Suponía que en la vida nada salía como uno esperaba. Consideraba que las expectativas eran aquellas ideas que uno esperba de algo, esas que nunca se cumplían, las mismas que cambiaban la manera de ver las cosas.
Las que obligaban a abandonar tu moral, las que cambiaban, simplemente. Rompían.
—Condenado a estar en una cueva encerrado —Apretó la mandíbula.
Aún recordaba los tiempos pasados y era cuando más asco le daban las personas. Trataba de evitar caer en esa espiral de pensamientos y recuerdos en cuanto podía, pero a veces simplemente le era imposible no rememorar aquellos momentos de su vida.
Cuando sólo era un adolescente normal, que trabajaba en un periódico local. Nadie podía traer dinero a casa en su lugar. Con su padre enterrado en el cementerio estatal y siendo el mayor era su único deber hacerlo, cuidar del futuro de su madre y de el de su hermano. Sacarlos adelante por sí solo.
Jack no lo odiaba. Una de las cosas buenas de trabajar en el periódico era el enterarse de las cosas antes que lo demás, era un gran adelanto. Sin embargo, había cosas malas, millones. El sueldo era denigrante y el jefe era insoportable, por ejemplo. Todos los jefes solían serlo; pero por su familia haría lo que fuera y más. Su vida no era perfecta, claro estaba. No obstante, no tenía de que quejarse.
El día en el que su jefe le informó de que Estados Unidos, su país, había entrado en la Segunda Guerra Mundial, se dignó a inscribirse en el ejército para luchar por su patria. Años después, entre rocas y goteos incansables, se repite lo idiota que fue.
Dejó a mi familia por ello, orgulloso de poder defenderlos a ellos y a su país, creyendo que esa sería la mejor opción. En esos momentos Jack solía pensar que valía más morir como un héroe que vivir de rodillas.
No tendría suficientes años de vida para arrepentirse de aquella elección. Hubiera preferido mil veces aguantar los tiempos difíciles con la compañía de su madre y de su hermano, permanecer unidos. No fue así.
En la base a la que le destinaron había muchos jóvenes como él. También gente algo más madura, pero en general, todos parecidos, y por supuesto, todos hombres orgullosos del papel que iban a desempeñar por un futuro próspero.
Allí le conoció a él. Ese cabrón que le traicionó. El imbécil por el que llegó a sacrificarse y al que lleguó a llamar hermano. Alguien de semejante calaña jamás podría llegar a entender lo que esa palabra simbolizaba, lo que significaba para Jack.
Recuerda aquel que fue el día más duro de toda su vida con diferencia. Estaban a punto de lanzarse contra las líneas enemigas, tenían la guerra hecha y confiaban en que ganarían. No obstante, en la vida nada estaba decidido y el enemigo reaccionó inesperadamente. Esparcieron un gas venenoso alrededor de su base. La emanación no tardó mucho tiempo en causar graves daños.
—¡Louis! ¡Louis!, ¿dónde estás? ¡Hermano!
Mucha gente gritaba de dolor y agonizaba mientras Jack no se detenía en su búsqueda, tenía que encontrarle costase lo que costase. Ignorando esas voces que se metían en los adentros de su cabeza, que le hacían sentirse un egoísta. Debería haberles hecho caso a esas que le decían, "¡correr, déjale ahí!" o "tienes que regresar vivo para abrazar a mamá". Pero de nuevo, no lo hizo.
—Jack, ayúdame. —susurró él, tirado en el suelo.
Ni si quiera se lo pensó dos veces.
—¡Louis!
Jack corrió hasta él a sabiendas de que el gas estaba en el aire. Sabía que de los dos, él siempre había sido el más fuerte, y precisamente por eso debía encargarse de protegerle a toda costa. Porque era su hermano.
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Betrayal | Eyeless Jack
FanfictionEsa época era muy distinta a la guerra, sí, pero en realidad nada había cambiado. Las personas seguían siendo tan déspotas y crueles como en aquel entonces, traicioneras, interesadas y materialistas. Confianza, respeto, lealtad, honor... Todo aquell...