Capítulo 8

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— Lo siento no debí preguntar—dijo, se sintió un 'idiota' por preguntar aquello. Ella no le debía ninguna explicación y él tampoco debía exigir una.

— Y tú?—preguntó Mia, alzando ambas cejas y con una sonrisa pícara.

No le respondió, incluso se atrevió a cambiar de tema, por alguna razón le incomodaba hablar de aquello con Mia. Solo le hicieron falta dar unos cuantos pasos para encontrar un taxi y dirigirse por fin al centro comercial. Rubén no paraba de hacer bromas y Mia no podía resistirse, reía a más no poder junto a él. Ambos se contaron infinitas anécdotas, aunque las de él eran más interesantes y en la mayoría de ellas estaba Héctor en el medio. Mia lo escuchaba con atención, hasta había olvidado aquella invitación al cine, solo se dedicaba a mirarlo mientras hablaba. Jamás había visto a una persona que hablara con tanta pasión y entusiasmo. Parecía que no había nada que lo hiciera enfadar o que lo angustiaba, ella sabía que no era asi; tenia sentimientos, era claro, pero aun así lo creía. Hasta se sentía identificada con él.

— Rubén —soltó de golpe, haciendo que él frenara su relato—. Puedo hacerte una pregunta?

— No me puedo negar, cierto?—Mia rió y negó con la cabeza—. Vale, tengo miedo.

Respiró profundo y le preguntó:

— Tienes novia?

Sus mejillas parecían quemarle. Rubén la miró atento a su expresión neutra, hasta su sonrisa había desaparecido y algo le decía que no debía contestar. Pero aun así lo hizo. Y tal vez, pronto se arrepentiría de haberlo hecho.

— Algo así.

— Algo así?—le hizo gracia así que soltó una leve risa.

— La conocí el otro día y...

— Amor a primera vista—dijo sarcástica.

— Exacto—rio—. Ya, hablando enserio, creo que me gusta.

— Y cual es el problema?

— Que apesto!—se inclinó hacia atrás mientras ocultaba su rostro entre sus manos.

— Bañate— intento ser bromista pero sabía que lo que había dicho era tan estúpido que quiso que la tierra la tráguese.

— Hablo enserio, Mia...—dijo entre quejidos.

Ella lo miró por unos segundos. Su sonrisa parecía difuminarse mientras lo observaba torturarse a sí mismo pensando en esa chica y hasta le tuvo envidia. Mia era pésima para dar consejos, creía que su vida era tan patética como ella y nadie quería escuchar su opinión sobre el mundo. Menos sobre chicos. Pero esta vez sintió algo distinto, se animó a centrarse en lo que él necesitaba pero no le salió ningún comentario. Entonces pensó en lo que le agradaba de él.

— Solo sé tu mismo—musitó. Rubén la miró y parecía que quería que dijera otra cosa, algo más—. Supongo que a ninguna chica le gusta un chico que aparenta algo que no es. Se como eres conmigo. Conócela. Sean 'amigos'—hizo comillas con los dedos y Rubén soltó una risa casi ahogada—. Y si tienen que ser algo más, lo serán.

— Parece que sabes mucho del tema—le dijo, con una astuta sonrisa en su rostro.

— Apesto! Como tu!—ambos rieron.

En la semana siguiente cuando Mia salió de la escuela vio a un joven esperándola en la vereda del frente, con una amplia sonrisa en su rostro y esos ojos pardos que la volvían loca. Rubén siempre estaba allí. Esperándola. Se había aprendido de memoria el horario de salida de Mia, hasta de los días en los que tenía gimnasia. «Te denunciare por acaso», le decía ella cada vez que lo veía. Y él se acercaba a ella y le susurra en su oído «¿Qué quieres hacer hoy?». Mia sonreía y Rubén era capaz de aceptar ir a cualquier sitio que ella le pidiera. Porque así era su amistad. En tan poco tiempo se habían confiado los más grandes secretos, aunque ambos conservaban uno para ellos mismos. «Todavía no es el momento de que lo sepas». Él ya había dejado de verla solo como una joven bonita, ahora la etiqueta 'amiga' se había adjuntado a su nombre y eso le impedía pensar que con ella pasaría algo mas. Mia solo lo ignoraba. Pero no podía evitar morir de celos cada vez que le hablaba de aquella joven que ni su nombre sabía. Le asombraba la forma con la que se expresaba, la luz de sus ojos y hasta la sonrisa que se le formaba instantáneamente.

Hell (r.d) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora