Dividimos la tropa en cuatro grupos de cinco personas. Uno se encargaría de despejar el terreno y era el que entraría primero en la sede. Otros dos debían acabar con las sombras que quedasen, o al menos intentarlo. En ese estaba Lucas y temía tanto que le pasase algo... Pero debía confiar en su agilidad y destreza con las armas y pensar que nada iba a ocurrirle por muy difícil que fuera. Yo estaba en el último grupo, el que buscaría a los sujetos uno y dos (es decir, Karaile y Rusty). Mi tripa parecía querer expulsar lo poco que había logrado tragar en el hospital de los nervios y la expectación y estaba teniendo serios problemas tratando de evitarlo. Solo de pensar que las vidas de Karaile y Rusty dependían de cómo hiciésemos esto... Bueno, mejor ni pensarlo porque volvía a tener la comida en la garganta. Además, seguía corriendo el riesgo de que nos descubrieran a Lucas y a mí, puesto que no pensaba que el truquito del pelo sobre la cara fuese a servir de mucho. Sólo esparaba que nadie me mirase dos veces, por qué en tal caso no sabía que iba a hacer.
El primer grupo entró en el edificio junto al general, acabando con los guardias de vigilancia con facilidad y rapidez. Los cuerpos inertes cayeron al suelo sin ningún ruido y entrecerré los ojos para ver mejor. Desde mi posición no se podía ver demasiado, ya que estaba agazapada con el resto de los soldados detrás de unas rocas al borde de la carretera alejada de los demás. Pero sí que pude ver cómo el grupo uno entraba en el edificio corriendo con las armas en alto. Extrañamente no se escuchaban gritos ni disparos desde fuera, solo se veía una ligera neblina cubrir las pocas ventanas iluminadas y fruncí el ceño confundida.
Sin embargo no me dio tiempo a seguir pensando en qué estaría pasando ahí dentro, puesto que el siguiente grupo se disponía a salir corriendo hacia el edificio en cualquier momento. Vi como todos los soldados se colocaban unas máscaras de gas hechas con un plástico verde camuflaje, como el resto de sus uniformes. Lucas hizo lo mismo a mi lado y le miré tragando saliva. Pero él no me prestó atención, su mirada se dirigía al frente y estaba segura de que debajo de aquella máscara, sus ojos azules se habían vuelto fríos y calculadores, como siempre que peleaba. Desde la distancia veía su cuerpo moverse velozmente con los demás soldados y le deseé suerte en silencio. Los diez soldados desaparecieron en el interior del edificio.
Volví la vista hacia la sede de nuevo, preguntándome qué estaría pasando y tratando de calmar mi pulso acelerado, cuando de pronto unos pitidos estridentes interrumpieron mis pensamientos. El soldados que estaba a cargo de nuestro pelotón asintió en silencio y apagó el aparato que había emitido aquel sonido y que tenía en en bolsillo del pantalón. Nos miró a todos por encima del hombro con el ceño fruncido y los ojos oscuros fijos en cada uno de nosotros. Dejé de respirar y agaché la cabeza todo lo que pude hasta que desvió la mirada y se colocó una máscara de gas sobre el rostro. Seguimos sus pasos y nos colocamos las máscaras que sacamos de las mochilas. Después cada uno sacó un arma y la cogió con firmeza, mientras yo trataba que no se notase que aquella era la primera vez que manejaba una. No tenía ni idea de como disparar ni nada, pero suponía que sería fácil. Es decir, solo había que apuntar y apretar el gatillo, ¿no? Si James Bond podía hacerlo, yo también.
Nos levantamos todos a la vez y mi mirada se dirigió a la sede.
- ¡Vamos!- gritó el hombre fuertemente y nos pusimos en marcha. Tenía el corazón encogido por los nervios y la sangre corría por mis venas a una velocidad incalculable. Las botas se me salían con cada paso que daba recordándome, que Ruth tenía una talla de pie más que yo, pero las ampollas no me importaban demasiado. Esquivamos los cuerpos sin vida y carbonizados de las sombras que había delante del edificio y atravesamos las puertas de metal abiertas de par en par. Seguimos todos al soldado al mando y atravesamos pasillos de paredes blancas y luces blanquecinas que apenas iluminaban los rostros de los cuerpos de las sombras tirados en el suelo. Esquivé el cadáver de una sombra de un salto y traté de ver a través de la niebla azulácea de gas y de la máscara incómoda. Desde algún lugar lejano se oían disparos y algunos gritos. Apreté los dientes y traté de concentrarme en nuestro pelotón y en encontrara a Karaile y a Rusty.
ESTÁS LEYENDO
El cambio - Elementos #AstraAwards #AstraFansiaAwards
FantasySavannah se considera a sí misma una chica normal. A sus 17 años no ha hecho nada especialmente emocionante, solamente sus peleas ocasionales en un antro de lucha libre la salvan de ser una adolescente mediocre, o eso es lo que ella cree. Lo que des...