Siempre supo que aquel no era su final. Porque él pudo con cientos de cosas peores. Peleó en sanguinarias guerras, luchó contra el hambre, contra la ceguera, contra la crueldad humana. Una corriente no podía terminar contigo, el egoísmo de un solo hombre tampoco.
Alexandra nunca perdió la fe ni las fuerzas. Pensar en él era lo que le dio el coraje suficiente como para plantarle cara a su padre. Verle tras el estrado jamás fue fácil, pero sujetar la máscara azul le daba toda la templanza del mundo. Su padre no eliminaba esa sonrisa burlona de su cara, no se deshacía de esa prepotencia que le caracterizaba. La muchacha testificó mirándole directamente a los ojos y delante de todo el jurado le recordó su fracaso tratando de atrapar a Eyeless Jack. Su padre estalló de la risa, ver a su pequeña apretando aquella máscara era motivo de ello y más.
—Has preferido que muera antes que entregármelo.
—No ha muerto.
Peter Greene fue condenado por coacción, falsificación y fraude. Las pruebas aportadas por la acusación no dejaban lugar a dudas de ello.
Un año entero había pasado desde el incidente. Alexandra se mudó a la casa de sus abuelos, junto con su madre y su hermana. Pusieron a la venta la casa en la que vivieron por mucho tiempo y en la que nunca llegaron a ser una verdadera familia.
La verdadera vocación de Alexandra fue convertirse en exploradora. Realizaba grandes expediciones que duraban semanas, cubriendo todo el terreno que podía en cada incursión. El terreno que rodeaba la cueva era descomunal. Bosque, selva, cualquier cosa que podría imaginarse.
Entrar la cueva de Eyeless Jack está prohibido por la peligrosa calificación del lugar, que probablemente permanecería inexplorado por mucho tiempo. Han instalado un puesto de guardia forestal cerca de la entrada de la caverna para así poder controlar que se cumpla la prohibición.
La pelinegra no ha podido regresar a la cueva ni una sola vez desde aquel día. Cada noche se preguntó si él habría sido capaz de regresar, si la estaría esperando allí dentro, como siempre hizo. Sin embargo, siempre que le imaginaba allí, sentado sobre una roca, o colgado del techo, recordaba las palabras de su padre, las últimas que le dijo en el juicio.
Has preferido que muera antes que entregármelo.
No podía estar muerto. Perdido, estaba desorientado y a la deriva. Era su deber encontrarle, costase lo que costase.
Un año entero. Prometió encontrarla fuera, lo que jamás imaginó fue que el mundo exterior era tan inmenso, incluso para ella. La luz del sol era tan brillante y el aire puro tan embriagador.
Despertó en una cama. Estaba en una cabaña que olía a muerte, conocía ese hedor a la perfección. Desconocía como había llegado allí, lo único que tenía claro era que había sobrevivido, y que tenía un objetivo que alcanzar. La encontraría en el mundo exterior.
Perdió la cuenta del tiempo que pasó tratando de adaptarse a su nuevo entorno. No sólo el aire o la luz del sol le hacían sentir incómodo. Dentro de la cuerva, no había árboles, matojos o arbustos, no había animales salvajes, ni caminos ilimitados.
Siempre creyó que su destino estaba maldito. Que no importaba cuanto intentara seguir adelante, porque ese destino que tanto maldecía era caprichoso, perverso.
Tan caprichoso que le llevó a encontrarse de nuevo con esos ojos cegados. La puerta de la cabaña que había ocupado se abrió de repente. Vivir en el verdadero mundo había disminuido los reflejos de Jack, que no había sido capaz de predecir la intromisión de un intruso en su hogar.
Sucia, sudorosa y con la respiración agitada. En cambio el lucía aseado, tranquilo. Era como si se hubieran cambiado los papeles.
—No sabes lo que me ha costado seguirte la pista, Jack.
—¿Alex?
Era su voz. No podía verla pero sabía que era ella, jamás podría olvidarse de la dulzura con la que le hablaba. La chuca se lanzó sobre él, que aún no creía lo que estaba sucediendo.
—Estamos fuera.
No se aguantó las ganas de arrancarle un beso. Y después otro, y otro. El ex militar sentía que no podía respirar, y no era sólo porque los labios de Alexandra no le dejaban hacerlo, era porque aquella inesperada felicidad empezaba a abrumarle.
¿De verdad se habían encontrado? ¿De verdad su destino había cambiado?

ESTÁS LEYENDO
Betrayal | Eyeless Jack
FanfictionEsa época era muy distinta a la guerra, sí, pero en realidad nada había cambiado. Las personas seguían siendo tan déspotas y crueles como en aquel entonces, traicioneras, interesadas y materialistas. Confianza, respeto, lealtad, honor... Todo aquell...