CAPÍTULO 2

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Los días han pasado sorprendentemente rápido para Alexandra. Cuando más deseara que el día de explorar la cueva no llegase jamás, más rápido se aproximó. Estaba anonadada, aunque le sorprendía más que la mentira de su padre hubiese convencido a su madre.

Así pues allí estaba la ojiazul, frente a la puerta, temblando como un flan. No tenía ganas en absoluto de cavar su propia tumba, y le daba la sensación de que eso era exactamente lo que estaba haciendo al seguir ciegamente a su padre.

—¿Estas lista, Alex? —le preguntó su padre, con la ilusión por los cielos.

—Sí. 

Se encogió de hombros, ella no podía mentir con la facilidad con la que lo hacía su padre.

—Alex...

La sujetó de los hombros.

— Estoy muy contento de que mi propia hija esté conmigo en esto.

Finalizó con un gran abrazo.

—Anda, vamos, el tiempo es oro. 

Alex se separó de su padre recordándole lo que ya sabía, el tiempo era oro. 

Salió de la casa y se apeó en el asiento del copiloto. Esperó en silencio. Alezandra notó como su padre abría el maletero del coche y metía mochilas con lo que el necesitaba. Mamá y Kylie estaban en la puerta, de pie, observando con interés. Su hermana no apartaba la mirada de su móvil y pasaba un poco de todo, pero su madre mantenía la mirada fija en ellos dos.

Peter entró por fin en el asiento del conductor y arrancó el coche. Alex estiró la palma de la mano y la sacudió en el aire acompañada de una sonrisa para despedirme de su madre y de una Kylie pasota.

—¿No estas emocionada, hija? 

—No lo sé, papá, ni si quiera sé nada relevante sobre este proyecto.

Dejó todo el peso de la cara caer sobre la mano que tenía sobre la ventana.

—Abre la guantera. —Le mandó el. —Quise dártelo antes, pero no encontré el momento.

Abrió la guantera tal y como le ordenó y sacó un cuaderno junto con un par de documentos más. Los examinó un momento y luego miró a mi padre con confusión.

—Adelante, léelos. —Le alentó su padre.

Empezó por los documentos que era lo que más le llamaba la atención a la chica de los ojos azules. Se sorprendió al ver que eran archivos del laboratorio del estado.

—¿Como demonios has conseguido estos documentos, papá? —Le preguntó mirándole interrogante y muy sorprendida. 

—Tengo contactos. —Se encogió de hombros, sin dejar de conducir. —Nás bien lee lo que pone en ellos, son los datos de las autopsias de cinco víctimas.

Prefirió no preguntarle más sobre el tema y se centró en leer con detalle los documentos.

Tras un momento leyendo los informes algo parecía ser importante, algo coincidía en todas las víctimas. A todas y cada una de ellas les faltaba un órgano vital para la supervivencia. Todos los cadáveres habían sido encontrados sin los riñones.

—¿Se han encontrado todos los riñones faltantes en algún lugar de la cueva? —Le pregunté a su padre, que conducía bastante sereno.

—No, y sea lo que sea que haya matado a esas personas, lo descubriéremos. —Intensificó su agarre al volante. —Aunque también tengo mi hipótesis sobre eso, en el cuaderno.

Alexandra apartó inmediatamente de su vista los informes de las autopsias y dirigió toda su atención al cuaderno de papá.

12/10/2003

Betrayal | Eyeless JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora