La cena fue algo menos tensa esta vez. Es decir, sí, la mayor parte de la gente me seguía mirando con curiosidad y resentimiento, pero al menos en nuestra mesa se había esfumado algo del enfado y mal ambiente que había anteriormente. Fin
parecía haberse calmado y, aunque no era el colmo de la amabilidad, ya no discutía conmigo ni me atacaba cada vez que podía. Estaba mucho más concentrado en lo que Amanda nos contaba, aunque a mí más bien me daban ganas de rodar los ojos y bostezar. La chica hablaba emocionada de su entrenamiento con la espada, que aunque no le gustaba, lo impartía un profesor que al parecer estaba "como un queso.", palabras textuales. Tuve que reprimir la risa al ver la cara de fastidio de Fin. Aquí pasaba algo, era evidente y me encantaba observar la escena del parloteo de Amanda y la seriedad del chico.Pero la agradable atmósfera no logró disimular la tensión e incomodidad que sentía en presencia de Ben. Cada vez que lo miraba, recordaba nuestro extraño momento en la sala de yoga y me sonrojaba de inmediato. Estaba hecha un manojo de nervios en su presencia, pero traté de ignorarlo lo mejor posible y parecer relajada y desenvuelta. A él en cambio no parecía haberle afectado. Seguía hablando con normalidad y cada vez que me pillaba observándolo me sonreía amablemente. Aquello me confundió y descolocó, pero decidí que si a él no le importaba lo que había hecho, a mí tampoco debía molestarme en lo más mínimo. Al fin y al cabo solamente había sido un abrazo inofensivo, no sabía por qué me ponía así por ello.
Sin embargo, lo mejor de la noche fue la llegada de Lucas ya transcurrida una media hora. Se desplomó en una de las sillas de plástico con cara de pocos amigos y revolvió la comida de su plato mascullando maldiciones. Ben y yo nos esforzamos mucho por contener una carcajada, pero no pude evitar sonreír, cosa que Lucas no pasó por alto.
- ¿Te parece gracioso?- preguntó amenazante y yo negué con la cabeza mordiéndome el labio. Sí que me parecía gracioso, pero no lo podía admitir o me caería la bronca del siglo. Amanda le preguntó qué era lo que le pasaba, al percatarse de su mal humor y él nos contó su aventura en los aseos de caballeros. Al parecer uno de los retretes estaba atascado y se vio obligado a meter la mano para sacar el burruño de papel mojado y asqueroso que estaba obstruyendo el paso del agua. Los guantes que llevaba no evitaron que aquello fuese menos desagradable y la señora que tenía detrás suyo dándole órdenes y explicándole cómo desatascar el water lo ponía nervioso y furioso. Además, tuvo que fregar cada baño del edificio prácticamente solo y, según él, la peste de la planta de abajo era insoportable. Me dieron ganas de vomitar la poca comida que había logrado tragar al escuchar su relato descrito con pelos y señales, pero mereció la pena. Lucas hablaba con solemnidad y parecía que había salido de la guerra por su tono de voz, cuando solamente había limpiado unos cuantos baños. Disimulé la risa con un fingido ataque de tos y bebí agua bajo su mirada pétrea y molesta. Para él desde luego no había sido divertido y lo entendía, pero esto era demasiado cómico.
Después de comer (o más bien tragar lo que pude y después tirar el resto de la cena mientras el personal no miraba), subí a mi habitación arrastrando los pies pesarosamente. Estaba agotada incluso después de haber dormido una corta siesta antes de bajar a cenar. El grupo de chicas que subía junto a mí los escalones, me adelantaron en seguida riendo y hablando y suspiré caminando sola. Me gustaría darme más prisa, pero mi cuerpo no daba para más.
Al llegar al segundo piso, vi a una persona que caminaba rápidamente por éste. Era un hombre que llevaba un mono blanco y al acercarse abrí los ojos con asombro. El doctor Michael se precipitaba hacia las escaleras apresurado, pero al divisarme detuvo sus pasos a poca distancia de mí. Sonreí algo nerviosa. Michael había sido muy amable con nosotros y lo recordaba con cariño, aunque no sabía qué estaría pensando ahora de mí. Me devolvió la sonrisa, pero no llegó a ser tan amplia y sincera como a las que yo estaba acostumbrada.
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El cambio - Elementos #AstraAwards #AstraFansiaAwards
FantasySavannah se considera a sí misma una chica normal. A sus 17 años no ha hecho nada especialmente emocionante, solamente sus peleas ocasionales en un antro de lucha libre la salvan de ser una adolescente mediocre, o eso es lo que ella cree. Lo que des...