Capítulo 13

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Salimos del restaurante en silencio, yo caminaba a su lado mientras nos dirigíamos hacia su auto, sin atreverme a verlo. Podía respirar su decepción, el aire era denso, hasta llegaba a ahogarme. ¿Pero qué puedo hacer? ¿complacerlo?¿ser su amiga?¿dejar que él me vea sufrir, agonizando, fingiendo una sonrisa cuando apenas pueda seguir en pie? Claro que no, Michael no merece eso. Merece tener a una mujer a su lado, que le evite cruzarse con personas como yo.

Llegamos a mi casa, él bajó para abrir la puerta mientras yo me quitaba el cinturón de seguridad, me acompañó hasta la entrada. Miraba sus zapatos, los autos pasando detrás de nosotros, la luz de la luna, cualquier cosa para evitar mirarme, pero yo no pude hacer lo mismo que él. No dejaba de observarlo, intentaba desesperada descifrar lo que Michael quería, lo que anhelaba ver en mi. Estaba convencida de que no era una simple sonrisa lo que quería de mí. Había algo más.

— Quieres pasar?—pregunto suave, busco mis llaves.

— No es necesario que sigas siendo tan cortés conmigo, Mia. Es decir, ya has hecho suficiente.

— Te equivocas...

Humedece sus labios y baja la mirada. No oculta sonrisas, gestos nerviosos que lo delaten o sus mejillas sonrojadas. Oculta...tristeza.

— Tienes mi número agendado en tu celular, lo hice la noche en la que me quedé a cuidarte—alza la vista pero mira de reojo a la puerta blanca que tenemos al lado—. Si me necesitas, llámame, vendré en cuanto pueda.

¿Por qué es tan bueno con una infeliz como yo?¿por qué no tuvo el privilegio de cruzarse con alguien que no opacara su luz, su sonrisa, sus ojos?¿por qué tuvo la desdicha de encontrar algo en mi, algo en este tonto y absurdo humano que está al borde de la desesperación y la muerte, y aun así, ser bueno conmigo?

— Gracias...

¿Eso es todo lo que consigo decir? Debería ser una broma.

— Bueno. Eso es todo, supongo, me iré —se acerca lo suficiente como para que pueda sentir la intensidad de su aroma, me gusta pero aun así, intento que no me agrade.

Entonces deposita un cálido beso en mi mejilla, despega sus labios despacio, como si quisiera que aquello durara mas tiempo pero el reglamento dice que no debe ser así. Y él le hace caso. Es un hombre que va en la misma dirección que lo hace la sociedad, nada en la corriente adecuada, lleva una vida tal y como lo determina el mundo. Pero aun así, Michael es una luz, un destello en este universo porque se destaca. Cuestiona. Lo sé. Porque si no jamás me hubiese notado. Hubiera seguido con su vida, sin preguntarse nunca porque esa mujer no sé fijó que había detrás cuando intentó retroceder, tampoco el porqué de su desorientación en un centro comercial, ni mucho menos porqué decidió hundirse en alcohol.

Esa fue la última vez que vi al joven Mulder. Ya habían pasado semanas desde que se despidió de mí y bajó los peldaños de la entrada, cuando yo no hacía más que observar. Hay tardes y noches en las que me sumerjo en alcohol, y por primera vez no solo pienso en Rubén. Ahora su rostro decepcionado ocupa el segundo puesto de los causantes de mis lágrimas. Porque Michael representa a todos los que dicen quererme, los que se acercan a mi intentando rescatarme del infierno, los que me reciben con una sonrisa; me muero de impotencia. Impotencia por no tener la voluntad de fingir, aunque sea por ellos. Por Ana, por Héctor, por Julia, por Alice... y por Michael. Más de una vez me imaginé llamándole, pidiéndole entre lágrimas que viniera a ayudarme, que vigilará que aun siguiera respirando. Pero no lo hice, solo me sumergí en alcohol, en los recuerdos, en el infierno. Donde las llamas ya no queman porque ya no pueden dañar algo que está muerto. Antes solía compararme con el desierto, vacío y seco, pero luego comprendí que la lluvia era un milagro y que la luz del sol se encargaba de iluminar cada centímetro. Rubén era ese milagro, era esa luz que mi vida necesitaba. Ahora soy como una fosa. Oscura y fría. Donde habitan las criaturas más horribles, que nadie desea ver. Lo que entra, pocas veces logra salir, y yo no deseo atraer a nadie a un lugar tan horrible como este. Prefiero estar sola, en la oscuridad, no anhelo probar la luz otra vez.

Hell (r.d) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora