FINAL

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(Recomendación: Escuchar la canción mientras lean el capitulo.)

Exactamente un mes había pasado después de su grandiosa y perfecta boda. El tiempo de Samuel se veía afectado por su enfermedad, las sonrisas de Guillermo cada día eran más escazas. Todo se venía abajo, no había nada para poder detener a la muerte. El ambiente que se vivía en el hospital era de tensión, cada mañana era de preocupación, era de esperanzas para que Samuel despertara y abriera esos ojos brillantes que poseía. Los cristales reflejaban cada corazón roto que se encontraba en sala de espera, miraban a la muerte venir e ir. Las manos de Samuel y Guillermo permanecían de manera enlazada, otorgándose apoyo mutuo.

—Todo saldrá bien —Guillermo lanzó una mirada de esperanza—, tienes que ser fuerte, vive por mí; por tu padre.

Samuel permanecía quieto y en silencio. Sabía que el momento estaba cerca, y no podría hacer nada para detenerlo. Analizaba toda su vida, su historia. Los momentos que vivió con Guillermo, las peleas, ¡absolutamente todo recuerdo en el cual sonreía!

Al sacar el dinero Miguel, una sombra cubrió su cuerpo.

—¿Sí? —preguntó Samuel.

—¿Si qué? —regresó la pregunta Guillermo con la cara hacia abajo.

Samuel agarró el cuello de la camisa de Miguel, y lo zangoloteo con toda su fuerza, lanzándolo hacia una mesa que estaba desocupada. La fuerza que  impartió Samuel no fue mucha, pero si suficiente para poder levantarlo y quitarlo de la mesa junto a Guillermo.


—¿Qué vamos a comer? —preguntó Samuel a Guillermo sentándose en el asiento que era de Miguel...


Tantos buenos recuerdos, daban vida al alma de Samuel.


La cabeza de Samuel quedó  recostada en el brazo de Guillermo, los ojos de Samuel brillaban con intensidad, cómo si una luz se emitiera de ellos.

—Nunca estuve seguro de mi mismo, pero llegó el momento de ser quien realmente quiero ser —dijo Samuel estampándole un beso a Guillermo.

La magia de estos dos chicos fue como la chispa de un fuego artificial, cómo un diamante fino, con una luz única.

La pasión fue subiendo y estos dos chicos del odio habían pasado a una fase de amor que ninguno de los dos se imaginaba.

La ropa fue cayendo y la temperatura ascendiendo.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó agitado Guillermo.

—Nunca estuve más seguro... —respondió Samuel con agresividad.

El instinto animal de ambos chicos había ardido en llamas el lugar, habían bajado las estrellas, habían bajado el universo. El silencio desapareció, ambos chicos caían en la excitación y el deseo. Sus almas descendían en los vacios oscuros, mientras que estas se topaban con tal pasión que podían vencer a la oscuridad con un beso.

« Momentos románticos, alegres, excitantes y muchos besos en los cuales me sentía seguro de mi mismo, podía creer que Guillermo sería mi enemigo para toda la vida, pero estaba equivocado. Ese chico, me enseñó a salir adelante, vencer mis miedos. Agradezco que una persona cómo él, haya llegado a mi vida. »

—El día que muera, nos veremos. Seremos parte la energía del universo, tal vez no haya nada después de la muerte, o tal vez sí. Sin embargo, nunca olvides que somos cómo la materia y la antimateria, siempre estamos buscando nuestro complemento. Nosotros somos ese complemento —Guillermo soltó una pequeña lagrima, la dejó correr por toda su mejilla, hasta llegar a la mano de Samuel.

—Te puedo asegurar, que en mis cenizas estará el amor que te tengo,  nunca lo olvides, Guillermo.

Samuel comenzó a sentirse mareado y cansado, dejó caer la mano de Guillermo.

—¡Samuel! ¡Samuel!

«Déjame ir, se feliz sin mí. »

«¿Recuerdas las veces que te dije que quería tener hijos contigo? ¿Las veces que te insulté? ¿La veces que te hice sentir mal? ¿Las veces que fui el motivo de tus lágrimas? Yo si lo recuerdo, quiero vivir una vida contigo. Sentir el rose de tus labios cada mañana al despertar, morir a tu lado. Correr junto con nuestros hijos por aquella explanada de rosas. »

« No llores, comenzaré a vivir mi vida sin ti, aunque sea difícil, trataré de hacerlo. Te veo gritar por todo el hospital, miro cómo nadie corre para ayudarte, no te preocupes. Estaré en un lugar mejor, esperándote a ti y a mi padre. Vive lo que resta de tu vida, se feliz con alguien más, pero nunca me olvides; siempre tenme presente en tu corazón. No es un adiós, si no, un hasta luego.  »

—¡No Samuel! ¡Despierta! ¡Por favor! ¡No te vayas! —las lagrimas de Guillermo cubrían su rostro.

Cada persona en el hospital, tenía en su cara un vacio que nadie podría llenar.

—Se fuerte hijo —dijo el padre de Samuel.

—Ven —su madre trató de sacar a Guillermo del lugar, para que éste no se pusiera peor.

La noche era oscura, las estrellas permanecían brillantes. En cada una se encontraba la energía de Samuel.

—Lo siento mucho por tu perdida —la voz de Carlos sonó por detrás.

Guillermo rápidamente se levantó.

—¿Qué quieres?

—Pedirte disculpas —respondió Carlos.

Guillermo fijó su mirada en la de Carlos. Esta vez parecía que las disculpas iban enserio.

—Olvida todo. No te quiero ver en mi vida, pero acepto tus disculpas.

Carlos se balanceó en el cuerpo de Guillermo. Éste no hizo nada para detenerlo, al final de cuentas Guillermo necesitaba un abrazo.

—Gracias, enserio. ¡Gracias! —Carlos se desapareció entre la oscuridad.

Las murallas de Guillermo se derrumbaron.  Se encontraba destrozado en el muelle mirando al final  del mar; buscando la respuesta a su problema, pensando en todo lo que podría hacer para poder estar con Samuel. Se posiciono frente a la orilla del muelle, balanceándose frente al precipicio, sostuvo su respiración dejando escapar un grito; ¡Samuel!

Su cuerpo cayó al mar, su mirada se hundió. Las estrellas brillantes a cual resplandor iluminaron su mirada en el fondo del mar, dio vueltas hasta caer a lo más profundo del vacío.

«Estoy aquí. Esperando que llegues a mí. Te busco entre la neblina, pero no te encuentro. No te ocultes, me permaneces. Recíbeme cómo cada noche. Déjame besar esos labios, dame el permiso ser tu musa, quiéreme como lo hacías antes. No me dejes caer a lo más profundo, ayúdame a sobrevivir. Dame tu fuerza, tu apoyo. ¡No me dejes! ¡Ayúdame! »

Los ojos de Guillermo se abrieron, todo fue un sueño.  Con 86 años de vida, Guillermo había buscado el amor verdadero en su subconsciente, ya que, nunca llegó a su vida real.

INSTINTO ANIMAL [W]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora