Llevó un mechón de pelo detrás de su oreja antes de ingresar a la fría habitación. Su cuerpo estaba débil por lo estresante que había sido el viaje en avión hasta España, apenas había probado bocado y no pudo dormir desde recibió la noticia. Había tomado el primer vuelo a Madrid, empacó lo esencial (hasta creía olvidarse de cosas) y ahora se encontraba allí. La familia que la había adoptado como a una hija, aguardaba en el pasillo de aquel hospital, esperando a recibir noticias y, en el peor de los casos, contener a la joven. Sintió que caería allí mismo, en todos los aspectos. Su rostro estaba pálido y hacía más notoria las ojeras debajo de sus ojos marrones. Fue acercándose hacia la camilla con cautela, mientras la observaba, se formaba un nudo en su garganta y sus ojos se humedecieron al ver a su madre dormida. «Está en terapia intensiva, solo queda esperar».
Se detuvo a su derecha, pensando en si debía tomarla de la mano, para sentir de nuevo a su mamá. Pero no lo hizo, solo se limitó a quedarse allí, de pie, observando el rostro calmo de aquella mujer. Había cortes en su frente y moretones en sus brazos. Cabe destacar, que una gasa envolvía su cabeza, ocultando por completo su cabello. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, continuando su camino, terminando, tal vez, en el suelo. Se preguntaba qué hacía en aquella habitación, con las luces blancas iluminando la misma, llena de aparatos conectados a la mujer y con esa sensación de angustia en su pecho. Se cruzó de brazos, ahogó sus sollozos, pensando en todos los momentos que hubiese pasado junto a ella si no fuera por culpa de su padre, quien la mantenía ebria para que él pudiese alejarse cuanto antes de esa casa.
Arrastró una silla hasta la cama donde yacía su madre y se sentó allí, posando sus brazos sobre las sábanas celestes, apoyando de lado su cabeza. Miró su mano derecha, conectada a un aparato (supuso que aquello detectaba sus latidos) y se atrevió a cogerla. Sintió la cálida piel de su madre y, aun con las lágrimas cayendo por sus mejillas, cerró sus ojos dejando que el sueño por fin la envolviera.
Se encontraba recostado, junto a su chica, ambos semidesnudos. Acariciaba su piel mientras la joven, de nombre Jennifer, dormía abrazada a él. Rubén la observaba con detenimiento, cada una de sus facciones, apreciando el calor que le proporcionaba su cuerpo pegado al suyo. Deposito un beso en su cabeza, recordando el llamado de Julia unas horas antes. «Ella está de vuelta, Rubén ». No comprendía porque se encontraba pensando en aquello, tampoco había podido borrar a Mia de sus pensamientos a pesar del tiempo. No podría olvidarla por mas que quisiera y, en momentos como este, era donde más la recordaba. Rubén anhelaba tenerla de vuelta entre sus brazos, sentir su corazón latiendo con fuerza junto a su pecho, escuchar su risa y que él sea la razón. Aun recordaba esos días en los que insistía con el teléfono, esperando a que la chica cogiera su llamado para escuchar su voz otra vez, pero ella jamás lo hizo. Tampoco se despidió de él como lo hacen los verdaderos amigos, «En qué momento dejamos de serlo?», se preguntaba.
— No puedes dormir?—preguntó la pelirroja.
Él le sonrió pero rápido desvió la mirada al notar que sus ojos castaños no eran los mismo que los de Mia. Nada de ella era igual a Mia.
— No.
— Sigues teniendo insomnio, amor? —le preguntó preocupada.
— No, solo estaba pensando, Jen—dijo.
— En qué?—coloco su mano diestra en la mejilla de Rubén, obligándole a verla—. Me preocupas. Desde que te llamaron, estas raro... Te conozco, Rubén, sé que algo te sucede.
— No es nada, Jen, solo soy yo que me rallo con idioteces—le sonrió —. Enserio, no es nada.
— Seguro? No será por Celia, verdad?—frunció el ceño. Él soltó una carcajada y la besó en los labios.
— No, claro que no—musitó aún pegado a sus delgados labios.
— No me volverás a mentir, cierto?—lo miraba directo a los ojos—. Sabes que no podría perdonarte de nuevo, ya sufrí demasiado, Rubén y...
— Jen—la interrumpió —. Basta, si?
— Pero...
— Sabes que no me agrada que hablemos de esto. Ya, déjalo, te dije que no lo volvería a hacer—ella se separó de él de inmediato y se sentó en la cama, aun cubriéndose con las sábanas, lo observaba sigilosamente—.Tu no confías en mí, es eso.
— Y como quieres que confie en ti?—dijo furiosa—. Te recuerdo que tu fuiste quien me engañó con otra.
— Tal vez fue porque necesitaba que alguien me satisfaciera y tu, claramente, no podías hacerlo—dijo sin siquiera medir sus palabras y, cuando se dio cuenta, ya fue tarde—. Jen...
— Eres un idiota!
— Jen... Por favor.
La joven dejó de mirarlo, recogía su ropa del suelo y se disponía a salir de aquella habitación. Rubén se acercó a ella, aun en boxers, y la tomó del brazo con fuerza.
— Jen, para!
— No me toques!—gritó alterada, soltándose del agarre del chico.
Se terminó de vestir con sus leggins negra, su camiseta blanca y las típicas vans, y salió de allí dándole un portazo a la puerta. Rubén la persiguió por toda la casa, su amigo vio la escena y evito hacerle preguntas, pero ella siguió caminando hacia la puerta. Abrió la misma y volteó para ver a Rubén, su rostro reflejaba su enojo en la mayoría de las facciones.
— Que te den!—le gritó y salió dando otro portazo a la puerta.
Le pegó un puñetazo a la pared, haciéndose daño a él mismo y soltó un insulto, provocando que su amigo se preocupe por Rubén. Lo miró de reojo, su rostro se encontraba tieso y la vena en su frente resaltaba el enojo. El joven lo observó divertido, siempre presenciaba sus peleas. Rubén y 'Jannies' (como sus seguidores le decían) tenían una relación muy conflictiva y, por lo tanto, frágil. Al malagueño le gustaba salir de fiesta, eran frecuentes las noches en las que los invitaban a discotecas, a bares o a la fiesta de unos de sus tantos amigos. Todo era así. Sus vidas se reducían a una sola responsabilidad: subir vídeos a internet. Desde que Mia se fue, todo cambió en lo que respectaba a Rubén. Su fama había crecido como una bola de nieve cayendo desde lo alto de una montaña. Pero, se dejó llevar por la sensación de caída, que no se dio cuenta del daño que estaba provocando. 'Engaño' era lo primero que venía a su mente. Recordaba a Celia, ahora era su amiga, no entendía como podía serlo después de lo que le había hecho. Engañar a una joven como Celia con Jennifer, fue la decisión más estúpida que pudo tomar en su vida y, hoy en día, seguía pagando las consecuencias de sus infidelidades, ahora con Jen.
Despertó de a poco, una manta la cubría y su mano aún seguía aferrada a la de ella. Levantó su cabeza con lentitud y se reincorporó aun sin soltarla. Se dio cuenta que se encontraba más adolorida que nunca, sus músculos dolían más de la cuenta y sentía que no podía abrir los ojos a causa de su dolor de cabeza. Pero hizo un esfuerzo. Se levantó y solo por un instante soltó su mano. Volvió a aferrarse a ella con fuerza y acarició su frente delicadamente, temiendo ese contacto. La puerta se abrió, pero no volteó a ver quien era, solo siguió pendiente de su madre.
— Mia...—susurró Julia detrás de ella—. Anda, vámonos a casa, tienes que comer y estar fuerte—la tomó de los hombros—. Papá nos espera en el estacionamiento.
— Quiero quedarme—dijo con la voz entrecortada, le dolía la garganta. Tal vez, por el frío que sentía en aquella habitación.
— Luego volvemos. Te lo prometo.
— Vale...—se inclinó y depositó un beso en la frente de su madre, sin dejar de acariciar su piel, sin soltarla. Sus ojos se volvieron cristalinos, le dolía el solo hecho de alejarse de su madre otra vez—. Te quiero muchísimo, mamá —susurró y se alejó de ella, soltando su mano sin siquiera querer hacerlo.
Salió de aquella habitación, sintiéndose débil, cada paso retumbaba en su cabeza y las lágrimas parecían no querer parar. Se preguntó muchísimas cosas mientras salían de ese hospital e imagino miles de situaciones que podía haber compartido con su madre si no hubiese alejado a su hija de su lado. Caminaba arrepentida, sintiendo el peso de la culpa en sus pies y pensaba que si algo le sucedía, jamás se lo perdonaría. Porque ella debía haberse quedado a su lado, cuidándola, como lo hace una hija con su madre, como realmente debía de ser. «Qué clase de hija soy?».
ESTÁS LEYENDO
Hell (r.d)
Fanfiction«La vida sin él era un infierno » Ganadora de Salseo Awards y #900 en Fanfic (Abril 2016) -TheNormalitySuck Diciembre 2015- ||En edición||