El cuerpo de Alex no obedecía las órdenes que su cerebro le daba. Estaba paralizada, paralizada del terror. Sus piernas temblaban como la gelatina. Ciertamente no sabía si su cerebro lograba pensar con claridad. Como esperar entonces que su cuerpo obedeciera a ese encéfalo en caos. Tenía tanto miedo que la voz se le cortaba, como la cobertura de su walkie-talkie.
—Alex, ¿dónde estas?
—Papá corre, ayúdame por favor.
Soltó el botón del aparato deseando que su padre contestase cuanto antes, rogando que no se encontrara demasiado lejos de ella y que la encontrara rápido, todo lo rápido que pudiera, porque con eso que había visto, no resistiría por mucho tiempo.
—Tienes que decirme donde estás. —Insistió.
—No tengo ni idea, papá.
La chica respondía intentando aguantar las ganas de desmoronarse. Iba a explotar en llanto. Alexandra no sabia que hacer para hacerle entender que tenía que sacarla de aquí ya.
—¿Qué dirección tomaste?
No dejaba de preguntarle acerca de ello y sus pensamientos no fluían correctamente. Apretó el botón para mandarle su respuesta.
—No lo sé. Corría, corría y corría. — le decía mientras recordaba los hechos.
Su padre tardaría siglos en encontrarla y era grande el trabajo que estaba haciendo con la escasa información que le proporcionó.
Miró al frente con temor. Todo en aquella cueva ke asustaba ya.
—Papá. —Soltó el botón.
—Te encontraré pronto hija
—Hay ciertas... marcas papá —Le informó. — Voy a tratar de seguirlas.
—No. Quédate donde estás. Te encontrare cueste lo que cueste.
Ese ser podía encontrarla en cualquier momento, no creía que esa fuera la mejor opción quedarse quieta; pero nunca le había llevado la contraria a su padre. Tampoco podía quedarse parada esperando a que alguien que encontrase. Aún cabiendo la posibilidad de que fuera su padre, ese monstruo de máscara llamativa también podía hacerlo.
Nunca le había mentido a padre, no quería quebrantar su autoridad en una situación tan peliaguda. Sin embargo, era una decisión.
—Está bien.
—Ten paciencia, hija.
—Sí, papá.
Mintió. Se puso en pie tratando de no resentirse por los arañazos en su espalda. Seguiría esas marcas esperando que ese monstruo aparentemente inteligente pudiera haberlas trazado para guiarse a sí mismo hacia la salida.
Al menos la linterna funcionaba perfectamente. Había que pensar en positivo, todo lo que pudiera sevir contribuiría a su huida. Eso quería pensar a Alexandra.
Tenía que sacar valor para afrontar la situación. No podía permitir que el terror le paralizase ni una sola vez más.
Caminaba rápido. No pretendía hacer ruido pero no aguantaba un maldito segundo más en ese infierno y su padre no se hacía a la idea de lo terrible que era ese ser. Asombrosamente, los bocetos trazados por él estaban muy lejos de ser erróneos. Era simplemente terrorífico.
Miles de dudas asaltan su mente; pero todo era eclipsado por el terror que le infundaba
La curiosidad mató al gato, y no queria ser la que comprobase el tan conocido dicho. Solo quería salir de allí y no volver, nunca, nunca jamás.
—Alex, ¿como vas?
—Bien
—Aguanta, seguro que falta poquísimo.
Alex no respondió a ese segundo mensaje de apoyo. Había una bifurcación en el camino y eso le robaba toda la atención.
Era como cualquier otra, no había manera de saber si era la del comienzo. Habiendo la posibilidad, solo debería volver atrás y fijarse en el camino que lleva a la salida de la cueva. Tenía que arriesgarse.
—Papá. —Trató de comunicarse con él. —Creo que encontré la salida de la cueva.
Pero no recibía respuesta alguna por su parte.
—Papá. —Reiteró. —Papá.
No tenía idea de cuantas veces lo llamó sin parar. Empezaba a preocuparse y mucho.
No se había dado cuenta de que su corazón latía demasiado rápido. Sus ojos estaban llenos de lágrimas.
Imaginar, aunque fuera por un segundo, como perdía a su padre para siempre dolía como el infierno.
Él no era solo una figura autoritaria y respetable para ella. Le daba—o al menos lo intentaba—todo lo que un padre debía dar. Su cariño siempre fue notorio, todo su amor.
No era capaz de detener las lágrimas. El llanto había empezado sin que Alex fuera del todo consciente.
—¡Alex, hija!
Giró trescientos sesenta grados literalmente para encontrarse con la figura de su padre.
Corrió con todas las fuerzas que le quedaban en su dirección. Se fundió en sus brazos suplicando porque no fuera una ilusión más de su mente. No lo era.
Sus brazos la acogieron y pudo sentir que era real. Su padre me había encontrado. Lo que era real también era el dolor que sentía en la espalda. Eso dejaría marca.
—¿Por qué no contestabas?
Le recriminó con la voz cortada.
—Ya sabes que estos aparatos siempre se pueden estropear. —Explicó él. —Pero lo importante es que te he encontrado y tienes muchas pruebas interesantes.
—Papá
—Tendremos mucho que hacer a partir de ahora hija. —Advirtió. —Esto no acaba más que empezar.
No le llevaría la contraria en una situación así.
—Muy bien papá, pero sácame de aquí.
Su padre pareció compadecerse de su estado actual. Y es que yo no era una chica de lágrima fácil.
En su opinión, había estado en el mismísimo infierno en apenas un par de horas.
—Volvamos a casa, hay mucho que hacer.
Suspiró algo más tranquila al escuchar esa frase salir de los labios de msu padre. Aunque no le gustaba la idea de tener que seguir con aquello. Iba a ser difícil el sacarle a su padre la idea de seguir con la investigación de la cabeza.
Les iba a caer una buena reprimenda cuando llegaran a casa. Las mentiras de su padre tenían las patas cortas, y mamá no era precisamente tonta. No quería estar presente en alguna discusión más. Quería pensar en el lado bueno de las cosas y sin duda, lo bueno en aquel momento era que ya estaba lejos de ese infierno.
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Betrayal | Eyeless Jack
FanfictionEsa época era muy distinta a la guerra, sí, pero en realidad nada había cambiado. Las personas seguían siendo tan déspotas y crueles como en aquel entonces, traicioneras, interesadas y materialistas. Confianza, respeto, lealtad, honor... Todo aquell...