No quería separarse de él ni un solo segundo. Su problema no era tener que respirar ese asqueroso y nauseabundo olor, no era tener que quedarse cerca de órganos en descomposición. Era tener que separarse del único objetivo de aquel equipo de intervención.
Iba a ciegas, exactamente cómo él pero agregando la torpeza. Arrastraba los pies por el suelo palpando el terreno y respirando con fuerza a través de la ropa de Jack. El repentino sonido de la grave voz del ex militar la detuvo, que estoico la ordenaba que se quedara quieta. Sus movimientos inseguros eran una interferencia difícil de eliminar.
Alexandra sabía que tenía que obedecer, pero tenía miedo. En cuestion de segundos todo su mundo se había reducido a penumbra y a oxígeno contaminado. Confiaba en el, pero estaba aterrada de que decidieta ir a darles caza por su cuenta, dejándola atrás.
Finalmente, Jack regresó a su lado, para disolver toda esa maraña de pensamientos negativos. Sus brszos la rodearon tranquilizadores, y a estos les acompañaban unas buenas noticias a medias.
—Se han ido, pero volverán.
Eso estaba seguro, su padre era quien daba las órdenes. Alexandra desconocía algunas facetas de su padre coma, su lado competitivo no entraba en ese saxo. Su vanidad era más grande que su humildad, y de la misma magnitud que su orgullo. Peter Greene estaba al mando, y eso significaba que nadie saldría de allí sin haber encadenado a Jack a la fuerza.
—No podemos quedarnos aquí. —sentenció la muchacha. —Puede que no nos hayan encontrado aún, pero lo harán. Cuando se desesperen moverla cielo, mar y tierra. Tenemos que salir de este lugar, Jack.
—¿Tu plan? ¿Tu madre? —replicó él.
—No llevo cuenta del tiempo pero ya deberían haber hecho algo. —los nervios desbordaban por sus palabras. —Estamos solos en esto.
—Entiendo. —dijo él.
El silencio que guardó acto seguido no le daba muy buena espina a Alexandra.
—¿No hay otra forma de salir?
—No lo creo. Alexandra, escúchame. —tomó el rostro de la chica con las manos. —Me encargaré de todo, solo tienes que quedarte aquí.
Lo sabía. Su intuición siempre le había dicho que ya que estaba deseando resolver las cosas a su manera, y esa manera era dejarla atrás y enfrentarse a esa manada de intervención él sólo.
—¡No! —bramó ella. —¡No te vayas!
Le lanzó la sudadera sin miedo a comenzar a respirar podredumbre.
—Volveré.
Con un grito desgarrador le detuvo. Se aferró al cuerpo del enmascarado con tanta angustia que el muchacho sintió que todos los motivos que tenía para abandonar la cripta habían desaparecido. Dudó, pero finalmente acarició los cabellos de la chica, que le agarraba para no soltarle jamás. Estaba helada, tan fría que había comenzado a temblar. Su cuerpo buscaba calor desesperadamente.
La estrategia de ocultar su calor corporal tras las gruesas paredes de una cripta álgida había resultado contraproducente. Alexandra no dejaba de temblar y estaba aterrorizada, pensando que el ex militar la abandonaría en aquel lugar, ya fuera para salvarla o condenarla.
Los titubeos de Alex eran cada vez más frecuentes. Afortunadamente, el ambiente tan pesado del interior de la gruta ya no tenía un efecto mordaz en ella. Jack desconocía que era lo que tenía para frenar su razón, y hacerle actuar con el corazón. Se prometió a si mismo que la mantendría sana y salva, pasase lo que pasase. Si tenía que clavarse una estaca en el corazón delante de todo el ejército de médicos trajeados para que se la llevaran de allí, lo haría. Sin embargo, ahora no podía separar sus ojos ciegos de ella, no era capaz de dejarla sola en la cripta, como planeó en un inicio.
Pronto los sollozos de la muchacha le alertaron de que la había asustado más de lo que pretendía. Era un riesgo que pensaba correr, pero tenerla deshaciéndose en un mar de lágrimas le dolía más que cualquier herida física.
—Alexandra, no llores... —se separó de ella y cogió la sudadera del suelo. —Ponte esto, que no me iré a ningún lado.
La chica se sirvió la nariz y se colocó la sudadera encima, únicamente porque deseaba dejar de temblar. El frío le estaba calando en los huesos, el cuerpo se le estaba entumenciendo. Temía no poder correr tras él sí persistía en su deseo de salir a enfrentarlos.
—Tiene que haber otra forma, piénsalo Jack.
Hizo todo lo posible por serenarse. Seco sus lágrimas y sorbió la nariz. No aguantaba más, quería llorar pero no era el momento para hacerlo.
—Puede que sí.
—¿Cómo?
—Lo descubrí hace poco, no estoy seguro de que funcione.
—Tenemos que intentarlo, Jack. ¡Si podemos salir de aquí sin que lo sepan habremos ganado!
—Es arriesgado, Alex. No es como piensas. Si fuera algún agujero o alguna pared que escalar sería otra cosa.
—¡Me da igual lo que sea, Jack! —vociferó. —Quiero salir de aquí, y quiero hacerlo contigo.
Jack siseó para que dejara de gritar, la muchacha parecía no estar prestándole atención a su entorno, o a las consecuencias que podían tener sus arrebatos. El enmascarado suspiró, como si las palabras de la muchacha estuvieran faltas en convencimiento. A pesar de ello, decidió contárselo.
—El acuífero. —confesó. —Cuando empecé a bañarme por... —carraspeó su garganta. —Cuando me bañé vi que conectaba con algo, pero no me atreví a ver el qué.
—Pues vamos.
—Alexandra, ¿no me has oído? Los riesgos...
—Los riesgos son los mismos a quedarse aquí. Tarde o temprano nos encontrarán, lo sabes mejor que yo. En cambio tenemos una oportunidad de salir.
—¿De salir? ¡No sabemos si es una salida, joder!
—Es mejor dejarme aquí sola. —escupió ella. —Irte y matarte con ellos, pero dejarme sola en un lugar oscuro.
—¿Qué tiene de malo la oscuridad? —replicó el ciego. —Sólo tienes que acostumbrarte.
Alexandra se acercó a él y removió su máscara azul eléctrico con cuidado. Acaricio su rostro, apenada por las palabras que Jack decía casi sin darse cuenta.
—No tenemos que acostumbrarnos a la oscuridad o al frío. Tenemos que vivir, Jack. Si salimos podremos vivir, eso te lo prometo.
El exmilitar guardó silencio. Esos adentros se tejía un nuevo sentimiento, la necesidad de descubrir qué clase de vida tendría fuera de la caverna, viviendo con ella. Sólo por eso, por soñar con abandonar la oscuridad y que sus esperanzas sirvieran para sacarlos a los dos de allí, terminó por aceptar.
Pero esperaba no arrepentirse de ello.
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Betrayal | Eyeless Jack
FanfictionEsa época era muy distinta a la guerra, sí, pero en realidad nada había cambiado. Las personas seguían siendo tan déspotas y crueles como en aquel entonces, traicioneras, interesadas y materialistas. Confianza, respeto, lealtad, honor... Todo aquell...