«Y así fue como le hicimos caso a la tentación. Entonces, ¿cómo es que exiges el cielo?¿cómo es que te sumergiste en ese infierno? Porque amar no es pecar. Pecar es no reconocer su magnitud, las sensaciones que despierta en seres tan complejos como nosotros. Mi única desdicha fue amarte...», fantaseó. Dejó volar su imaginación, fantaseando con aquel cosquilleo irrefutable en sus labios y esa tensión en su estómago, «Dicen que son mariposas...». Se esforzó por no sonreír mientras él dormía a su lado, abrazándola como si fueran dos enamorados. Lo que Rubén no sabía era que ella no permitía que ningún hombre la tocara, incluso que la abrazara, él era el primero en dormir con ella. Con el primero en una cama... Era tal los sentimientos hacia Rubén que le había confiado hasta ese poder en ella. Y así, abrazados como dos ángeles caídos del cielo, se quedaron profundamente dormidos.
Pasadas las horas se obligó a despegarse del mundo de Morfeo, solo para notar que él aún seguía aferrado a su definida cintura y que sus manos, ahora, se encontraban entrelazadas. Sonrió al sentir esa sensación cálida que provocaba la mano de Rubén unida a la suya. «Es como arroparse con una frazada en invierno», pero aquello era único.
— Buenos días —susurró casi pegado a su nuca.
— Creí que seguías dormido—sin siquiera voltear.
— No...
— Entonces?—esperaba ansiosa la respuesta, el chico se tomó unos instantes en contestar.
— No quería despegarme de ti...—menciona sin inmutarse—. Sigo sin querer hacerlo. Y tu?
— Está bien...—dijo—. Solo... Solo voy a girarme, ok?—musitó antes de girarse en su propio espacio, quedando sus rostros relativamente cerca y cuando sus ojos se encontraron, Rubén sonrió.
— Mejor?—preguntó.
— Mejor...—sonrió de lado.
Aquella proximidad había despertado en ellos algo que intentaban ahogar, algo que creían extinto. Se atrevieron a mirarse más allá, a intentar descifrar el sabor de las estrellas, a imaginar que sensaciones tan indecorosas podían llegar a despertar el simple rozamiento de sus labios.
— Creo que...deberíamos parar—decía sin siquiera creerse sus propias palabras.
— Creo lo mismo—igual que él.
Pero sus palabras no reflejaban lo que ellos deseaban. Hasta ahora, jamás habían sido capaces de decirse la verdad. El rostro de Rubén parecía aproximarse más ante los fervientes ojos de Mia. Solo unos centímetros los separaban y para ese entonces, sus respiraciones eran agitadas y llenas de esa inocente sensación de placer, la casta lujuria. Entonces el móvil sonó debajo de la almohada y todo terminó en un beso sobre la frente de la joven.
— Tu teléfono —dijo Mia soltando un suspiro.
— Que inoportuno—decía Rubén mientras filtraba su mano bajo la blanca almohada. Sacó su móvil y atendió el llamado—. Hola mamá —la saludó—. Si... Es sábado... Sí, ya sé —parecía regañarlo. Ella lo miraba atenta y él se atrevió a dejar de prestarle atención a su madre, con tal de regalarle una sonrisa—. Sí, ya sé, Mamá... Bueno, adiós.
Y colgó.
— Tengo que ir al estudio...—le contó.
— Ah, vale...—se levantó de la cama—. Iré contigo.
Mia sonrió.
— Qué hay de divertido al verme bailar?—preguntó irónica.
— Todo. Absolutamente todo—respondió antes de salir de la habitación aun con la pijama puesta.
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Hell (r.d)
Fanfiction«La vida sin él era un infierno » Ganadora de Salseo Awards y #900 en Fanfic (Abril 2016) -TheNormalitySuck Diciembre 2015- ||En edición||