CAPÍTULO 8

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Kylie bajó a cenar con mamá. Alexandra, por su parte, se quedó en la habitación observando la nada. Quería pensar, necesitaba pensar. En lo ocurrido y en lo que ocurrirá.

Nunca imagino que las cosas entre sus padres andarían tan mal coma no hasta el punto de tener que recurrir a trámites legales para solucionar las cosas.

Tocaron la puerta.

—¿Se puede?

Escuchó la voz de su padre.

—Sí.

Le respondió sin levantarme de la cama. Abrió la puerta y entró en la habitación. Con la cabeza gacha y manteniendo silencio, cerró la puerta detrás de él, dejándola tal y como estaba en un inicio.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó, con preocupación.

—Mucho mejor, la verdad.

Se colocó justo al frente de la cama y se quedó ahí de pie. Miraba su hija fijamente sin saber qué decir.  Alex sabía que su padre no era muy elocuente en algunas ocasiones.

—A veces las cosas pasan. Lo siento mucho.

—Te perdono papá. Deberíamos dejar todo esto.

Alexandra creía firmemente que había cosas para la humanidad que debían permanecer como un misterio y fuera lo que fuera lo que ocurriese en esa cueva, no quería saber de ello.

—Claro que no hija. —habló de nuevo, con esa ilusión con la que la convenció de entrar en ello. —Gracias a ti tengo pruebas importantísimas. Valiosas como ellas solas.

—Lo entiendo papá.

La interrumpió.

—Esto no es más que un paso para poder descifrar los mecanismos de la cueva a través. Para poder esclarecer el misterio que allí ocurre. —Explicó, con detalle.

La ojiazul tenía tanta curiosidad como él, solo que no quería volver a encontrarse con ese ser oscuro  ese que a pesar de no tener ojos transmitía una mirada infernal. No quería volver a pasar por la desesperación, por el sufrimiento y el dolor. Más importante aún, Alex consideraba que tenía problemas más importantes que solucionar, como por ejemplo las diferencias entre los miembros de su familia.

—¡Es momento para un siguiente paso, hija! Y no puedo hacerlo sin ti.

—Papá, esto ha sido demasiado para mí. Quiero olvidarme de todo este asunto.

—Me estás abandonando.

Su padre no pensaba en como ella se sentía, solo pensaba en su dichosa investigación.

—Justo cuando hemos progresado, cuando tenemos ese misterio en el auge—Inquirió, con decepción.

Para Alexandra su padre era un modelo a seguir; era todo lo que quería ser en un futuro. Quería ser su orgullo, lograr que al final de todo, la admirarse tanto como ella le admiraba él desde que era simplemente una niña.

—Papá, no estás entendiendo lo que quiero decirte. —Trató de explicarse mejor. —Sólo quería decir que necesito tiempo.

—No lo hay, dberías saberlo mejor que nadie.

—Lo sé, pero...

Dejó la frase en él aire.

—Te necesito para el siguiente paso Alex.

Le suplicaba con la mirada.

—Papá, no haces un esfuerzo en entenderme.

—Estabas conmigo en esto.

No soportaba ver la decepción en su rostro, cuando justamente quería lograr que sintiera hacia ella sentimientos contrarios. Se había comprometido a ayudarle en todo lo que estuviera en su mano, y ahora quería alejarse de la situación por miedo. Estaba dejando a su padre atrás.

No quería pensar en ello, pero él se encargó de recordárselo inconscientemente. Le estaba abandonando.

—Estoy contigo en esto. No te voy a dejar atrás, ¿bien?

Le dedicó una mirada que transmitía toda la sinceridad con la que podía comunicarse.

—¿Estás segura? No quiero que te sientas forzada a hacerlo, eres mi hija Alex, no quiero nada que te resulte malo o incómodo.

Negó lentamente ante lo que había dicho.

—Poder ayudarte siempre es algo satisfactorio papá. Quiero ayudarte, de verdad.

—Alex... ¡Me alegra tanto oír eso! —Sostuvo la mano de su hija. —Pronto te pondrás bien, y podremos dar el siguiente paso.

Asintió pero no dijo nada más. No sabía cómo era que su padre lo hacía pero siempre terminaba convenciendo la de hacer cualquier cosa.

Lo cierto era que Alexandra no podía negarse cuando le miraba a esos ojos verdes apasionados. No podía decir que no porque le quería y le admiraba tantísimo. Desilusionar le sería lo peor que podía pasarle en la vida.

—Gracias de verdad, Alex.

Su padre se mostraba agradecido, sonriente.

—De nada, papá.

Sonrió de la misma manera. Verle con esa expresión de tranquilidad actual le hacia sentirse mucho mejor. No con ese cargo de conciencia.

—Me alegro de que seas tú, Alex, la que está conmigo en esto.

Su hija guardó silencio sin saber exactamente qué responder.

—Pondré todo lo que esté en mi mano para tu pronta recuperación. Retomaremos él caso en poco.

No quería pensar en ello por el momento. Aprovecharía su estadía en casa para pasar el mayor tiempo posible con su madre y su hermana. Relajarse y disfrutar el estar en su hodar en el sentido más literal de la palabra.

—Estoy algo cansada, creo que dormiré un poco. —Le comunicó, rompiendo el silencio.

—Oh, por supuesto hija. —Asintió. —Descansa y si necesitas algo sólo pídemelo.

Contemplada como su padre salía de la habitación sin decir nada más. Al final las cosas no habían sido tan horrorosas como esperaba. Tal vez y solo tal vez haya esperanza para salvar la situación familiar, una oportunidad de arreglarlo todo.

Betrayal | Eyeless JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora