Sonrío por inercia y cierro los ojos para dejarme llevar por aquella sensación. El viento golpea con fuerza, pero el sol se encarga de envolverme con una capa cálida. Vuelvo a abrir los ojos, observo la magnitud que tiene la naturaleza, lo que es capaz de hacer a medida que pasa el tiempo, la belleza que nos ofrece. Y luego está él, a mi lado, deseando tocarme, abrazarme, darme uno de esos besos que son capaces de derretir estrellas. Yo también lo deseo y es curioso que ambos deseamos lo prohíbo.
Me mira, siento que lo hace, y no puede evitar sonreír. Decido darme un lujo, un privilegio, y lo miro directo a los ojos.
— Hazel—digo.
Él frunce el ceño y su sonrisa se tuerce un poco al no entender lo que acabo de decir.
— Ojos color Hazel—agrego—. Tienes ojos color Hazel—repito.
— Y eso?—pregunta curioso, hasta le hace algo de gracia.
— Son ojos que cambian de tonalidad según la luz—le explico.
Nos quedamos en silencio, él se acerca a mi procurando no tocarme...si tan solo lo hiciera... Si tan solo me tocara sabría que ya es hora de irme, de estar a su lado hasta el fin de los tiempos, de ser complementos, de ser almas gemelas unidas por todas las eternidades.
— Me pase todo este tiempo intentando descifrar su color, jamas los vi de la misma forma—digo. Las lágrimas corren por mis mejillas, me freno, no puedo seguir pero aun así hago el intento—. Es...injusto.
— Que es injusto?—pregunta.
— Es injusto que ojos tan maravillosos como los tuyos no puedan ser vistos por el mundo, que pocos lo recuerden...por dios—me quiebro en un llanto. Abrazo mis codos conteniendo mis impulsos de abrazarlo a él.
Rubén se coloca frente a mí y sonríe. Aquello hace que me tiemblen las piernas, su sonrisa sigue teniendo ese efecto en mí, me debilita; se lleva todo de mí, pero así lo quiero. Necesito que él sea mi sostén, mi fuerza.
— Nunca lo entendiste, Mia...mis ojos no son maravillosos, nada en mi lo es. Solo lo es porque tu te reflejas en ellos, aquella es la maravilla, tu lo eres.
— Sigues siendo un buen mentiroso—digo y él ríe. Se muerde el labio y sonríe. Mis lágrimas se detienen.
— Feliz cumpleaños, Mia...
Dice antes de que despertara. Vuelvo a sentir ese vacío, esa opresión en el pecho, ese algo que falta en esta oscura habitación, en mi vida...
Si me preguntaran que describiera nuestra desventurada historia de amor, no podría, no querría hacerlo. Solo diría: el amor nunca se sintió tan bien. Porque así era. Solo deseaba abrazarlo a cada momento, besarlo, decirle cuanto lo amaba y lo feliz que me hacía. Y lo sigo deseando. No hay día en el que no despierte en esta cama deseando que sus brazos me rodeen otra vez...escuchar su respiración en mi nuca, sentir el calor de su cuerpo junto al mío. Es tan injusto solo tenerlo en sueños, sin poder tocarlo.
Necesito que vengas a por mi. Necesito que me rescates de este infierno, Rubén.
(...)
Le doy otro sorbo a la copa de vino que Michael dejó hace unos instantes sobre la isla. Él se encuentra lavando los trastes que utilizamos hace menos de veinte minutos en la cena que improvisamos por mi cumpleaños. Le dije que detestaba festejarlo pero insistió tanto en venir que no pude decirle «no».
— Es divertido?—le pregunto.
— Qué cosa?—pregunta sin voltear.
— Visitarme. Estar conmigo...con una viuda—digo. Creo que estoy ebria.
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Hell (r.d)
Fanfiction«La vida sin él era un infierno » Ganadora de Salseo Awards y #900 en Fanfic (Abril 2016) -TheNormalitySuck Diciembre 2015- ||En edición||