Mis brazos lo estrujaron durante tanto tiempo, que dejé de sentirlos. Los tenía literalmente entumecidos, pero no me importaba y a Rusty al parecer tampoco que le estuviese dejando sin respiración con mi abrazo de leñadora curtida, ya que me correspondió con la misma efusividad.
Mi mejilla reposaba suavemente contra su clavícula y tuve que agacharme un poco para poder estar en aquella postura. Rusty seguía siendo unos centímetros más bajo que yo, eso no había cambiado. Tampoco había cambiado el hecho de que me alegrase al verle, pero en este reencuentro mi felicidad se intensificó tanto, que creí que iba a explotar de emoción, lo que sucedió puesto que no pude retener algunas lágrimas de alivio y alegría.
Rusty soltó una carcajada y su agarre al rededor de mi cintura se aflojó.
- Bueno Sav, creo que ya está bien de...- lo estreché algo más fuerte y cerré los ojos.
- Solo un poco más.- le pedí en un susurro ahogado y lo oí suspirar. Me acarició el pelo con delicadeza.
- Yo también te he echado de menos.- me dijo en el mismo tono bajo de voz y sonreí. Verle me había producido tal alegría, que lo que más me apetecía era proclamar a los cuatro vientos que él era mi amigo y que estaba bien. Que había llegado a tiempo y que había podido evitar algo que ahora se me hacía impensable. Estaba a salvo y lo que era más importante, al fin a mi lado. Después de muchos días de sufrimiento y tortura sin saber qué hacer o como poder ayudar para salvarle, lo podía tener entre mis brazos y disfrutar de la certeza de que mis preocupaciones habían sido en parte tontas e infundadas. Estaba vivo y no comprendía como podía haberlo dudado ni un segundo. Conociendo a Rusty estaba claro que sobreviviría. Él no era débil ni cobarde, estaba acostumbrado a situaciones parecidas y las había superado todas. Me sentí orgullosa de mi amigo por haber sido fuerte el tiempo suficiente.
Sus brazos volvieron a aflojar su agarre y me separaron suavemente de su cuerpo. Esta vez no protesté. Comprendí que estuviera ya algo cansado de tanto abrazo aunque yo me hubiese quedado unos minutos más achuchándolo. Me coloqué delante suyo controlando mis manos para que no volviesen a abrazarlo como a un osito de peluche. Sorbí por la nariz antes de hablar.
- ¿Có... cómo estás?- le pregunté. Me fijé por primera vez desde que nos vimos en su estado demacrado. Mis ojos recorrieron su cuerpo despacio, temerosos por lo que se podrían encontrar. Estaba pálido y delgadísimo y se sujetaba el brazo derecho con una mano. Sin embargo la sonrisa que me dedicó fue como las que conocía de toda la vida. Le llegó hasta los ojos y le hizo parecer muchos años más joven, casi un niño pequeño, por la expresión burlona que le otorgaba a su rostro de ojos atentos y amables.
- Hombre, he tenido días mejores.- contestó sarcástico y rodé los ojos. No cambiaría nunca, ya lo tenía asumido. - ¿Y tú que tal andas?
- Pues también he tenido días mejores no te creas...- soltó una risita ante mi comentario. - No en serio estoy bien.- le aseguré tratando de sonar lo más convincente posible. Procuré esconder mi malestar tras una pose desenvuelta y firme, pero no me salió demasiado bien. En seguida tuve que encogerme por el latigazo de dolor que me recorrió la espalda al ponerme erguida.
Apreté los labios para contener un gemido, sin embargo mis terribles artes para el disimulo no parecieron despistar a Rusty en lo más mínimo, puesto que su gesto se tornó preocupado en cuanto se paró a observarme con más atención.
- ¿Qué tienes? ¿Qué te pasa?- dio algunos pasos hacia mí mientras yo negaba con la cabeza, lo que incrementó los latidos incómodos en ella y una ola de dolor me recorrió entera. Mala idea, muy mala idea.
- Na... nada.- traté de convencerle con una sonrisa temblorosa. Terrible actuación, no me merecía el oscar desde luego. Pero disimular tantas magulladuras y dolores era muy complicado. Rusty se acercó a mí y dio un ligero traspié. Se colocó justamente debajo de la luz blanquecina e hizo que notara los surcos en su rostro y las profundas ojeras bajo sus ojos.
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El cambio - Elementos #AstraAwards #AstraFansiaAwards
FantasySavannah se considera a sí misma una chica normal. A sus 17 años no ha hecho nada especialmente emocionante, solamente sus peleas ocasionales en un antro de lucha libre la salvan de ser una adolescente mediocre, o eso es lo que ella cree. Lo que des...