya.
Lucas apartó la mirada para darle dos besos a su madre y después de que Jules le ajustase la camiseta como si estuviera en primaria, Elliot y Amanda se percataron de mi presencia. El hombre me sonrió antes de pasar el brazo por la cintura de su mujer, susurrándole algo al oído y de darle una última palmada en la espalda a su hijo. Llamó a Amanda y se marcharon los tres, dejándonos a Lucas y a mí solos.
Tragué saliva y lo repasé rápidamente con la mirada mientras me alejaba de la pared y me dirigía al coche en el que estaba apoyado. De nuevo iba vestido de negro de pies a cabeza. Su pelo oscuro estaba algo desaliñado por el viento, que no dejaba de revolvérselo con cada ráfaga cálida. Sus ojos seguían mirándome de una forma intensa y perturbadora. Me detuve a varios centímetros de su cuerpo y enterré las manos en mis bolsillos, clavando la mirada en el asfalto. Mi mente era un remolino de pensamientos incongruentes y era incapaz de formar una frase lógica, por lo que simplemente me planté ahí y dije la primera tontería que se me ocurrió.
- ¿Así que te vas ya?- Me di una bofetada mental. Lucas esbozó una sonrisa ladeada mientras lo miraba disimuladamente. Sin embargo la sonrisa no parecía la de siempre. Estaba ocultando algo, eso estaba claro por ahora.
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El cambio - Elementos #AstraAwards #AstraFansiaAwards
FantasySavannah se considera a sí misma una chica normal. A sus 17 años no ha hecho nada especialmente emocionante, solamente sus peleas ocasionales en un antro de lucha libre la salvan de ser una adolescente mediocre, o eso es lo que ella cree. Lo que des...