Desperté sintiendo algo de dolor en uno de mis brazos. Había algo pegado a mi cuello, sin embargo, no podía ver qué era lo que me producía tal sensación. Al abrir los ojos, fui sorprendido por una enceguecedora cantidad de brillo y color blanco. Pestañe unas cuantas veces para que mis ojos pudieran adaptarse a la claridad del lugar. Cuando al fin lo hicieron, pude ver dónde me encontraba. ¿Era esto una sala de hospital? Aunque no era muy parecida a la que teníamos allá arriba. ¿La habrían cambiado? ¿Kendrik me había abandonado y había sido encontrado y cargado de vuelta a la nave por alguno de mis compañeros para luego enviarme de regreso a la base? Estaba atónito. Avergonzado de mi pobre desempeño.
Miles de preguntas daban vueltas en mi mente, resultando nada más que dolor de cabeza. No encontraba respuesta alguna. Acomodándome en la camilla, logré sentarme encontrando un gran espejo frente a mí. Éste ocupando gran parte de la pared. Mi apariencia era decadente; Mi rostro pálido y ojeroso. Estaba sólo en aquella sala, en una camilla y con una aguja clavada en mi brazo por el cual llegaba o salía, no estoy muy seguro, una especie de sustancia transparente, pero con un toque de azul fluorescente. Por otra parte, en mi cuello había pegada una venda color blanca molestándome cada vez que giraba la cabeza. Estaba conectado a una máquina, la cual emitía un pitido acorde a los latidos de mi corazón y mostraba algunos otros datos en la pantalla.
De repente, la puerta se abrió y Kendrik entró rápidamente. Luego de pasar, la cerró detrás de si y dirigió su mirada hacia mí.
-¡Vaya! Era hora de que la Bella Durmiente se despertara... - Dijo sentándose en una silla que había a un lado de donde yo estaba.
-Perdón, ¿qué? – Pregunte confundido.
- La Bella Durm... Olvídalo. – Dijo suspirando.- ¿Cómo te sientes?
-Bien, supongo. Me molesta un poco la venda del cuello y me resulta algo extraño tener una aguja clavada en el brazo, pero después de eso... Bien.
- Perfecto, porque ya estaba cansado de tener que venir a verte todos los días.
-¿Todos los días? – Pregunté confuso. - ¿Cuánto tiempo hace que estoy así?
-Tres años... - Contesto mirando al piso con nostalgia.
-¿Qué? – Grite en silencio, sorprendido y asustado a la vez. ¿Había pasado tres años aquí de esta manera?
- ¡Debías haber visto tu cara! – Dijo riendo esta vez. Lo cual no me causo nada de gracia. – Hace sólo tres días que estas así... Se nota que no estabas preparado para la picadura de una KleinKolf.
- ¿Una qué?- Volví a preguntar. ¡Por Dios! No entendía nada de lo que este chico decía.
-Una KleinKolf. – Contestó con simpleza. – El insecto que te picó, ese es su nombre...
-Oh...- Murmuré.
Miles de preguntas se acumulaban en la punta de mi lengua, pero no quería decirlas. No quería irritar al pobre chico, quien probablemente en unos cuantos problemas se habrá metido por ayudarme. Quién sabe todo lo que ha pasado durante estos tres días. Por favor, tres valiosos días perdidos recostado en una camilla quién sabe dónde.
-El líquido parece estar estabilizándose, pero no vas a poder salir de aquí hasta que se vuelva completamente transparente. Si tienes suerte, quizá para mañana a la hora del almuerzo puedas salir y comer con nosotros en el Gran Comedor. - Con esto se puso de pie, se dirigió a la puerta y sin darme oportunidad alguna de responderle, salió. Dejándome sólo una vez más.
***
Luego de aquella rápida visita, Kendrik no había vuelto a pasar por aquí. No sé cuánto tiempo había ya pasado. Ni qué hora del día era. Pero los minutos parecían hacerse eternos aquí adentro. El hecho de que todo fuera tan blanco y monótono, al igual que silencioso, no ayudaba en nada. Ni siquiera había una ventana, por más mínima que fuera. Absolutamente nada.
Pasé la tarde durmiendo, viento la pared que se encontraba frente a mí y observando las gotitas caer dentro de aquella bolsa que se ubicaba colgada por encima de mi cabeza, a la derecha. La bolsita estaba conectada con la aguja a través de una pequeña manguera color transparente. Al parecer el líquido también se había vuelto ya, completamente transparente. De igual manera decidí quedarme donde estaba, al menos hasta que alguien viniera por mí. Sólo esperaba que eso ocurriera pronto.
Fue justo entonces cuando una mujer de avanzada edad entro por la misma puerta por la que había entrado Kendrik. Me miró y regaló una cálida sonrisa. Luego fue y se lavó las manos, se colocó unos guantes y se acercó a mí.
-Muy bien, veamos. –Dijo acercándose para observar la bolsa.- Parece que todo está perfectamente bien. – Susurró y volvió a sonreír.
Con delicadeza tomó la cinta que mantenía la aguja sujeta a mi brazo y la quitó. Lo mismo hizo con la aguja. Me pidió que me sentara en el borde de la camilla y que esperara mientras ella iba por algo que necesitaba.
Volvió con una caja, supongo de primeros auxilios. Mojó un algodón y lo apoyo en la venda que tenía en el cuello para que esta se despegara. Y así lo hizo, esta salió sin esfuerzo alguno. Luego secó donde tenía la picadura y le aplicó una especie de crema de color grisáceo. Tomó otra venda y con ésta volvió a cubrir la "herida".
La puerta volvió a abrirse y esta vez fue Kendrik quien apareció. Sonriendo como siempre.
-Te lo dije. Listo para la cena. – Rio luego de su propia broma.
La señora rio por lo bajo, y se alejó diciendo que ya estaba listo. Le agradecí y luego se fue.
-¿No es mi abuela la mejor enfermera? –Preguntó con orgullo.
- Por supuesto...- Respondí.
-Toma...- Dijo entregándome lo que parecía ser ropa. – No creo que quieras andar en bata por todo el edificio. Será mejor que te vistas.
-¿Y mi traje?- Pregunté alarmado. En ese momento recordé que ahí tenía todas mis armas. Dirigí mi mano a mi oreja al recordar también el auricular, pero este no estaba ahí. - ¿Dónde está? ¿Dónde está mi traje?
-Tranquilo tigre, está guardado. Pero por ahora ponte esto. – Respondió. – Va a ser mejor así, más discreto.
Sin decir nada más tomé la ropa y me la puse rápidamente. Quería salir de aquel cuarto lo antes posible. Necesitaba ver algo más que sólo cuatro paredes.
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RADIOACTIVE -Editando-
Science FictionLuego de un experimento fallido cada persona en la Tierra debió ser exiliada. Aunque no muchos pudieron lograrlo, ya que estaban contaminados o no contaban con los recursos necesarios. Varios años pasaron para que aquellas personas pudieran volver...