VIERNES. NOVIEMBRE 20

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Aparte de los asesinatos que había cometido, Burke era un

hombre muy decente.

GEORGE MIKES


MUY TEMPRANO recibimos la noticia de la muerte de Óscar.

—¿De qué murió?—le pregunto al guardián.

—De viejo —explica el guardián—. Estaba sano, pero no salvo. Amaneció muerto en la cama.

—¿Lo entierran hoy?

—Lo entierran ya. A los presos hay que enterrarlos con rapidez. No comprendemos por qué nos dice eso el guardián. Éste es uno de esos misterios de la vida que nunca nos es posible desentrañar. Cuando el guardián se va, Mister Alba habla de Óscar con el Honorable Gordo Tudela.

Éste hace la pregunta que entre nosotros se hace siempre respecto a los compañeros cuyo nombre se menciona.

—¿Por qué estaba preso?

—Por mascar chicle.

—¿Es delito mascar chicle?

—No. Pero usar la goma para pegarse esmeraldas en la barba y pasarlas de contrabando a Venezuela sí debe de ser delito cuando por eso lo trajeron aquí.

—Por lo menos, dejen en paz a los muertos—pide David.

Mister Alba explica que a Óscar le dio por viajar a Venezuela con mucha frecuencia. Unas veces decía que iba a estudiar el folklore musical del Táchira. Otras, que iba a buscar un hermano que emigró a Venezuela en tiempos de la dictadura del Benemérito Juan Vicente Gómez. Los viajes frecuentes hicieron entrar en sospechas a las policías de los dos países. Lo agarraron en San Cristóbal, con sus cómplices venezolanos. Se puso en claro entonces que Óscar pasaba las esmeraldas colombianas a Venezuela por el sencillo procedimiento de esconderlas entre la espesa barba, pegándoselas allí con restos de goma de mascar. Ocupada en examinar la pierna de palo, que en un presunto contrabandista es un elemento altamente sospechoso, la policía descuidaba la barba de Óscar, que era un nido de esmeraldas escrupulosamente envueltas en la naturalidad varonil de la mata de pelo.

Mister Alba se sienta, escribe una nota, llama al guardián y le dice:

—Por favor, lleve esto al señor director.

Cuando el guardián se va, todos nos quedamos esperando que nos explique de qué se trata. Mister Alba accede a este deseo presente, aunque inexpresado.

—Le pido al director que entierre a Óscar sin la pierna de palo. Le sugiero que construya en el patio principal un monumento al preso desconocido, es decir, al preso no identificado. Ningún símbolo mejor para el monumento que la pierna de palo de Óscar.

Yo callo, no por lo que me toca en relación con esa pierna, sino porque por primera vez me parece descubrir en Mister Alba algo que no funciona muy bien en su cabeza. Me parece además que David piensa lo mismo que yo. Pero yo no digo nada. Observo a Mister Alba. Encuentro que su rostro, surcado por cavernas de palidez cadavérica, corresponde precisamente a mis suposiciones. Pero esta crisis reflejada en su semblante dura muy poco. Mister Alba vuelve a hablar de Óscar.

—Era un preso común. No pasará a la inmortalidad.

—Ningún preso pasa a la inmortalidad —afirma el Honorable Gordo Tudela.

—Su ignorancia me conmueve. Pero no me sorprende. La cárcel está llena de presos famosos en la historia de la humanidad.

—Yo el único preso famoso que conozco es el Conde de Montecristo —dice el Gordo.

Jesús Zárate LA CÁRCELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora