— Michael!—dice ingresando al salón donde él observaba incómodo las fotografías familiares, deteniéndose a mirar una en la que Mia sonreía a gusto junto a su marido.
— Señora Gurdensen—se levanta del sofá y se dirige hacia ella para saludarla con un apretón de manos. Midiendo sus elegantes movimientos, vuelve a su lugar esperando a que la mujer se siente y, cuando lo hace, Michael se vuelve a sentar.
— Cómo está? —le pregunta la mujer rubia frente a él.
— Bien y usted?—lo mira fijamente, jamás creyó encontrarse tan nervioso. Ni siquiera en su primera clase en la Universidad se sintió tan juzgado con una mirada.
— Podríamos decir que...bien, pero creo que usted no vino a discutir ese tema, estoy en lo cierto, ¿verdad?
— Lamento molestarla...
— Oh no, no es ninguna molestia, Michael...
— Y Ana?
— Está en su cuarto, ¿quieres que la llame?
— Quisiera verla, pero...primero quiero hacerle una pregunta, si no le molesta...
— Claro, dime.
— Cómo está Mia?
— Mia—suspira.
— No he sabido nada de ella en casi todo un mes y mañana viajaré a Londres para ver a mi familia. Quisiera irme sabiendo que ella se encuentra relativamente bien...
— Y por qué te interesa tanto el bienestar de Mia?—pregunta siendo filosa.
— Solo tengo la necesidad de que ella este bien, a salvo. Va más allá de tener o no su amistad, Señora Gundersen. Ella necesita alguien que la escuche, que intente comprender su dolor sin juzgarla. Necesita atención.
— Si, a ella me encanta llamar la atención... —habla entre dientes.
— No me refería a eso...
— No sé nada de ella, Michael—suspira—. Suele hacer esto a menudo...
— Esto?...
— Desaparece, Michael. No sabemos dónde está, no da aviso de eso, solo se aísla del mundo. Debe estar en algún sitio, descomunicada, dios sabe que cosas estuvo haciendo durante este tiempo.
— Cómo!? No han intentado buscarla!?—pregunta incrédulo—. No imaginan donde pudo ir?
— Es imposible saberlo, lo hemos intentado pero es absurdo. Mi familia y yo, preferimos dejarla en paz. Una vez desapareció por tres meses, nosotros fingimos que estaba en Los Ángeles, visitando a amigos. Nunca nos dijo dónde estuvo realmente, ni siquiera a Ana.
— Pero...
— Es absurdo, Michael, creeme—dice interrumpiendo lo que estaba por decir—. Pensarás que no me interesa dónde y cómo se encuentra Mia, pero es justo lo contrario. La quiero y la protejo como si fuera una hija, aunque ella no piense así. Más bien, piensa que todo lo que hago, es para lastimarla.
— Solo esta triste.
— Lo sé, yo fui quien perdió a su hijo—irónica—. Y sus hermanos a un hermano, sus tíos a un sobrino, su padre a un hijo, sus abuelos a un nieto... Todos hemos perdido algo en esta vida. No debía ser así, pero aun con el dolor, seguimos viviendo. La vida continua.
— Suena fácil...
— Si, pero la realidad es que la vida sigue. El mundo no se detiene, sigue girando y nosotros debemos acostumbrarnos a seguir. No podemos encadenarnos a los que no están, llorando por algo que sabemos que jamás volverá.
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Hell (r.d)
Fanfiction«La vida sin él era un infierno » Ganadora de Salseo Awards y #900 en Fanfic (Abril 2016) -TheNormalitySuck Diciembre 2015- ||En edición||