Después de aquel mal momento que paso Guillermo con Samuel había puesto a pensar a Samuel si realmente sentía algo por Guillermo, tal vez Samuel sienta algo en lo muy profundo de su corazón, pero... ¿Ese sentimiento será gusto? O ¿Amor? Para muchos Samuel es el chico mas apuesto de la universidad y es el que más liga, el que más novia consigue en un fin de semana.
—¿Qué le pasaba a Samuel? ¿Acaso está loco? —pregunto Miguel interrogando mientras Guillermo avanzaba rápidamente con el pulso acelerado.
—¡No lose! ¿Tú qué crees que le haya pasado a Samuel? —pregunto Guillermo con una gran duda en su cabeza.
Guillermo trataba de dejar pasar todo esto, pero su mente le recordaba en la posición en la que estuvo con Samuel, aquel chico patán que fue un grosero al conocerlo.
Miguel seguía caminando junto con Guillermo este lo notaba un poco extraño, tal vez se le hacía raro ver a Guillermo tan sonrojado y tan serio, mas si se trataba de Samuel.
—¿Seguro que estas bien? Te noto un poco extraño, si quieres nos regresamos a los cuartos.
—No te preocupes Miguel, estoy bien, quiero ir a comer. Ya se me hace agua la boca la pizza —dijo Guillermo con un tono de risa.
Guillermo y miguel ya había llegado al restaurante, Guillermo tomo asiento en una mesa de fondo, no quería estar en medio de todo, se sentía un poco incomodo que lo vieran comer.
—¿Qué gusta de comer joven? —pregunto una mesera.
—Yo quiero dos rebanadas de pizza, con una soda mediana... por favor —respondió Guillermo.
—¿Y usted joven? —pregunto la mesero con la pluma en la boca.
—A mi me puede traer unas papas francesas, una dona y una soda grande por favor.
—Son 80 dólares joven —dijo la mesera.
Al momento que la mesera dijo el precio, por la grande puerta del restaurante estaba entrando Samuel, el chico que comenzaba a confundir los sentimientos de Guillermo, aquel chico que era un imán junto a Guillermo.
—¡¿Ahora que hace aquí ese hijo de put*?! —exclamo con enfado Miguel.
—No lose, pero si le pones más atención, no podremos comer relajados —dijo Guillermo pagando la cuenta—, ¿Tienes 40 dólares? —pregunto Guillermo.
—Sí, espera... —contesto Miguel sacando su billetera.
Al sacar el dinero Miguel una sombra cubrió su cuerpo y una respiración no le dejaba en paz.
—¿Sí? —pregunto Samuel.
—¿Si qué? —regreso la pregunta Guillermo con la cara hacia abajo.
Samuel agarro el cuello de la camisa de Miguel y lo zangoloteo con toda su fuerza, lanzándolo hacia una mesa que estaba desocupada. La fuerza que le impartió Samuel no fue mucha, pero si para poder levantarlo y quitarlo de la mesa junto a Guillermo.
—¿Qué vamos a comer? —pregunto Samuel a Guillermo sentándose en el asiento que era de miguel....
