Miró el suelo de cemento mientras pasaba una y otra vez la mano sobre la foto que tenía en su mano, entonces dejó caer el pedazo de papel a la vista del hombre que lo acompañaba dentro de la celda. Después de unos segundos este se levantó, se acercó, recogió el papel blanco que estaba en el suelo y lo alzó hacia YoonGi sin siquiera ojear la foto.
—¿Estás bien? Desde que te dijeron que tenías visitas no has hablado para nada —dijo el hombre y le dio una mirada a la foto para después botarla y dar un paso hacia atrás—. Aaron... —susurró, dejándose caer en la cama.
Fue en ese momento que levantó la cabeza para mirarlo, encontrándose con los ojos llorosos que no despegaban la mirada de la foto que estaba en el suelo.
—Está muerto.
Ahí estaba, se acabó. La barrera se rompió después de soltar esas palabras. Se deslizó por la pared y llegó hasta el suelo mientras sentía la primera lágrima bajar por su mejilla. Sus labios temblaron y la vista se le nubló, pero se limpió una y otra vez los ojos porque quería ver la foto de Aaron y las malditas lágrimas no le dejaban observarlo.
—¿Qué? —susurró el hombre y se puso de rodillas frente a YoonGi para buscar su mirada.
—Le dispararon. Está muerto —repitió casi en automático. Se lo tenía que repetir una y otra vez para poder creérselo.
—No bromees, imbécil. Te puedo golpear todo lo que quiera...
—¡No estoy mintiendo! —gritó y levantó la mirada hacia el contrario. Tenía las mejillas empapadas y la vista nublada.
Bajó la mirada y abrió la boca. Le faltaba el aire y sus pulmones no estaban bien, ni su corazón, ni su mente ni mucho menos él. Se permitió sollozar, porque no había llorado en tanto tiempo y todo se le acumuló, pero sobre todo porque dolía.
¿Y la cena? ¿Dónde quedó la maldita cena?
Los odió, odió a cada uno de los policías que deambulaban en el mundo, porque le quitaron a su amigo, a su mejor amigo, a su hermano. De nuevo se llevaron a su hermano.
—Mentiroso —susurró el hombre, pero lo entendió en ese momento.
El sujeto lo negaba porque no quería que fuera real. Al ver sus lágrimas lo entendió, comprendió que le dolía tanto como a él y eso lo hizo fruncir el ceño.
—¿Por qué te importa?
—Es mi hermano menor —susurró el hombre con un sollozo—. Lo he buscado durante tres años. No sabes cuánto lo busqué.
Miró hacia otro lado y sintió que su corazón ya no podía, pero se quedó ahí, estático, mirando la foto de su mejor amigo.
—M-Me duele... —dijo entrecortadamente. Se llevó la mano al pecho y apretó su camiseta.
Luego sintió unos brazos pasar por sobre sus hombros y atraerlo a un cuerpo que respiraba irregularmente.
—A mí también me duele —admitió el hombre en un susurro.
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—Estarás bien —alentó el hombre y dio una media sonrisa. YoonGi asintió—. Dale un buen hogar.
—Lo enterraré junto a mi hermano —comentó y el sujeto asintió.
—Gracias por hacerlo por mí —murmuró el otro y YoonGi arrugó la foto que tenía entre sus manos.
Elevó la mano e intentó extender la fotografía hacia el negro, este la tomó con una pequeña sonrisa y luego apretó los labios.
—Después de que salgas contáctate conmigo. Hay un número detrás —comentó y apuntó el pedazo de papel.
El hombre asintió y se inclinó hacia él, ni siquiera le dio un abrazo como despedida o algo, simplemente se inclinó en una venia.
—Nos veremos luego —articuló el sujeto y movió la mano en un gesto de despedida.
Asintió y se volteó para salir del lugar hacia TaeHyung, quien lo esperaba a un costado de la entrada.
—¿Estás bien? —preguntó el chico con preocupación.
—¿Podemos ir a un lugar antes de ir con JungKook?
TaeHyung asintió y los dos se subieron al auto. Su rostro dolía y escocía porque lloró por horas, lloró la muerte de Aaron como correspondía.
El auto avanzó por unos cuantos minutos y luego se detuvo a un costado de los altos muros. Fue YoonGi el único que se bajó y compró un ramo de flores barato con el dinero que TaeHyung le dio. Luego se encaminó por los pasillos del cementerio. No obstante, cuando llegó delante de la tumba de su hermano ya no fue el único.Vio al chico que estaba a lo lejos con un abrigo grande y las manos metidas dentro de los bolsillos de su abrigo mientras no quitaba la mirada de la tumba que estaba delante de él. YoonGi no dijo nada y solo se puso de pie a su costado. Dejó caer las flores sobre las otras y miró cuidadosamente la tierra suelta.
—¿Por qué enterraste a tu amigo aquí? —preguntó el chico, pero YoonGi no le contestó de inmediato. En vez de eso se agachó y sacó del bolsillo de su chaqueta la botella de Soju para ponerla a los pies de la tumba.
—Está mi hermano aquí también. —Destapó la botella y tomó un trago.
—¿Tu hermano? Tú no tienes hermanos, YoonGi —dijo el chico sin cambiar su posición.
—Claro que lo tengo, se parece a JungKook. —Tomó otro trago sin despegar la vista de las letras que estaban inscritas en la cerámica oscura.
—¿Y por qué está muerto? —interrogó el otro, haciendo que YoonGi se levantara, pero no movió su mirada.
—Tienes razón, no es mi hermano, pero en verdad lo considero como uno —empezó diciendo, provocando que una sonrisa se asomara entre sus labios—. Nos conocimos cuando él tenía cuatro años. Ninguno de los dos tenía familia, por lo que cuando fueron pasando los años nos hicimos inseparables. Si nos llevaban a una casa de acogida siempre teníamos que ir los dos, pero un día todo cambió. Él siempre fue un chico tranquilo que nunca decía nada, quizás por eso fue que hizo explotar a uno de nuestros padres, un hombre viejo y gordo que solo disfrutaba de tomar una cerveza y ver la televisión. Lo golpeó tanto que lo mató, mientras yo estaba ahí, viendo todo y escuchando cómo mi hermano me pedía ayuda, pero yo no podía hacer más que ver la escena porque...
—¿Porque eres un cobarde? —preguntó el contrario elevando ambas cejas. Fue ahí cuando YoonGi lo vio directamente a la cara.
—¿De verdad soy un cobarde, JiMin?
El chico le mostró una media sonrisa y luego dirigió su vista hacia la tumba.
—Comprobémoslo desde ahora en delante —murmuró el pelianaranjado mirándolo directamente a los ojos.
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Versus • || YoonMin ||
Fanfiction|•| Había que hacer lo necesario por dinero, ese era el punto. El que YoonGi tuviese que salir de los peores barrios de Seúl para meterse a la casa de un chico rico ya era un cambio, especialmente si ganaba grandes sumas de dinero solo por cuidarlo...