MARTES. NOVIEMBRE 3

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¿Cómo puede uno salvar a quien no quiere salvarse?

PAR LAGERKVIST


P ASADA LA MEDIA TARDE , varios guardias se acercan a la celda. Abren la puerta y empujan a un hombre, que casi viene a caer entre nosotros.

—Desde hoy éste será su nido, Gordo—dice un guardián.

—¿Qué es eso de que éste será su nido?—pregunta Mister Alba.

—Son las órdenes que tengo—afirma el guardián.

—Aquí somos cuatro, y cuatro ya es mucho para esta celda —ex- clama Braulio Coral—. Con uno más nos asfixiaremos.

—Si traen uno más, será porque alguno de ustedes va a salir. En todo caso, no puedo hacer nada El Gordo se quedará aquí.

Los guardias cierran la puerta y se van, y el desconocido se queda con nosotros.

—Permítanme que me presente—dice—. Me llamo Antonio Tíldela. En el cuerpo me llamaban el Honorable Gordo Tudela.

—¿Qué cuerpo?—pregunto yo.

—El cuerpo de detectives. La policía secreta. Yo trabajaba en la sección de extranjería.

—¿Entonces es usted espía?—pregunta Mister Alba.

—Espía no. Detective. Eso es todo. Triunfé persiguiendo hombres cuando fracasé persiguiendo noticias. Antes de ser detective trabajé en un diario como cronista de policía.

Mister Alba comenta:

—De cronista de policía a detective y de detective a criminal. No es un mal antecedente para triunfar en la cárcel.

—¿De dónde es usted?—indaga David.

—De Sonsón. Soy de los Tudela de Sonsón.

Dice "de los Tudela de Sonsón" como si con eso quisiera decirlo todo. Pero dice "de los Tudela de Sonson" con acentuada humildad familiar y geográfica, con una sencillez anterior a toda complicación histórica, como si dijera que era de los Bonaparte de Córcega.

—¿Qué pasó para que lo trajeran aquí?

—Un extranjero. Un buhonero turco. Al ponerlo preso se me salió un tiro y lo maté. Mi encarcelamiento es una ignominia.

Cuenta esto con tal naturalidad que convence en efecto de que su delito ha sido un accidente.

Braulio toma la palabra:

—Para corresponder a su amable atención, permítame que le presente a los compañeros de la celda. Ha tenido usted suerte. Le ha tocado venir a compartir esta caverna con hombres que viven sólo para los negocios del espíritu. Como dice Mister Alba, la cárcel es el único refugio que le queda a la filosofía, porque es la única torre de marfil que le queda al mundo. En la cárcel también hay clases sociales, como afuera. Aquí cerca hay un preso, un tal Toscano, acaparador de artículos de primera necesidad, que tiene un apartamento de lujo, con cama doble, televisión, refrigerador y secretaria particular. En bienes materiales, en esta celda no somos tan opulentos. Ésta es la celda de los intelectuales. Aquí los tiene usted.

Calla, mira a David, lo señala con la mano y sigue diciendo:

—Éste es David Fresno, escritor. Escribía en cheques falsos el nombre de su tío.

El Honorable Gordo Tudela no sabe si Braulio bromea o está diciendo la vedad. Es una presentación bien extraña. Vacila entre permanecer quieto o tenderle la mano a David. Braulio sigue hablando.

Jesús Zárate LA CÁRCELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora