—Lo que me pasa es que... mis sentimientos están confundidos y ha entrado un gran virus a mi corazón, tal vez sea letal pero... Guillermo siento algo por ti.—
Aquellas palabras que Guillermo había escuchado puso su piel china. Había ocasionado que su corazón se parara y que su mente comenzara a recorrer cada parte de su cuerpo.
—¿Es enserio lo que estás diciendo? —pregunto Guillermo con los ojos totalmente abiertos.
La cabeza de Samuel quedo recostada en el brazo de Guillermo, los ojos de Samuel brillaban con intensidad, como si una luz se emitiera de ellos.
—Nunca estuve seguro de mi mismo, pero llego el momento de ser quien realmente quiero ser —dijo Samuel estampándole un beso a Guillermo.
La magia de estos dos chicos fue como la chispa de un fuego artificial, como un diamante fino, con una luz única.
La pasión fue subiendo y estos dos chicos del odio habían pasado a una fase de pasión que ninguno de los dos se imaginaban.
La ropa fue cayendo y la temperatura subiendo.
—¿Estás seguro de esto? —pregunto agitado Guillermo.
—Nunca estebe más seguro... —respondió Samuel con agresividad.
El instinto animal de ambos chicos había prendido el lugar, habían bajado las estrellas, habían bajado el universo. El silencio desapareció, ambos chicos caían en la excitación y el deseo. Sus almas caían en vacios oscuros mientras que estas se topaban con tal pasión que podían vencer a la oscuridad con un beso.