No sabía cuál era el motivo por el que su padre se había encerrado en el despacho con tres tipos que, a su juicio, parecían algo siniestros. En cualquier caso, cualquiera pensaría como mínimo que eran extraños, vestidos de uniformes oscuros aterciopelados, cargados con maletines que lucían pesados. Como mínimo, Alex imaginaba que debían pertenecer a la mafia italiana.
Fuera lo que fuera, no le daba buena espina. Siempre que su padre se recluía en el despacho terminaba por pasarle factura. Se sumergía en los negocios, se olvidaba de lo que tenía a su alrededor y abordaba una nueva investigación. Se olvidaba también de que tenía una mujer y dos hijas.
Alex adoraba ver a su padre ilusionado con nuevos proyectos, por ser capaz de descubrir millones de cosas nuevas. Por el contrario, odiaba verle solo, decepcionado y hundido en el fracaso.
Lo complicado era que la felicidad de su padre y la de su familia eran incompatibles. Kylie estaba acostumbrada y decía que no le importaba; pero ella sabía que no era así. Siempre que discutían acaba diciendo que Alex defendía a su padre porque era su favorita. Su madre se mantenía al margen. La verdad era que la ojiazul no podía defender ni a uno ni a otro, todos tenían razón en algo.
Si era cierto que siempre había sido la favorita de papá a gusto propio. Peter Greene era un modelo a seguir para ella y siempre lo sería. Alex también quería ser una gran científica e historiadora como lo era su padre. Él estaría orgulloso de ello.
Su madre la decía que en realidad ella nunca quiso seguir los pasos de su padre. Cuando Alex era pequeña solía decir que sería política, una gran política, justa y honrada. Pero con el paso del tiempo, fue olvidando lo que ella quería verdaderamente y lo sustituyó por lo que su padre esperaba de ella. Alexandra solo intentaba complacer a su padre en todo lo que quería. Era consciente de ello y no le molestaba, solo quería hacerle sentir orgulloso, eso era realmente lo que siempre quiso.
Kylie, su hermana, iba por libre, le importaba un pepino lo que su padre esperara de su futuro, era ella quién decidiría que hacer con su vida. Kylie era clavada a su madre, buscaba su felicidad propia. Peter normalmente se enfada con ella porque no estaba manteniendo el buen nombre de la familia Greene.
La puerta se abrió y los tres tipos vestidos formalmente salieron con una expresión de satisfacción absoluta en su rostro. El padre de Alex no se quedaba atrás, parecía emocionado con lo que sea que hubieran tratado allí dentro.
—Ha sido un placer el haber tratado con ustedes. —espetó él inmensamente animado.
La ojiazul se temía lo peor. Observaba desde el marco de la puerta, en silencio y atenta a cualquier tipo de información sustancial que pudieran soltar.
—El placer es nuestro, señor Greene. —respondió uno de los hombres. —Esperaremos uno a uno los reportes de su investigación desde hoy.
—Alex, acompaña a los señores a la puerta. —Les sonrió su padre, alentándola a obedecerle.
No quería, pero obedeció
—Acompáñenme. —Guió a los señores a través del pasillo.
—Si me permite que se lo diga, señor Greene, es usted dichoso de tener una hija tan educada y bella. —comentó de nuevo el mismo hombre, mientras que los otros dos permanecían en silencio.
—Muchas gracias, señor Pitts. —comentó mi padre con una sonrisa de oreja a oreja.
Una vez los tres señores se hubieron esfumado de la casa, Alexandra corrió hasta el despacho de su padre y entró sin llamar a la puerta. No perdió ni un sólo segundo cuando empezó a avasallarle a preguntas.
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Betrayal | Eyeless Jack
FanfictionEsa época era muy distinta a la guerra, sí, pero en realidad nada había cambiado. Las personas seguían siendo tan déspotas y crueles como en aquel entonces, traicioneras, interesadas y materialistas. Confianza, respeto, lealtad, honor... Todo aquell...