Bajé las escaleras a toda velocidad, y salté los últimos escalones. Llegando a la gran sala, aquella tan amplia que se encontraba en la planta baja, pude divisar a unos metros de la puerta un grupo de jóvenes. Todos tenían puestos trajes de color negro con detalles de color azul y botas también de color negro. Algunos tenían una especie de casco, otros tenían grandes armas en sus manos, otros cargaban arcos y carcajs en sus espaldas, algunos tenían dagas, e incluso algunos otros tenían cosas que jamás había visto en mi vida. Un hombre alto, vestido de igual manera pero con detalles grises en lugar de azul se acercó a ellos. Llevaba un casco en una de sus manos y algo parecido a un sujeta papeles en la otra.
Se acercó a tres de los jóvenes que se encontraban un poco más alejados de los demás. Los tres tenían trajes de color negro pero con detalles de ambos colores, azul y gris. Dos de ellos tenían el carcaj en la espalda pero uno lo tenía a un lado de su pierna derecha. Era casi imperceptible. Mientras que aquellos dos tenían dos especies de flechas dibujadas en sus brazos el otro tenía tres. El hombre alto también tenía dos.
Mientras el hombre hablaba con los jóvenes, levantó la vista y me vio. No me había acercado lo suficiente como para ser notado por todos pero él lo hizo de todas formas. Al ver que el hombre se quedaba mirándome los tres jóvenes voltearon a ver de qué se trataba. Aquel joven que tenía las tres flechas resultaba no ser UN joven, sino UNA joven. Y no cualquier joven, era Casey. Y los otros dos eran nada más y nada menos que Evan y el tal Sebastian.
Al verme su rostro se tornó de sorpresa, al parecer no me esperaban. Como ya había sido notado y no tenía nada que perder decidí acercarme y aclarar algunas de las preguntas que habían surgido hacia minutos en mi mente. A medida que me acercaba, mayor era el número de ojos que se posaban en mí.
-¿Qué es todo esto? ¿A dónde van?- Pregunté una vez que estuve cerca de ellos. Intentando mirar solamente a Casey, que era con quien podría decirse tenia mayor confianza. El hombre me miró y frunció un poco los ojos al verme, como si no creyere lo que veía.
-Disculpe, pero es acaso usted...
-Sisi, es el hijo de Alecker.- Dijo Casey interrumpiéndolo, restando importancia al asunto.
-Debemos detener lo que empezaste. – Dijo Evan, respondiendo a mi pregunta.
-Uno les da salud y refugio, y les agradecen con esto. Increíble. – Comentó Sebastian para luego pasar por mi lado para acercarse a los Militum y guiarlos hacia afuera.
-¡Yo voy con ustedes!- Solté rápidamente, dispuesto a comenzar a correr hacia el avión que esperaba afuera por los jóvenes.
-No.- Dijo Evan deteniéndome con su mano derecha.- Será mejor que te quedes aquí.- Asentí y retrocedí los pasos que había avanzado. Lo vi alejarse.
-Nada de esto fue mi intensión.- Dije con un deje de desesperación. Y aunque estaban ya lejos de mí, ella se detuvo y giró su rostro.
-Lo sé.- Gesticuló en un susurro. Miró hacia el suelo y volvió a caminar detrás de su hermano para luego salir del edificio.
Me quedé prado ahí, sin hacer nada. Sintiendo la impotencia de no poder salir y hacer algo yo también. Siempre había sido yo el que salía en misiones o al que le eran encomendadas las tareas importantes. Y ahora me sentía inútil quedándome aquí, parado sin hacer nada, en el medio de una sala con gente yendo y viniendo con miles de cosas por hacer.
Suspiré con fuerza y giré para volver a mi habitación, pues era el único lugar en el que no molestaría a nadie. Decidí evadir el elevador y subí por las escaleras. No tenía apuro alguno y mientras más ocupado estuviese sería mejor. Las escaleras no eran el mejor entretenimiento, pero al menos era algo.
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RADIOACTIVE -Editando-
Science-FictionLuego de un experimento fallido cada persona en la Tierra debió ser exiliada. Aunque no muchos pudieron lograrlo, ya que estaban contaminados o no contaban con los recursos necesarios. Varios años pasaron para que aquellas personas pudieran volver...