Capítulo 33- Familia de locos

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  -Me... Me sacaron la bala del hombro -explicó mientras yacía en mis brazos. Ambos mirando a la ventana, a las luces de la calle, a los árboles moverse con la suave ventisca habitual en las madrugadas de Atlanta-. Y... Y luego me cambiaron del hospital a la clínica. Por eso no te decían nada.
-Entonces... ¿Dejaste que Wade te disparara solo para vengarte?
-Si lo dices así es mucho más cruel...
-A pesar de todo... -empecé-. Quería decirte que lo siento muchísimo. Si yo no hubiera reaccionado así... Quién sabe. Tal vez estaríamos casados ahora.

Ella rió suavemente sin dejar de ver a la calle. Movió la cabeza suavemente y me encontré con sus ojos castaños.

-Eso es imposible.
-A ver, ¿por qué?
-Porque prometimos que ninguno de los dos se enamoraría -contestó mirando a la ventana.

Esto era paz, la paz que quería en mi vida. Llegar a mi casa después de una exitosa reunión con algunos gerentes en New York, quitarme la corbata, y quedarme así con mi esposa, ambos abrazados mirando a la ventana, hablando en voz baja por miedo a despertar a los niños.

Y ahora que lo pienso... Los hombres somos muchísimo más románticos y soñadores que las mujeres, porque ellas cuando se desesperan y ven que no existe el príncipe azul, se casan con el primero que tenga buen futuro, pero en cambio, nosotros nos enamoramos de una mujer y estamos dispuestos a entregarlo todo por ella.

Y eso me pasa a mi. Amo a _________, podría dejar la empresa, a Natalia, a mis padres, a mis amigos, al pasado sólo para irme lejos de aquí con mis dos amores: Ellie y ________. Pero no puedo...

Hay algo que lo impide.

Y son las mentiras. No sé con quién hablo, si con ________ la problemática, rebelde, adicta al sexo, o a la dulce Melanie la responsable, sonriente y sumisa. Me hace sentir molesto e incómodo no poder obviar esa sensación porque simplemente no puedo. Me destrozó, sus mentiras me destrozaron por completo.

Sé que hice muy mal al venderla a la primera, pero... No sé, creo que yo ya pagué con su fantasma detrás de mi todos estos años y no había derecho de terminar de poner la gota que derrama al vaso.

Quiero a _______, más que a mi propia vida. Y eso me aterra. Simplemente me da miedo lo que estoy dispuesto a hacer por alguien que me guardó tanto rencor durante todos estos años.

-Pero yo me enamoré -dije por fin y ella se tensó en mis brazos.

Silencio. Ella seguía tensa, ni siquiera parpadeaba.

-Pero yo no -sentenció por fin. A lo que más me temía...

Y lo raro es que no sabía cómo sentirme porque, podría estar enamorada con Natalia de por medio y sería muy cliché la historia de Romeo y Julieta. Podría estar feliz porque así podría casarme con Natalia y dejarla en paz, de una vez por todas.

O podría ponerme a llorar porque nunca soy correspondido.

Me he enamorado dos veces, una de Heather Longstafe y nunca me correspondió, me quitó la virginidad, me robó el corazón pero hasta ahí. Y ahora _______, no me quería. Me odiaba sin duda.

-¿Sigues queriendo casarte conmigo? -pregunté.
-Sí, ya sabes... Quiero que Ellie sea normal por una vez en su vida.
-¿Y por ti, _______?
-¿Cómo que por mi?

Se incorporó sentándose en el borde del sofá. Me senté bien y le toqué la espalda.

-Sólo piensas en Ellie... -ni me dejó terminar.
-Eso es lo importante, la felicidad de Ellie -sentenció.
-¿Y la tuya, ______?
-La mía da igual, Ellie...
-A mi no me da igual.

Adicta al sexo (Justin y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora