CAPÍTULO 20

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Han pasado dos días que para Alexandra han transcurrido como si fueran semanas. Era un tiempo prudencial. Suponía que todo el equipo y su padre habían establecido un periodo igual o similar para su regreso; pero ella no volvería.

Tarde o temprano se darían cuenta de todo. En cuanto su padre leyese sus notas de campo, tal vez.

Se estaba repitiendo que a ver si la has dejado a propósito en el coche. Sin embargo, una parte de ella tenía ganas de que su padre enterarse de todo. Que descubriera que no pensaba continuar siendo su marioneta, que lucharé hasta el final y le ganaría la partida a su mezquindad.

—Te estoy hablando, ¿qué pasa?

No podía seguir ocultándole lo que sucedía a Jack por dos motivos. El primero era que no se lo merecía, no después de todo por lo que había tenido que pasar. Alex estaba convencida de luchar contra su padre; de luchar por Jack. Ella no sería como el desgraciado de Louis. Si bien había estado traicionando su confianza por coacción, no cedería más a los chantajes de su padre. Pelearía.

El segundo motivo era que necesitaba su ayuda para que todo saliera bien en caso de que la situación se saliera de control.  Jack no ayudaría ni obedecería si no conocía exactamente las condiciones de lo que sucedía.

—No te lo he dicho todo. —comenzó Alex. —Y lo voy a hacer.

El chico le sacó los dientes. Una voz en lo profundo de su cabeza comenzaba a desconfiar de ella. 

El corazón de Alexandra se paró por un momento, ¿estaba haciendo lo correcto? No lo sabía. Podía provocar una reacción fatal en Jack, podría ir todo a peor. No obstante, ocultarle la verdad por más tiempo le estaba quemando las entrañas. No podía soportarlo más.

—Mi padre me engañó. Me trajo aquí en contra de mi voluntad para acercarme a ti.

Eyeless Jack retrocedió un paso. El ambiente de la cueva, la tensión con la que hablaba y el temblor de su pulso le eran familiares. Le recordaban a Louis.

—Te quieren estudiar. Como a una rata.

El enmascarado pegó un brinco y se colgó del techo. De nuevo sintió un dolor en el pecho, el dolor de haber confiado y haber sido traicionado.

—Pero no lo harán. No lo permitiré.

El líquido viscoso y oscuro que brotaba de sus cuencas cesó cuando la escuchó decir aquello.

—Me quedaré contigo aquí el tiempo que haga falta. Sé que no entiendes como funcionan las cosas fuera, pero me he encargado de que los detengan.

Volvió a bajar al suelo y escuchaba atentamente lo que Alex le decía. Dudaba de cada palabra que salía por su boca, pero de alguna manera era capaz de percibir, de palpar toda la angustia que la muchacha estaba sintiendo, como se le desgarraba el corazón al confesarle todo aquello.

Los mentirosos no sienten. Los egoístas no padecen. Y ella, Alex, estaba devastada por todo lo que le había estado ocultando, estaba aterrada por lo que pudiera suceder, y se atribuía toda la responsabilidad a si misma.

Estaba claro que el encapuchado no entendía muy bien como funcionaban las cosas fuera, mucho menos entendía de protocolos de investigación. Lo que sí tenía claro es que ella se había saltado muchas normas eligiéndole a él.

Y aunque pudiera volver a ser traicionado, le daba igual. Por primera vez después de muchos años sintió el calor, el calor en su interior, en un corazón que se había quedado marchito y confinado en los gélidos días vividos en el interior de esa caverna.

—Y creéme Jack cuando te hablo, que te juro por lo más sagrado que tengo, que son mi madre y mi hermana, que no van a dar contigo. Porque antes de que te atrapen, me atrapan a mí.

Jack conocía esa sensación. Tantos años en soledad le habían dado para guardar sus emociones bien profundo, en un lugar dónde nadie pudiera alcanzarlas jamás. Sólo que ella era capaz de atravesar cualquier tipo de barrera, ya fuera física o emocional. Ella había rescatado esos sentimientos presos del rencor, y le había devuelto a Eyeless Jack las ganas de vivir, de querer.

Confiaba en ella. Jack también conocía ese amor que Alexandra profesaba por su madre y por su hemana, de manera que sabía a ciencia cierta que muy pocas personas serían capaz de mentir en nombre de ese amor.

—No te tendrán. Nadie lo hará. —repitió la chica, no solo para convencerle a él, sino para terminar de convencerse sí misma.

—Tú si. Tú me tienes.

La chica se quedó petrificada por ese ataque tan gratuito, un ataque directo al corazón.

—Cuando se vayan saldremos de aquí. Vendrás conmigo, a mi casa, con mi madre y con mi hermana. Vivirás con nosotras.

—No te adelantes. —le dijo él, que aún valoraba la situación.

Ahora que conocía más en profundidad las condiciones en las que jugaban sus enemigos, podría hacer algo para ganar tiempo hasta que el plan de Alex surtiera efecto.

—Tenías que habérmelo dicho antes. —la reprendió, ahora tenía poco tiempo para pensar, pero se le ocurriría algo. —Esta es mi caverna, Alexandra, ¿lo has olvidado?

La chica negó con la cabeza, aún sin comprender lo que el enmascarado trataba de decirle.

—Me conozco este lugar como la palma de mi mano. Ni sus radares ni su maquinaria de detección podrán descifrar el laberinto que forman estas paredes como yo se hacerlo.

Alex estaba muy sorprendida, primero porque jamás había escuchado a Jack hablar por tanto tiempo, con tanta pasión e incluso, con emoción. Era como si algo hubiera despertado en él. Segundo, porque se estaba implicando en algo.  A parte de las pequeñas dinámicas que compartió con él, jamás le había visto tan participativo.

Empezaba a creer que realmente fue un buen militar, no sólo por su forma de expresarse o actuar, sino por su forma de vivir y disfrutar este tipo de situaciones. Estaba convencida de que los ejércitos a los que se tuvo que enfrentar eran más letales y mordaces, pero no por ello más peligrosos. 

Su padre y ese séquito de mandados querían encerrarle en una jaula para monos. Estudiarle como a un depredador con fuerza sobrehumana, con reflejos precisos y hábiles. Quizá lograrían descubrir el secreto, la razón por la cual Eyeless Jack seguía atado al mundo.

—La conoces, claro que lo haces...

—Estoy pensando en un plan. 

—¿Un plan?

—Por si no funciona el tuyo. ¿No sabes que siempre hay que tener un plan de evacuación? Por supuesto que yo no pienso huir, eso está claro. Pero deberíamos pensar en algo por si tu plan sale mal.

—No había pensado en eso...

—No querías pensar en eso. —corrigió él.

La chica bajó la mirada.

—No pasa nada. —le acarició la cabeza. —Es normal.

Durante años Jack había vivido ajeno a la normalidad, y ahora un interruptor parecía haberse activado en su interior, ahora entendía y comprendía a la perfección a Alexandra, como y porqué se sentía de determinada manera.

Lejos de odiarla, había descubierto que gracias a ella se había recuperado así mismo. Ella era la llave que arrojó al fondo de un pozo una vez, la llave que abrió la puerta de su corazón.

—Sea como sea, ganaremos.

Betrayal | Eyeless JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora