Guillermo comenzó a caminar por la calle, esta solo estaba iluminada por pequeños faroles en cada punta. Era poca luz, pero servía de algo. Mientras Guillermo se mantenía en constante movimiento para llega al hospital, su mente lo agobiaba de preguntas. Carlos y Miguel eran personas realmente malvadas, hacían cualquier cosa para cumplir sus ambiciones. En el caso de ambos, la ambición por la cual luchaban, era Guillermo.Toda situación contradecía a Guillermo, como si el mundo conspirara en su contra. La boda, la enfermedad, las enemistades ¡Absolutamente todo se derrumbaba! Los suspiros de Guillermo eran lentos, pero realmente llenaba su calma al punto que seguía adelante solo por Samuel.
—¿Qué pasa? —la voz quebradiza y adormecida de Samuel resonó en la mente de Guillermo.
Guillermo se percató de Samuel.
—¿Qué haces tan tarde despierto?
—Si no fuera por tu entrada, estaría dormido —rió Samuel mientras estiraba su mano para apretarla junto con la de Guillermo.
Guillermo se perdía en la oscura habitación, solo podía mirar las maquinas que estaban prendidas.
Era una hermosa noche, con unas estrellas resplandecientes como si fueran diamantes. Los ojos de Samuel cada día perdían su brillo, se apagaban cada vez más. Su amor permanecía fuerte, pero mente estaba derrumbando cada día ese lazo. Todo era muy difícil, a poco tiempo de que Samuel pudiese morir, Guillermo estaba muriendo por dentro. Su esencia desaparecía.
—Tus ojos lucen hermosos —con baja voz mencionó Samuel.
—¿Cómo los vez? No hay luz para poder verlos.
—Ellos son la luz.
Guillermo apretó con fuerza la mano. Sonrió y se recostó en el pecho de Samuel.
Por la puerta entró el doctor, abrió las ventanas y dejó entrar una fuerte y fría ráfaga de viento.
—Levántense.
Los ojos de ambos se entre cerraron al ver la fuerte luz del día. Guillermo marcó una fuerte y grande sonrisa. Samuel quedó dudoso por la razón que fuera esa sonrisa.
—¿Algo pasa? —preguntó Samuel arqueando su ceja.
Guillermo sobó su mano y le sonrió.
—En la noche nos vemos.
¿Qué pretendía Guillermo? Todo era confuso. Un día estaba asustado, otro triste y en pocos minutos mostraba una brillante sonrisa.
La conciencia de Guillermo se quemaba de tanto pensar, ¿Se podrían casar por el estado que se encontraba Samuel? La respuesta era ''sí'' Guillermo haría lo posible para poder casarse con el hombre que ama. Nadie podría negarle la oportunidad de pasar los últimos días con el amor de su vida.
—¿Tienes todo preparado?
—Así es —la voz ronca de Carlos resonó en la habitación.
—¿Estás seguro que se casan hoy? —Miguel centró su mirada en Carlos.
Carlos sonrió sin descaro y siguió afilando los cuchillos.
—No puedo creer que dudes de mí.
Miguel se encontraba detrás de la espalda de Carlos.
—Cómo los viejos tiempos —comentó Carlos—, esto será más que divertido—. Solo que nosotros no tendremos el papel principal en esta película.
Miguel entre confusión y arrepentimiento se opuso contra Carlos.
—¿Estás loco? ¿Piensas que yo mataré para beneficio tuyo? —Miguel tiró caer los cuchillos que se encontraban en la mesa.
Carlos rodó los ojos. En menos de un segundo el cuchillo que afilaba Carlos estaba hundido en el abdomen de Miguel. La sangre de Miguel corrió machando los zapatos de su asesino.
Guillermo entraba por la puerta del hospital, estaba feliz. Llevaba un traje blanco, en pocas palabras era la novia. En sus manos llevaba un ramo de flores rojas. La gente le sonreía, las personas caminaban junto con él.
Por otro lado, Samuel esperaba a Guillermo con ansias, este llevaba un saco negro y una mirada que iluminaba cada paso que Guillermo daba.
Guillermo entró por la puerta. La sonrisa que marcó Samuel era única, el brillo que poseían sus ojos era inaudito.
—Te vez muy guapo —alagó Guillermo. Tomó sus manos y las sobó.
—Te vez hermosa, novia —rió Samuel.
Guillermo sonrió y rodó los ojos.
El padre comenzó con la boda, cada segundo en ese espacio era preciado. Tu boda debe ser única y especial, nada lo puede arruinar. El padre de Samuel, y la madre de Guillermo los miraban con una gran y marcada sonrisa. Estaban felices por ellos.
—Ahora diremos los votos —el padre cedió la palabra a Guillermo.
« Desde que te conocí, por alguna extraña razón, mi corazón latió más rápido. Cada latido era una señal que debía pasar el resto de mi vida contigo. Aunque en poco tiempo ya no estarás aquí, quiero que sepas que haz y serás lo mejor que me ha pasado en mi vida. Te amo Samuel de Luque.»
«No sé si son tus ojos rasgados, tu sonrisa o tu optimismo en la vida, pero alguna de esas cualidades me ha enganchado a ti. Mis pasos son seguros solo si tus los autorizas, me has dejado caer y al igual me has ayudado a levantarme de las cenizas. Te amo Guillermo Díaz. »
—Ahora por el poder que se me otorga.
Por la puerta de la habitación entró Daysi.
Guillermo ignoró.
—¡Ya dije Acepto! ¡Acepto¡ ¡Cásenos rápido señor! —Guillermo presionó con prisa.
Samuel rió a carcajadas y plasmó un gran y profundo beso en los labios de Guillermo.